El contenido de La espiral Bipolar se engloba en un libro de alrededor de 140.000 palabras (o al menos eso creo de momento) Aquí haré la honesta y árdua tarea de transcribir los cápitulos en varias fases para una lectura mas fácil. Y sobre todo compartiré el arte porque el arte que trasmite es el arte para TODOS.
La curiosidad dió sentido a nuestros pasos y nuestros pasos nos llevaron a ella...a la curiosidad bajo el influjo de las mismas espirales.

{Os mando la energía... si queréis saltar os espero en la otra espiral}

viernes, 7 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 9, 1ºPARTE


 
 El fin del principio de Sión.   Año 2045*



Levar rastreó a Rasha por la aldea.
Pocas personas deambulaban a esas horas. Por fin vio a dos leones. Estaban en las brasas discutiendo acerca de la velocidad de sus planchas voladoras.

-Podrían volar mas rápido -dijo uno.
-Pero a ver… que te estoy diciendo todo el rato… la mía vuela bastante rápido.
-No sé, yo creo que el Faraón es el único que ha monopolizado la calidad tecnológica de los vehículos.
-Escupe eso. Si por mi dependiera cogería todas las planchas y se las metería por el estómago al Faraón.
-Je, je, je -rió el otro- Si dependiera de él nos convertiría en unos Haggeds para que condujéramos todas sus planchas y después de eso esperaría sentado a que limpiáramos sus apestosos trajes. No se puede ser más limitado.

Por fin Levar decidió interrumpir la conversación.
-Perdonad, ¿sabéis dónde está Rasha?
-¿Rasha? -preguntó el primero algo atolondrado.
-¡Ah! Sé donde está Rasha -dijo el otro-. Si no está durmiendo seguro que estará con los caballos. Es su forma de relajarse.


Levar dejó atrás a los leones y se dirigió a las cuadras.

-Hola, Rasha.
-Hola, pequeña.
-¿Qué haces?
-Cuido de los caballos. Hay que cepillarlos de vez en cuando -dijo esa obviedad y dejó su mirada tendida en el infinito.
-¿Estás bien?
-Sí, claro. Todo bien -dijo dejando que las palabras cayeran solas.
-¿Qué sucederá ahora, Rasha? -preguntó mientras acariciaba al caballo.
-Mañana será un día de preparaciones. Haremos armas y utensilios varios con madera de la selva, y nos entrenaremos para de lucha. Y después de las preparaciones lo dispondremos todo para partir al día siguiente, por la mañana.
-¿Tú crees que estamos preparados? -preguntó no muy convencida.
-Eso se verá en la lucha -dijo con solemnidad.
-Entiendo… -musitó.
-Rasha, yo… -dijo sin poder acabar la frase.
Rasha no se dio por aludido e ignoró sus palabras y después de terminar el cepillado dejó el cepillo en el suelo, junto al caballo.

-Ven, quiero enseñarte algo -entonces le dio la mano y esta se agarró a él siguiéndose desarmada por completo.
Anduvieron hasta una de los almacenes de víveres.
La casa estaba hecha de paja y barro y disponía de dos pequeñas ventanucas desde donde apenas entraba luz.
Estaba oscuro, así que Rasha encendió una de las velas que preparaba su prima Mol. La estancia se iluminó. Estaba lleno de cajas de madera con frutas y hortalizas. Y en un rincón había unas flores metidas en agua similares a las orquídeas de color blanco y lila. Las pequeñas macetas resplandecían incluso en la oscuridad.
-Mira Levar, son preciosas, ¿verdad?
- Sí, lo son, y mucho.
-¿Ves la planta? Se sustenta de agua y ciertos bichos que le aportan sustancias minerales.
-Viven en manglares, en la selva. Se llaman liliáceas. Es una planta preciosa… Sin embargo, ¿ves ahí? -señaló el centro de la planta-. Sus pistilos son venenosos si se ingieren y altamente mortíferos cuando se maceran.
-¿Y por qué ibais a necesitar veneno? -preguntó inquieta.
-Porque en ocasiones para acabar con lo negativo se necesita otra cosa negativa. Si alguien padece una enfermedad grave o un animal sufre se le aplica el veneno. Aunque en pequeñas dosis y tratado químicamente, se puede usar para un remedio. Los leones lo llaman el veneno de las tres virtudes.
Rasha se quedó pensativo mientras la muchacha observaba la planta. No podía entender como una chica tan inteligente se cuestionaba cosas tan prácticas y sencillas. Trataba de explicarle que ella era para él como la liliácea. Pero no tuvo el valor suficiente de hacérselo saber.
Ardía en ganas de tenerla entre sus brazos, pero no podía olvidar ni un momento la situación de ambos pues era probable que después de la lucha no se volviesen a ver jamás.
No podía partirle el corazón. Prefería seguir con el corazón partido pero en silencio, para que ella no sufriera él estaba dispuesto a hacerlo por los dos.
Para él Levar era una mujer frágil como la liliácea que al tocar su parte más sensible ardía en deseo de llegar a sus pistilos. Suponía para el león una conjugación entre fuerza, pasión y compasión combinados con ira, desaire y tal vez algo de despotismo; un cóctel explosivo impresionante.
¿Cómo entender a un ser así?
¿Cómo entenderlo y no poder anunciarlo?
¿Cómo albergar dentro toda la importancia de no poder tocar sus pétalos, de ni si quiera ser capaz a veces de mirar la flor?

Se giró con la vela en la mano y allí estaba ella, temblorosa, armada de curiosidad e inocencia, sutil en las palabras, peligrosa en sus reacciones más recias.
Rasha le miró fijamente a los ojos y esperó una respuesta.
Ella apartó uno de los pelos rizados que salían de una de las rastas del león y le acarició delicadamente la mejilla.
-Eres un hombre excepcional, Rasha -le confesó.
-Y tú una mujer valiente -dijo éste- de hecho a veces eres algo temeraria.
-No creo que sea tan valiente -contestó ella-. Realmente vivo el momento y lo afronto como puedo. Pero realmente tengo miedo. -Entonces sus ojos brillaron.
-Yo también -confesó él.
Levar, asombrada por su sinceridad, se acercó a él. Y de repente, sin haberlo pactado, ambos se fundieron en un abrazo intenso.
Más tarde el león extendió sus largos brazos cogió a Levar fuertemente de la cintura levantándola en el aire.
Ella sonrió y deseó que aquel instante fuera eterno.
Cuando la bajó, él rompió el momento mágico, sin esperar ni un segundo más, y le dijo:
-Reina Levar, tienes que irte a dormir.
-Cierto, cierto –asintió obediente- no tardaré ni un segundo mas en irme.

Le acompañó hasta la tienda provisional.
Cuando entró la reina bipolar empezaba ya a sentirse somnolienta. Blod la esperaba allí.
Una vez dentro miró hacia atrás y Rasha ya había desaparecido.
En la tienda todos dormían menos Blod y algún hijo de la espiral Naciente.
Se acercó a él y se arrulló entre sus piernas.
-Tengo sueño -murmuró.
-Duerme, entonces -contestó suavemente Blod.
Cayó rendida en su regazo y tras un descanso plácido entró en un sueño activo y comenzó a soñar con un gran grupo de reclutas militares, con la indumentaria que usualmente utilizaban los soldados en la Tierra. Levantaban una mano al andar y con la otra sujetaban un fusil. Desfilaban hacia un lugar desconocido para Levar.
Todo estaba verde y gris…
Todo estaba verde y gris…







Tania se acercó a las princesas. Necesitaba solicitar otro tipo de ropa para los entrenamientos.
Le mandaron a la casa de la reina Madre y allí le hicieron esperar en la salita. Cuando se sentó Rasha pasaba por la puerta de entrada
-¿Qué haces tan pronto por aquí, Tania?
-Busco ropa -dijo con aspereza.
-Los entrenamientos están apunto de empezar -le contestó él.
-Lo sé. Me levanté pronto para ello -explicó.
-¿Y Levar?
-Está durmiendo. Necesita muchas horas, ya lo sabes -dijo sin desprenderse de su ironía habitual.
-¿Qué pasó con ella? Me contó que últimamente no tenéis tanto trato-preguntó el león a discreción.
-Si, sí. Hablamos. No sé, yo no puedo darle lo que espera.
-¿Y qué espera? -increpó algo furioso.
- Que yo sea como ella, y yo jamás seré como ella.
-Eso es obvio, pero quizá ella solo espere un poco de comprensión.
-Tal vez espere algo que no puedo darle… Bueno -dijo algo malhumorada-, me tengo que ir, tengo prisa.

Tania no salía de su asombro. El propio Rasha había cuestionado su actitud hacia Levar. Ella, en condiciones normales, se habría malhumorado y habría sacado sus armas virtuales de guerra, pero trató de contener su ira. No entendía por qué todo el mundo mantenía a Levar en un trono de oro protegiéndola de cualquier peligro, incluso si el supuesto peligro suponía cuestionar sus actos o ser sinceros con ella.
Era incongruente que una terrestre pudiera tener categoría de reina y también lo era que la misma Levar buscara comprensión en ella.
Había sido agresiva, le había instado a decir cosas muy negativas e incluso había arañado y agredido a los que forcejearon con ella. Era evidente que era peligrosa y que no se había comportado como una amiga o al fin y al cabo como una hija de Acuario.
Ahora no podía dar marcha atrás fingiendo que le importaba su opinión porque, para Tania, no había hecho nada por demostrarlo su integridad.
Realmente ambas estaban negando y ocultando sus sentimientos.
Incluso Jacky, que respetaba por completo a la mujer bipolar, aún estaba algo desconcertado por lo ocurrido. No sabía como comportarse frente a ella, pero decidió obrar con la condición de guardar su amistad pasara lo que pasara, la chica bien lo merecía. Al fin y al cabo, su situación era difícil y necesitaba el apoyo de todos. No tenía otra elección pues su última intención era lastimarla.


Muchos de los visitantes ya se estaban levantando para desayunar. Tenían que coger fuerzas para los entrenamientos.
Después de los desayunos se irían a una explanada que estaba situada junto a la plaza, justo al lado de donde se realizaban los consejos.
En el centro de la plaza había un león de mármol. El resto del lugar estaba despejado, así que era un lugar ideal para entrenar.
Algunos Ecoditas, acompañados de los leones, comenzaron a recoger maderas de la selva para tallarlas dándoles forma de venablos. Algunos confeccionaron flechas finas que serian utilizadas con los arcos que ya tenían en su haber los leones, otros utilizarían palos algo más anchos los cuales se perfilarían las puntas y se utilizarían de jabalina o lanza. Éstas últimas eran maderas escogidas con esmero y bien lijadas a las que se les añadía unas puntas en forma de hoja grande y alargada que los leones tenían en el almacén ya preparadas.
La mañana  trascurrió entre armas y enfrentamientos amistosos.
Rasha luchaba con los más inexpertos, los Ecoditas. Tenían que aprender rápido y ser dinámicos. 
Jacky, junto con Tania y algunos hijos de Acuario, hacían sus pinitos con el arco o con las lanzas. Sin embargo, algunas hijos de Acuario, que eran más rápidas y hábiles con la espada, entrenaban junto a los hijos de la espiral Naciente y lo leones de Judá. Éstos últimos eran más agresivos que ningún otro grupo y no escatimaban en energías a la hora de entrenar pues tenían fuerza de sobra.
El coronado león de mármol observaba inflexible en el centro de la plaza. Para los leones hacía de vigía e iluminaba el camino a Sión.
Levar se unió a los grupos a mitad de los entrenamientos cogiendo una espada sin dudarlo ni un segundo.
Al principio era algo torpe. No anticipaba los movimientos de su adversario y se tropezaba con la propia espada pero pronto hizo sus primeras apariciones como buena espadachín cuando la concentración empezó a jugar a su favor.
Blod esta vez lo intentaba con los venablos. Aunque recientemente se había transformado a hombre, aún conservaba la fuerza que tenía como perro del Oeste, lo cual era de gran ayuda en la lucha y de gran alivio para él.
Rasha hacía básicamente de maestro guiando a varios grupos a la vez y no era diestro solo en manejar la espada sino que resultaba ser un excelente guía en los trucos de flexibilidad, en precisión, aplomo, resistencia y estrategia, y en definitiva en cualquiera de las disciplinas que se necesitaban para la lucha.
Los chamanes y reinas también asistieron a los entrenamientos, pero solo observaban desde un lugar privilegiado de la explanada, cerca de las bancadas del consejo.
Desde su posición era mas visible observar quien destacaba o tenía un nivel inferior en cada una de las materias de lucha. Sería una información valiosa que sería destinada a Rasha ya que él consideraba imprescindible tener en cuenta quien debía estar en primeras filas y quién en posteriores, y sobre este  dato  tomaría buena nota el consejo.
Las parejas a la espada salían de dos en dos. Los leones por su cuenta lo hacían en grupos de tres para arriba pero el resto, que no eran duchos en la espada, tenían que empezar por niveles inferiores.

En uno de los momentos en los que Levar descansaba, se le acercó el maestro Chántico. Era uno de los hijos de la espiral Naciente que ya había luchado con ella. 
-Reina bipolar, me permites- dijo cogiendo la espada y situándose junto a la terrestre.
-Si… -asintió expectante la chica.
-Ves, hay que sujetar la espada firmemente con la mano derecha. Has de flexionar ligeramente las piernas y bailar con la espada, es decir que el movimiento de tu mano sea elástico y lo suficientemente flexible como para dejarla que baile-. Explicó mientras movía la espada  con suavidad de un lado a otro.
-Yo soy zurda.
-Entonces tendrás que buscar una espada que pueda bailar contigo… -miró en rededor y llamó a otro hijo de la espiral Naciente.
-Si maestro Chántico.
-Trae una espada lateral para la reina.
-En seguida.
Al cabo de unos minutos el muchacho entregó la espada al maestro y éste se la pasó a Levar.
-Bien, el filo ha de estar hacia abajo. Recuerda flexionar las piernas y mantener la estabilidad en los pies. Simplemente un empujón o un embiste puede hacer que pierdas el control de la situación.
-¡Aja!
Levar se posicionaba.
-Debes mantenerla a una altura de un palmo por debajo del ombligo. En tu caso eso te ayudará a dirigir mejor toda esa energía que acumulan tus oscilaciones bipolares.
-Ella es una serpiente- dijo el hombre sereno refiriéndose a la espada.
-Tú has de encantarla hasta moverla pero puede muy bien volverse en tu contra así que has de controlarla en todo momento.
-Como ves la actitud frente a la espada es lo más importante a la hora de empezar a bailar. Hay muchas técnicas; tanto para desenvainarla, como para sujetarla y sobre todo para luchar. Mi consejo es que no dejes que nunca te domine, ya que no tenemos mucho tiempo me sería muy difícil enseñarte algunos movimientos. Así que tenemos que jugar con la improvisación y la intuición.
Levar miraba entusiasmada al maestro pero seguía sin comprender que hacía realmente con una espada con ese peso en la mano. Para ella esta situación no dejaba de ser abstracta o absurda.
-Bien, practica la posición y después de ello intenta atacarme.
La mujer bipolar puso todo su empeño. Flexionó rodillas, dejó los brazos relajados, puso el filo hacia abajo situándola a un palmo del ombligo, sujetó con dulzura la empuñadura y respiró profundamente.
Comenzaron a moverse lentamente hasta que las espadas empezaron a chocar entre sí. Movimiento lateral hacia la derecha, luego hacia la izquierda y hacia abajo y en vertical para defenderse de la espada del adversario. Era inútil, al final el maestro siempre lograba llegar al cuerpo de la rebelde muchacha tocándola pero sin llegar a herirla.
-Esto es absurdo… -inquirió resignada.
-No lo es. Primero has de acostumbrarte a la técnica de éste baile. Como cuando aprendes a conducir una plancha voladora. Luego lo haces de forma automática. Y el resultado es que haces de forma inconsciente lo que es necesario, es decir serenar tu corazón. Éste es el arte de la verdadera maestría; de la repetición y la práctica. Tenemos que tener en cuenta que dominar estas percepciones implica pasar por un camino muy largo. Así que en tu caso deberás permanecer vigilante. Pero no significa que estés con los ojos bien abiertos, sino con la mente completamente abierta y los ojos entornados. Tendrás que estar a una distancia prudencial de tu enemigo y, sobre todo, abrigarás la convicción de vencer al oponente. Luego deberás controlar tu respiración.
Mientras el maestro Chántico explicaba el arte de la espada Levar respiraba profundamente. Y, al mismo tiempo que intentaba que  todos los sentidos permanecieran bien abiertos, procuraba mantener su concentración fija en su respiración.
-Después deberás equilibrar tu armonía con el Universo. Si consigues esta unificación todo te será concedido.
-No hay que olvidar que dominar la energía Alfa-femenina y la energía Omega-zurda es una tarea complicada pero puede darnos resultados altamente productivos.
-¿Omega-zurda? Creo que me he perdido-. Aseveró con cierto desdén, haciendo un gesto lo suficientemente sutil como para no faltar al respeto al maestro Chántico.
Un hijo de la Liberación que estaba esperando su turno para luchar con un león comenzó a reírse. Estaba a unos cinco metros de Levar y el maestro y había estado escuchando sin pretender inmiscuirse durante un rato la conversación entre la muchacha y el hijo de la espiral Naciente. Pero no pudo contener la risa (tampoco lo intentó) y la terrestre le miró con cierto escepticismo, ya no tanto por él sino por las últimas palabras del maestro.
Tras varias carcajadas decidió acercarse a la mujer bipolar.
-Bien, terrestre. Si me lo permite el maestro-dijo agachando levemente la cabeza de forma reverencial- voy a comentarte otro punto de vista.
Se puso con los brazos en jarra y riéndose espero una señal de la muchacha.
A Levar le fascinaban los hijos de la Liberación. Pero su eterno afán de mostrarse auténtica hacia que en ocasiones se relucieran sus defectos más prepotentes. Levantó el mentón y miró seguidamente al maestro.
Éste le hizo un ademán a la muchacha y después señaló al hijo de la Liberación con la mano para que ella no temiera en abrir su espíritu más curioso hacia nuevos conocimientos.
Aquel hombre era espectacularmente alto al lado de la reina bipolar.
Tenía el tatuaje que caracterizaba a los hijos de la liberación pero las dos líneas negras que dividían la cara simétricamente no acababan en el mentón sino en el pecho, el cual se encontraba completamente descubierto.
Era un hombre corpulento pero nada grueso, de unos treinta y seis años. En realidad tenía el peso adecuado pero sus músculos destacaban por estar trabajados, sobre todo en el pecho y en los brazos, y de eso resultaba un cuerpo atlético y firme.
Ominona, que así se llamaba el muchacho, vestía con unas mallas ceñidas de color negro y en la cintura tenía una cinta doble con los colores teñidos en azul de la piel de un guepardo acompañada de un cinturón de tres pistas con pinchos rojos.
Sus pies estaban calzados con unas botas altas; de cuero, marrones y decoradas y desde la parte alta de la bota hasta el talón con unas tiras largas alrededor. Y aparte de su pecho descubierto llevaba varios collares. Todos simbolizaban tótems que los hijos de la Liberación consideraban protectores a la hora de llevar a la práctica una filosofía libre en de pensamiento.
La terrestre preguntaría a Tania sobre Ominona después de la lucha y ella le explicaría convenientemente que los hijos de la Liberación que llevaban una sola franja rapada en un lateral habían conseguido superar pantallas más elevadas que el resto y los que lucían líneas tatuadas desde la cara hasta el pecho habían logrado dominar disciplinas de otras espirales por su gran experiencia y sabiduría.

-Vamos a ver muchacha- siguió diciendo Ominona- La maestría de la que te habla el maestro es una virtud que se alcanza por un camino sensato, pero en nuestro caso no tenemos demasiadas alternativas. Cuando hay un cruce de caminos no es la maestría la que nos muestra la dirección sino el instinto. Y el instinto eres sencillamente tú.
-Yo… -repitió la terrestre- Bueno, yo soy muchas cosas…
-¡Je, je, je!!- rió a carcajadas de nuevo- A veces dudo de tus posibilidades pero cuando algo me recuerda que eres una rebelde se me hincha el estómago de felicidad.
Levar no pudo más que reír. Aquel muchacho era un hombre algo agresivo pero solo su risa era capaz de hacerle relajarse en momentos como este. Se sentía mejor junto a Ominona pues sus grandes y rasgados ojos no le miraban como si fuera una desahuciada o lo que era peor, como si fuera una maldita intrusa terrestre…
-He observado que tienes energías a raudales y que incluso estás aprendiendo algunas técnicas para manejarlas. Además doy fe de todo lo que he visto y sinceramente creo que con personas como tu podemos darle una patada al Faraón hasta despedirle a un lugar donde no moleste.
Pero es evidente que todo este asunto te plantea mucha presión y no creo que aprender filosofías de otras espirales pueda ayudarte demasiado para la lucha. De hecho será imposible que entiendas ninguna filosofía y la asumas como tuya en tan corto espacio de tiempo.
La reina bipolar frunció el ceño.
-Vale, vale. Está claro que cualquier conocimiento es bueno, niña. Pero creo que deberías simplemente centrarte en ti, en lo que tú quieres, a lo que tú aspiras y joder bien jodido a todo aquello que te moleste o te hiera.
-Bueno, ya valoro esa posibilidad. Pero, ¿y los Alfarianos? No sé, todo esto realmente me asquea. Si está en mis manos hacer algo lo haré, pero aún no entiendo el poder de la “espada”- Dijo en un tono totalmente irónico y con cierto rintintín.
-Es cierto, niña. Pero la única espada que mata es la que da la vida, la que salva…
La mujer bipolar le miró fijamente. Detrás se aquella frase se escondía el dolor, el sufrimiento y la necesidad de libertad. Por un  momento se sintió iluminada. No podía seguir alimentando sus dudas acerca de la guerra, de las armas y la destrucción. Debía tomar un camino.
-Fíjate en la espada- apuntó levantándola mientras daba círculos en el aire.
-Si observas con detenimiento cuando me muevo y esquivo la espada del adversario verás que hago espirales grandes, sin embargo… -cogió la espada y apuntó a la muchacha justo a cinco centímetros de su ombligo- ¿Ves?- exclamó mientras hacia un giro circular sobre su tripa-. Cuando mató el círculo es pequeño.  Eso significa que para alcanzar tu objetivo antes deberás pasar por otros círculos más amplios de la diana. En tu espiral has de hacer un recorrido de Babylon hacia ti y de ti hacia Babylon.
Levar miraba estupefacta. Quería pensar que entendía sus palabras pero quizá estaba entendiendo otra cosa totalmente distinta.
-¿Pero mi espiral grande es la injusticia de la Tierra y la pequeña yo o la espiral grande es el Faraón y la pequeña la reina Bipolar?
-Interesante pregunta. ¿Tú que crees personalmente?
-Pienso que las dos. Pero esto se me acaba limitando a dos fuerzas que luchan por ganar…
-Siempre existirá un opresor y un esclavo. A veces el esclavo es más rico que el opresor por la sencilla razón de que su fuente de riqueza no se mide ni se obtiene haciendo daño a otros, sino que se gana con esfuerzo y pasión, algo que no se puede comprar ni con el mayor tesoro. Pero el látigo del opresor confunde, hace que los Alfarianos se sientan inferiores y les inculca el miedo, la incertidumbre, la desesperanza. No hay mayor sistema de opresión que el control.
-¿Y porque no os revelasteis antes? Vosotros, los hijos de la Liberación quiero decir… 
-Somos pocos y aunque nos hemos ganado un nivel considerable de respeto, realmente estamos cansados de luchar contra la inútil farsa del Faraón. Hubo tiempos donde éramos fuertes y luchadores y nada nos paraba. Ahora ha llegado el momento de despertarnos de nuestro letargo y de volver a luchar de nuevo por aquello  que siempre nos ha correspondido y que el Faraón se empeña en arrebatarnos.
-Pero jugamos con una ventaja; nunca ha conseguido arrebatarnos nuestra libertad de pensamiento ni lo hará jamás –sentenció completamente convencido- ya que  la fuerza de nuestra espiral nunca podrá corromperse.
-Sin embargo hay muchas personas que nos esperan, Levar- explicó oteando el horizonte, tratando de alcanzar con la mirada sueños locos.
-Ellos son Alfarianos que pertenecen a todo el Universo Alfa, personas que están sufriendo, que pasan condiciones extremas de hambre, sed y a las que se les ha arrebatado injustamente su esencia. 
-Nosotros luchamos por eso, mujer terrestre. Y seguiremos luchando para que nuestra esencia no sea corrompida y para que esos esclavos ya no vivan más con miedo y por fin puedan respirar paz al menos en sus corazones.
-Supongo que es lícito y comprendo profundamente vuestra lucha pero me pregunto que hay de todas esas “esencias” vagabundas en mi espiral…de todos aquellos seres que arrastran sus penas porque un miserable les pisó la cabeza y aún así se levantan… o simplemente no llegan…se ahogan, desfallecen, viven muriendo…
-Todo lo que está sucediendo es por vosotros, chica terrestre. Vosotros no sois nada sin nosotros y viceversa. El Alfa y el Omega. Si el Faraón no ambicionara llegar hasta vosotros nada sucedería de esta forma. Él puede intentar romper el equilibrio pero si realmente lo consigue se pone en enemistad con las reinas  y los chamanes lo que significa que su ambición debe ser muy alta pues va a pagar un alto precio por enfrentarse a tal osadía.
Después, Ominona, sin previo aviso, cambió completamente el tema de conversación y miró con algo de rabia a la muchacha.
-He visto lo que eres capaz de hacer en tan poco tiempo. Supongo que todos debemos asumir que tienes un don. Pero no me interesa que puedes hacer sino para qué.
-¿Has venido a interrogarme entonces?- dijo devolviéndole el mismo coraje que el hijo de la Liberación le estaba trasmitiendo a ella.
-He venido a cerciórame de que serás tu misma- confesó sonriendo.
-Si te conviertes en una leona, en una reina, en una hija de la Liberación abandonarías tus objetivos iniciales y ellos son los que te trajeron aquí y no las espirales.

Levar se quedó absorta mirando la espada de Ominona que reposaba frente a él sujetada de la empuñadura por sus propias manos. Quizá todo fuese absurdo, quizá la sensación de estar contribuyendo a un bien común, a una causa digna  y justa, solo era una excusa para alzar espadas y otear banderas.
Pero al menos debía intentarlo. Debía intentar por una vez en su vida confiar en esas gentes. Si todos le mostraban cierta confianza, ¿por qué no iba a hacerlo ella? Estaba encontrando su impulso de vivir, la verdadera razón que le había traído hasta aquí; la curiosidad, el afán de conocimiento, la eterna búsqueda de encontrar el origen.
El sentido de ese origen quizá era una espiral infinita pero tenía derecho a saber al menos como esa espiral viajaba, por qué resultaba tan difícil a veces entender las cosas mas sencillas, por qué encontrarse con sus raíces era tan rasgador como plácido, por qué ser bipolar o ser quién era siendo bipolar le había hecho seguir al conejo blanco.
Ominona entendió el estado emocional de la muchacha. Cuando se hacía preguntas un áurea trasparente alejaba al resto de ella misma, dejándola en la intimidad de las tinieblas.
-Estás cansada pequeña rebelde terrestre – susurró plenamente convencido.
-Es posible- balbuceó ella.
-No dejes que nadie te plante un tótem o un título honorífico- le aconsejó levantando la espada a dos palmos del suelo y luego envainándola- Ni si quiera ser bipolar es lo que te identifica. Eres una estrella, fugaz y liberadora, que escapa a la razón de otros, amiga de la verdad y la justicia, impertinente e insolente gran luchadora…
La reina bipolar sonrió agradecida. Sus palabras eran un bálsamo porque contenían esa verdad que todos se negaban a declararle o que simplemente ella necesitaba oír.

-Gracias- reconoció con una sinceridad abrumadora.
-Mi tótem no admite ninguna palabra de agradecimiento. Algún día tú también me darás las gracias con tus actos y no será necesario decirlo con palabras ni escribirlo en papel.
 Ominona se alejó entre los luchadores y Levar se quedó allí plantada y abstraída, observando el suelo y preguntándose que había sido de aquella chica soñadora. Un minuto más tarde llegó una princesa y le  sacó de su ensimismamiento.
La muchacha estaba alertando a los chamanes y a las reinas de una nueva e inesperada noticia; un Ággelo iba a pasar de pantalla para llegar a la espiral de los leones de Sión en breve.
La princesa volvió a sus quehaceres. Todas las mujeres organizaban los preparativos de la comida y esperaban con fervor al nuevo visitante. No todos los días se recibía la visita de un Ággelo.
Entre tanto, un par de leones fueron a la bola correspondiente a recoger al nuevo forastero. Al llegar allí se lo llevaron a la aldea hasta la casa de la reina Madre, donde le acogieron con el calor de sus corazones.



-Bienvenido seas -dijo con una gran sonrisa la reina Madre.
-Bienhallado -contestó con una sonrisa también el Ággelo.
El resto le saludaron apretándole la mano. Parecía un hombre sencillo. Tenía el pelo rizado y negro y unos ojos azules expresivos. No llevaba apenas ningún abalorio. Tan solo tenía un tatuaje detrás de la nuca con el símbolo de un sol. Sus ropas eran sencillas; una camiseta de manga larga de color marrón clarito y un pantalón negro, ambos de algodón. 
Hizo una reverencia a todos con la cabeza alejándose un poco y comenzó a hablar.
-Vengo de la espiral de los Ággelos, como bien sabéis. Traigo noticias para Levar.
-Ahora es la reina Bipolar -anunció la reina Madre.
-¡Ah! Buena noticia, entonces. Tengo que ver a la reina Bipolar, pues. -----Soy testigo de su existencia en la Tierra- sentenció casi buscando un pasaporte hacia una buena acogida.

Todos callaron. Se oyeron unos pequeños murmullos entre princesas y la propia reina Madre se tomó la noticia como un hecho completamente inesperado.
La reina, estupefacta, habló:
-Me gustaría que nos informaras de tu procedencia -dijo más seria de lo que cabía.
-Antes tengo que hablar con la reina Bipolar, si se me permite.
-Creo que sería lo mejor para todos. Si está en lo cierto puede ser de gran ayuda para la reinan bipolar-. Argumentó el chamán Lucas que había abandonado los entrenamientos y se hallaba entre los presentes con la intención de recibir al Ággelo.
Todos, expectantes, miraron al chamán y éste hizo el gesto de ausentarse para traer con él a la reina Bipolar. Los demás esperaron en la casa de la reina.




Levar, mientras tanto, había terminado de entrenar y se encontraba recogiendo armas y colocándolas en unos cubículos móviles que los leones habían previsto para los entrenamientos. Generalmente tenían una pequeña sala en una de las casas aledañas pertenecientes a un tío de Rasha pero esta vez fue necesario habilitar un espacio mayor.
Levar y los demás luchadores visitantes se acercaron a la tienda provisional con la intención de turnarse en las duchas. Eran unos grifos altos construidos de forma  provisional que estaban ubicados fuera de la entrada de la misma tienda.
De camino a las duchas el chamán advirtió a Levar de las nuevas noticias. Debía presentarse cuanto antes en la casa de la reina Madre. Le contó sin tapujos lo que el Ággelo les dijo planteando que aquello podía constituir una amenaza.
Llegó a la casa de la reina Madre y allí le avisaron de que el visitante  fuera. Ella miró a través de la ventana; el Ággelo la esperaba en las bancadas cerca de las brasas.
La terrestre pidió a una de las princesas que avisaran al Ággelo para que no se impacientara, pues antes quería ducharse para recibirle al menos en unas condiciones de salubridad aconsejables.
Al terminar su aseo se dirigió alegremente a las bancadas llena de esplendor ya que el entrenamiento había sido fabuloso, gratamente instructivo y sobre todo muy esclarecedor para ella.
Cuando llegó tuvo la sensación de sentir un deja-vu. Completamente asombrada se acercó a la reina Makkeda que se encontraba en disposición de presentarle formalmente al Ággelo.
Cuando este se puso de pie y le dio la mano, ya no había duda alguna. Era Kufu…

-Tú… ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? -preguntó casi fuera de sí. Parecía estar viendo un auténtico fantasma…
-Llevo aquí desde hace unos 20 años. Quizá más, no sé… tal vez veinticinco, supongo. La verdad es que perdí la cuenta-. Aclaró con total normalidad.
Levar se había quedado sin habla. En el año 2018 había acabado su relación con Kufu. Aún incluso era reciente para ella. Nunca había llorado tanto por una pérdida y aún albergaba una espina en su corazón por aquella relación.
Respiró profundo y trató de situarse.
-¿Qué te pasó? –exclamó la mujer bipolar.
-Un accidente de coche. Vine directamente  a la espiral de los Ággelos. Se me permitió seguir con el aspecto que tenía en la Tierra, o mejor dicho me dejaron elegir.
Levar, aún asombrada, comenzó a mirarle de arriba a bajo, cerrando y abriendo los ojos, como si al volver a levantar sus párpados esa imagen fuera a desaparecer. Esta no debía haber sido su encrucijada. Él debía  haber envejecido, tener nietos, o perderse en un viaje absurdo por la Tierra para reencontrarse en los ojos de algún otro desconocido cualquiera. Simplemente vivir…
-¿Y por qué quisiste verme? No se si entiendes la gravedad de la situación o si alguien te la explicó pero… -divagó mientras fruncía el ceño.
Entonces se sentó en la bancada y el Ággelo le acompañó en el gesto.
-Supongo que te lo debía.
-No me debes nada, Kufu. Se acabó toda esa historia. Ya no hay vuelta atrás.
-Yo soy una reina y tu un Ággelo-. Dijo convencida de sus palabras.
La reina Makkeda que los observaba discretamente se quedó sorprendida de tal convicción.
-Ni si quiera hemos acabado en la misma isla. ¿No lo ves?- expresó convencida.
-Quizá sí. Porque aunque tu me traicionaste yo no debí traicionarte a ti. De algún modo, que entonces no podía entender, fui vengativo y rencoroso, sé que no me quisiste hacer daño nunca.
-Estupendo, ya está el karma cerrado, ¿no? -dijo de forma hilarante e irónica.
-¿Eso es todo? -añadió Levar poniéndose de pie.
-Levar, escucha, siéntate -dijo cogiéndola de los hombros-. Yo quería amarte, pero no pude consentir verte en los brazos de otro. Ni si quiera me di cuenta de que no te dejé entrar en mi mundo.
-Pues lograste alejarte muy bien, ¿no? -respondió enfurecida.
-Yo te quería, te quise mucho tiempo -aseveró.
-Yo nunca lo supe, no sirvió de nada tu amor por mí. Además, qué quieres, ¿sellar el karma con tu estupenda forma de dejar mal a los demás? -gritó llena de rabia y tristeza.
-Cálmate, pequeña. Las espirales te aclaman. Ahora no debes entristecerte por nada.
-Tus palabras me saben a vacío, Kufu. Realmente no entiendo que haces aquí.
-Levar, yo siempre te quise -dijo el Ággelo desplomándose en la bancada.
Ella se sentó a su lado y dejó caer la poca alegría que le quedaba en ese momento.
Un minuto después ella confesó:
-Yo siempre necesité tu perdón, Kufu. Siempre necesité que me dieras explicaciones de tu actitud -confesó la muchacha agachando la mirada y perdiéndola en la lejanía-. Siempre estuve esperando -añadió la mujer bipolar, y una lágrima cayó por su mejilla.
-Por eso estoy aquí. Para que no esperes más -dijo dejando que una leve sonrisa apareciera en sus labios.
-Lo siento Kufu, yo no soy lo que esperaste nunca. Quizá sea una hija de Lilith, de esas que se rebelaron contra las normas de su propia espiral, quizá no tenga por qué avergonzarme de nada.
-Eres la reina Bipolar. Eso es mucho más grande de lo que jamás hubieras imaginado.
-Yo soy Levar… -dijo dejando sus sentimientos al descubierto y negando la grandiosidad que el Ággelo pretendía que sintiera hacia sí misma.
-Y es cierto que he cometido errores pero ahora no tiene sentido nada de lo que me digas. Sigo siendo esa, Kufu, la horrible pecadora- ironizó.
-Levar es bonita y auténtica, se mire por donde se mire -añadió el Ággelo.
-Bonita… -susurro la chica.- No sé… -musitó mirando al suelo.
Entonces, él le cogió del mentón subiéndolo hacia arriba.
-Te he echado de menos, preciosa -le insinuó-. Mucho, mucho…
-Yo a ti también -dijo inocentemente Levar.
En esos instantes él la arrulló en un abrazo y la atrajo todo lo que pudo para sí.

Rasha en esos momentos pasaba cerca de las bancadas con los leones. Casualmente siempre estaba cerca cuando Levar recibía cariño de otros… Los entrenamientos habían sido fructíferos por lo que estaban hambrientos.
Divisó de lejos a la reina Bipolar y un ardor comenzó a bullir en su estómago.
Más tarde supo que era un Ággelo que venía a traer buenas noticias.
Sin embargo, ardió de celos al verlos tan encaramados. Trató de hacer caso omiso a lo que estaba viendo y terminó por hacer de tripas corazón.


Mientras toda la aldea terminaba los preparatorios para la comida, Levar se acercó acompañada de Kufu a la casa de la reina Madre. Quería ver a Rasha para que conociera cuanto antes al Ággelo.
Se acercaron entre risas y bromas. Una vez llegaron a la casa esperaron en la salita.
Cuando salió, el león estaba algo nervioso, no debía dejar aparentar ni un solo ápice de intranquilidad.
-Este es el Ággelo Jam. Era un terrestre, nos conocimos en la Tierra.
-¿Conocimos? -musitó Rasha frotándose el mentón.
-Bueno… ha venido a darme noticias de los Ággelos.
-Estupendo -dijo con toda la sobriedad del mundo-. Nos ayudará en la lucha. Los Ággelos en los enfrentamientos directos son escasos.
-Bueno… no estoy seguro de si lucharé -tartamudeó Kufu-. La labor de un Ággelos está en la Tierra.
-Al menos lo intentarás… ¿no? -trató de ponerle en evidencia.
-Bueno, sí, no sé… Yo es que… ¿Levar, tú lucharás?
-Todo lo que sea necesario -contestó ella.
-Vamos, todos sabéis que mi cometido no está en la lucha directa… -dejó caer con una risa altanera.
El león se impacientó. Aquella situación le olía mal. Si pretendía hacer daño a la mujer bipolar, lo iba a tener difícil.
Rasha intuía que el Ággelo se traía algo entre manos y en cualquier caso no iba a dejar que la conquistara.
La situación fue tirante hasta que Levar la desembarazó cogiendo a Ággelo de la mano y marchándose de la casa de la reina Madre.
Este fue uno de los primeros motivos que hizo que león perdiera los estribos por aquel Ággelo.
Más tarde el líder entró en su habitación y le pegó un puñetazo a la puerta, con la mala suerte de herirse los nudillos. Estos pronto curarían pues el sistema inmunológico de los leones funcionaba con rapidez, pero los celos no se esfumarían de modo tan sencillo.
Levar llegó a la tienda provisional con Kufu e hizo las pertinentes presentaciones. Tania estaba entusiasmada con su visita. Le parecía un hombre atractivo y de buen humor.
Jacky le miraba de reojo y Blod trataba de mantener una conversación con él acerca de las batallas de los leones. Entonces comenzó a relatar:

“Hace muchos años, los hombres fueron dominados por el mayor imperio jamás visto. Sus esclavos alzaban templos y pirámides valiosas por los secretos que escondían vastas sabidurías. En las luchas eran valerosos y numerosos. Sin embargo, los leones de Sión lucharon por romper ese poder vitalicio que correspondía a los Faraones luchando contra ellos y, sobre todo, exterminando y matando altos cargos y mandatarios. Fue así como el imperio cayó en aquel momento dejando atrás muertes y venganza, y donando el poder a los hombres de la tribu de Judá…”

-Blod -rió Jacky-. Se me hacen largas tus historias, je, je, je.
-¡Pero si las acorto al máximo! -dijo irónicamente.
-Chicos, ya ha llegado la comida… ¡Yujuuu! -exclamó Tania.
-¿Tú no comes nada? -le preguntó Levar al Ággelo.
-No, los Ággelos no comemos. Estamos en otra pantalla -dijo de forma un tanto altiva.
-Ahm, pues peor para ti -dijo Levar mientras le sonreía a Blod.

Habían llegado a las bancadas, pero las princesas aún no habían servido la comida. Mientras tanto, Rasha miraba a Levar de vez en cuando sin evitar cruzarse con su mirada. De ahí surgieron palabras que silenciadas pronunciadas solamente  los ojos.

-¿Qué relación tienes con Rasha? -quiso saber el Ággelo.
-Rasha es un gran hombre, vaya si lo es… -dijo mirándolo.
Entonces el Ággelo, algo receloso de la situación, argumentó en su contra:
-Bueno, es posesivo y celoso. Siempre pensé que no te gustaban ese tipo de hombres.
-Yo no he dicho que me guste. Solo le tengo una gran admiración -dijo dejándose palabras en el tintero.
-¿Volveríais a amarme, reina Levar?
Levar, confusa, miró al Ággelo a los ojos y le dijo:
-¿Volvería yo a traicionarte, Kufu?
-Sé que ahora no -dijo  hipócritamente. En el fondo, para él era imposible volver a confiar en ella.



La comida consistía en unas tortas de harina horneadas a la leña; y de bebida les acompañaría el serini y una cebada mezclada con frutas. Después uno de los platos principales sería la carne de scrofa gigante enmarinada. Este portento de animal vivía en el bosque de la espiral de los leones. Era un animal similar al jabalí pero de un tamaño descomunal.
También había alcachofas asadas a la brasa, pastel de berenjena y una sopa. La sopa estaba realizada con una picadura de ajo, perejil, eucalipto y hojas de Ruda. Y como guarnición unos huevos escalfados untados con paté de burup. El burup era un fruto parecido a la oliva que los leones usaban a menudo en las comidas y como aceite corporal balsámico.
Ésta sería la penúltima comida en la aldea de los leones Negros y la última vez que tendrían posibilidad de entrenar.
Así que, de ahora en adelante, la encrucijada hablaría por sí sola.

Cuando acabaron de comer, Rasha buscó a Levar con la mirada de nuevo.
Deseaba hablar con ella, lo necesitaba. Así que trató de ponerse en contacto con ella antes de que se fuera de los comederos y fuera imposible hablar a solas.
-Reina Bipolar, ¿puedo hablar contigo? -le pidió amablemente, aunque aún ardía de celos a causa de lo sucedido con el Ággelo.
-Claro.
Se ausentaron andando hacia las casas de la plaza, cerca de la casa de Amine, primo de Rasha.
La familia de Amine les comentó que tenían una infusión preparada, que podía entrar a la casa a probarla si así lo deseaban.
 Ambos aceptaron la proposición agradecidos. Entraron en la cocina y al recibir los cuencos con infusión se quedaron mirándose el uno al otro, tratando de encajar el momento. 
-¡Está buenísimo esto! -exclamó Levar-. Los leones cocinan todo tan bien…

Ella se puso coqueta. Se encontraban solos y el ambiente estaba algo mas distendido así que  sirvió algo más de infusión en las tazas de ambos.
-No quiero andarme con rodeos. No me gusta ese Ággelo-. Aludió sobre el nuevo visitante.
-Ese Ággelo me quiso en la Tierra y creo que también aquí.
-Yo no confiaría demasiado en él.
-¿Por qué? -quiso saber.
-Te traicionará.
-Ya lo hice yo con él una vez.
-Significa eso que vas a abrirle tu corazón, ¿no? ¡Qué! ¿Ahora vas a dejar que te traicione él simplemente por un principio de justicia absurdo? -dijo exasperado.
Empezó a subir el tono de voz. Ella le miraba impasible.
-Voy a confiar en él porque es un Ággelo,  ¿no debería estar aquí para darme aliento y no para quitármelo?
-Eso no garantiza nada, Levar. Cualquiera puede equivocarse de pantalla.
-Cualquiera no, y tú lo sabes, o al menos eso me habéis hecho entender-. Dijo subiendo también el tono de voz.

Ambos se miraban y sorbían la infusión a ratitos mientras observaban la casa de Amine. Era un lugar acogedor, plagado de colores cálidos y muebles de una madera con veteados caobas, marrones y castaños claros. Era una extraña y antigua técnica que utilizaban los leones Negros que consistía en coger las raíces de los árboles caídos y triturarlas después creando aglomerados compactos. Algunos muebles de la espiral de la reina gozaban de ese material ya preparado. Se podía utilizar para construir muebles, menaje de cocina, juegos de niños y, curiosamente, para las reinas era venerado porque servía de base para hacer tallas preciosas que las princesas elaboraban en sus clases diarias.
Tanto el león como la terrestre perdieron la noción del tiempo en aquella casa. Sin embargo el león insistió en su actitud.
-Levar, estás evolucionando mucho. No quiero que nadie entorpezca tu camino.
-Tu eterno afán de protegerme… -dijo haciendo un ademán mientras levantaba una sola mano.
-Él no te conoce de verdad, reina Levar. De lo contrario, sería más discreto y elegante.
-Él me conoció de verdad en su momento y ahora quiere verme feliz-. Argumentó.
-No estaría tan seguro.
-Yo si lo estoy y es lo que importa.
-Lo que importa eres tú, preciosa.
-Entonces deja de controlar mis movimientos y mi vida -exclamó levantándose enfurecida saliendo de la casa.





Se fue dirección a la tienda provisional pero tuvo que frenar porque la princesa Gibedra, que estaba cerca de las bancadas,  le llamó. Estaba esperándola pues Tso había mejorado y quería ver a la reina Bipolar. Sin duda era una buena noticia para la terrestre.
Se fue hacia la casa de la reina Madre. Entro en la habitación donde se encontraba Tso y le abrazó sin más dilación; primero con pasión y luego con ternura.

-¿Estás bien? ¿Cuándo empezarás a andar? -le dijo mirándole de arriba a abajo.
-Chamán dice yo intento.
-Perfecto, iremos despacio hasta las brasas. Quien sabe… quizá alguien este feliz de verte -le dijo guiñándole un ojo y sonrió.
Por fin llegaron a las bancadas y vieron que todos los presenten estaban terminando de tomar sus infusiones.
-¡Mirad quién tengo aquí! -gritó eufórica.
-Vaya -exclamó Blod-. Menudo susto te has pegado, ¿eh?
-Je, je, je. Quería todas las bolas para él -rió Tania.
-Esto hay que celebrarlo, ¿no queda más serini? -dijo Jacky ya casi borracho.
En ese instante un grupo de niños se abalanzaron sobre el desahuciado. Levar trató de frenarles explicando que tenían que tratarle con cuidado porque estaba malherido. Los niños no pudieron refrenar su impulsividad y le abrazaron con furor. Después le cantaron una canción de bienvenida, como cuando celebraban el acontecimiento de que una mariposa se posara en alguna de las bancadas de los comederos.
Por primera vez Tso se sentía integrado. Notaba el afecto del grupo, y el de los niños, y esto era un valor desconocido para él que le hacía reencontrarse consigo mismo.

Accionó la pierna como pudo, se dirigió al baobab más cercano y arrancó unas pequeñas florecillas que se encontraban a pie del árbol.
Cuando volvió a duras penas con el grupo empezó a repartirlas.
-Este pobre idiota también tiene corazón -dijo Tania sonriendo de oreja a oreja y cogiendo su respectiva flor.



Casi al anochecer el consejo se reuniría en la plaza, en las piedras de mármol. Rasha quería hablar con todos los luchadores antes de partir a la espiral de los mutantes. No quería que esa oportunidad se diera demasiado tarde, cuando ya la situación alcanzara cotas altas de dificultad.
Al atardecer, visitantes, leonas y leones, se despedirían unos de otros. La tarde podría convertirse en una velada muy larga.
Levar decidió acercarse con sus compañeros de andadas a la casa de la reina Madre. Quería despedirse de todas las princesas, que tan bien se habían portado, y por supuesto de la reina Madre.
Se acercaron a la casa llenos de euforia, convencidos de que la sensación de estar alegre era un antídoto frente a las amargas despedidas.
Tantas noches en la aldea habían sido demasiadas noches. Todos estaban alentados a luchar y  los ánimos estaban confiados pero la acogida de los leones Negros había calado hondo en todos. Incluso los Ecoditas, que eran los más recientes familiarizándose con la lucha, estaban entusiasmados.
Cuando entraron en la casa de las princesas había preparados unos dulces especiales de canela, miel y nueces, que habían dejado toda la  casa impregnada de la mezcolanza olfativa de esos tres ingredientes.

-Esto es lo mejor que podemos regalaros de la aldea. Son unos dulces que hacemos tradicionalmente para visitantes especiales -dijo la princesa Corín, acercándose a Levar con la bandeja.
-¡Vaya, qué pinta! -exclamó Levar-. Me comería cuatro o cinco seguidos.
-¡Esto es estupendo! Me encantan los dulces -añadió Jacky.
-Son especiales, aportan una energía positiva que sobre todo sirve para moverse -guiñó un ojo la reina Madre.
-Entonces me pido un par de kilos para mañana -rió Blod, y todo rieron con él.
-No os preocupéis. Os daremos unos cuantos para el viaje.
-¿Pasarán de pantalla? -dijo escéptica Levar.
-Sí, por supuesto. Pasaran todos los farms… -le explicó convencida la princesa Corín.
-Yo también tenía un regalo para la reina Bipolar -dijo la reina Madre, con una sonrisa de lado en la boca.
-Este collar -dijo con la mano abierta, enseñándoselo a la chica bipolar-. Es símbolo de las reinas de Sión. -Levar podía ver claramente que era un león portando una bandera de color rojo, amarillo, verde y negro.
-Quiero que lo lleves porque te has comportado como una auténtica reina de Sión. Para nosotros eres una más.
-Muchas gracias, reina Madre -dijo haciendo una reverencia-. Lo guardaré con mi vida.
-Qué exagerada… - musitó Jacky.
-Esto es para ti, Tania -dijo, mostrando un anillo con dos serpientes enroscadas. Entonces cogió su mano y le puso el anillo. Esta, estupefacta, terminó ajustándoselo y eufórica se lo mostró a todo el mundo.
-Es para que recuerdes que ambas culturas, la tuya y la mía, pueden estar hermanadas. -Nunca lo dudaré, reina Madre- intervino tímida Tania.
Levar y Tania se miraron cómplices agradeciendo la labor de la reina Madre y las princesas.
Entonces la reina siguió hablando.
-Blod y Jacky, sé que os regalo algo que es peligroso para la reina Bipolar, pero quiero que sepáis que confío en vuestra responsabilidad.
-Tomad, es ganjha sagrada -les dijo, dándoles unas bolsitas-. Podéis tomarla fumada o ingerida en alimentos.
Ambos se quedaron estupefactos. 
-Cogedla como un presente y utilizadla para pasar pantallas. Os servirá de vigía.
-Si, reina Madre -afirmaron los dos. En ese momento, ambos guardaron sus regalos en el bolsillo.
Levar ya se había puesto el collar y Tania lucía orgullosa el anillo.
-Gracias por todo, reina. Doy fe de que sois una aldea digna de mención -dijo Levar-. Honestos y luchadores, y con muy buenas cocineras -dijo riendo.
-Gracias -contestó la reina Madre.
-Vuestro sello como leones valerosos está asegurado por mi criterio.
-Muchos familiares están esclavizados -añadió la reina-. Solo espero que luchéis por ellos, lo que significa que luchareis por todos.
-Eso haremos -dijo la reina Levar mirando a Jacky, Blod y Tania.
Entonces, Levar se acercó a la princesa Corín y la abrazó fuertemente.
Esto dio pie a que todo el mundo se abrazara unos a otros.
Cuando la reina abrazó con intensidad a Levar, esta se resintió e hizo un gesto de rechazo.
-¿Qué pasa Levar?
-Nada, en la selva me hice daño luchando con los π.
-Por favor, acude al chamán. El sabrá lo que hacer.
-Claro, no te preocupes. Así lo haré.
Después de las despedidas con la reina y las princesas, Rasha hablaría para todos en los asientos de piedra. Era su forma de despedirse y agradecer, aunque en la superficie constituía una forma de guardar las formas y alentar a los guerreros.



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-!Mira, mira toda esa luz!
-¿Qué luz Charlie?
-Todos esos colores, se acercan
y al mismo tiempo parecen uno...
-Quiza sea cierto...

Istharenlanoxe...

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