El contenido de La espiral Bipolar se engloba en un libro de alrededor de 140.000 palabras (o al menos eso creo de momento) Aquí haré la honesta y árdua tarea de transcribir los cápitulos en varias fases para una lectura mas fácil. Y sobre todo compartiré el arte porque el arte que trasmite es el arte para TODOS.
La curiosidad dió sentido a nuestros pasos y nuestros pasos nos llevaron a ella...a la curiosidad bajo el influjo de las mismas espirales.

{Os mando la energía... si queréis saltar os espero en la otra espiral}

miércoles, 20 de junio de 2012

De camino a Sión. Capitulo 4, 1ª parte

De camino a Sión. Año 2045*




El día comenzaba empujaba a la noche para iluminar en aquel lugar de aloes y tierras arenosas.
Los claroscuros abundaban en el paisaje y las casas comenzaban a recibir el brillo del Sol.
En aquella espiral la noche duraba mucho menos que el día. Quizá por ese motivo sus habitantes esperaban la nocturnidad como si de un ritual sagrado se tratase.
Los gatos callejeaban persiguiendo algún halo de luz por los tejados.
Los perros del Oeste apenas dormían y aunque, aparentaban descansar constantemente, estaban siempre en continua alerta.
Tania y Sar dormían juntas y esta vez se les sumaba la compañía de Levar, Blod y Jacky.
Las casas estaban construidas de paja y barro. Era un material que aguantaba en condiciones normales y podía reciclarse en cualquier momento si los años o la calidad del clima lo requerían.

Los hijos de Acuario adoraban el aloe. Algunas habladurías aseguraban que casi todos los males podían curarse con esta planta. Sus múltiples cualidades englobaban curiosamente el carburante de los farms que se alimentaban de dosis líquidas concentradas de aloe.
Levar no había tenido la oportunidad de verlos por la sencilla razón de que se utilizaban en contadas ocasiones.  En principio solo se empleaban para transportar aloe de una punta a otra de la espiral y sobre todo para conflictos entre alianzas. Algunos la veneraban y ,lejos de querer  mantener su exclusividad, querían extender su uso y aplicarlo a múltiples contextos. Otros ,contrariamente a éstos, trataban de darle a la planta la importancia justa que se merecía.
Entre unas discusiones y otras, en ocasiones, algunos hijos de Acuario trapicheaban con el aloe intercambiándolo por artilugios de uso culinario y agrario. Por otro lado, a pesar de ser humildes y sencillos, nunca escatimaban en fondos para combatir por y para Sión. Su disposición a la lucha era interminable.

Las disputas entre algunas espirales siempre impedían crear un mundo nuevo que Sión aceptara para sí mismo y en espejo para los demás. Se decía que los leones eran máximos candidatos a alcanzar Sión pero nadie pudo saber jamás dónde se ubicaba Sión, aunque se presumía que la ayuda de las reinas o los chamanes era imprescindible para ello.

Levar estaba traspuesta pero intentó levantarse sin más dilación. Le esperaba un viaje asombroso y quién sabe si largo. Antes de llegar a la espiral de los leones tendrían que hablar con la reina Omega. La rueda se complicaba por momentos y ella ignoraba por completo a dónde le llevaba toda esta travesía.
Llegó el momento en el que tuvo la necesidad de huir. Quería ponerse a correr ya mismo, sin mas.





Había amanecido en el poblado. Levar salió a la puerta para sentir la luz del día.
Aquel amanecer fortuito era precioso. No hacía demasiado frío pero sí el suficiente como para entrar en casa a por más ropa.
Cogió un pañuelo de grandes proporciones y se lo echó a los hombros.
Volvió a la luz del día y esta vez Blod le dio los buenos días.

-Hoy he tenido un sueño -le dijo el animal-. Creo que no debes abandonar en ningún momento el viaje -dijo mirándole seriamente a los ojos.
-¿Qué te hace pensar eso? -musitó escéptica.
-No sé. Puedes o no puedes confiar en mí. Pero eres la última persona que debería abandonar esta travesía.
-Bien, haremos una cosa -dijo en un tono un tanto divertido-. No lo abandonaré si tú no lo haces tampoco.
-Trato hecho -dijo Blod mirándola a los ojos y dándole la pata.
-Trato hecho, Blod.
Ambos apartaron la mirada y comenzaron a ojear el poblado.
El perro era inmenso en sus proporciones. Parecía una mezcla entre pastor alemán y labrador pero en él no destacaba el pelo negro sino una gama amplia de marrones, desde el mas oscuro en el lomo, la cabeza y las patas hasta el más claro en la barriga, parte de las orejas y la cola. Su mirada aunque fugitiva se tranquilizaba en la presencia de Levar y permanecía dócil bajo su influjo misterioso y al mismo tiempo avizor bajo el que quisiera hacerle daño. Mantuvo unas palabras con el chamán y aunque su misión era seguirla y protegerla, el miraba mas allá de su desconcierto y veía a una muchacha enigmática y tremendamente bondadosa incapaz de ver sólo un perro gigante en él.

Siguieron mirando el poblado y Blod manteniendo la mirada en el horizonte le siguió hablando:
-Hay varios como esté en esta espiral. ¿Lo sabías? -preguntó el can sin ánimo de enredar sus ideas.
-No, no tenía ni idea.




Llegó el momento en que todos debían estar preparados para la reunión. Se disponían a marcharse cuando Tania, algo eufórica, se dirigió al grupo.
-No podremos divisar otras espirales sin la ayuda de un chamán.
-Tranquila, la reina nos acompaña.
Mientras tanto Levar olía los últimos detalles de aquel lugar.
-Quizá Levar pueda servirnos de ayuda para rastrear -apuntó Blod.
-Ella es de otra espiral… -dijo con seriedad Tania.
-Incluso yo lo soy. Algún día fui humano. Todos los perros lo fuimos.
Levar resopló al mismo tiempo que se preguntó si de verdad le interesaba saber más.
-¿Y por qué llegaste a esta condición? -pregunto la humana con cierta dejadez.
-La ira, no pude controlarla. En ocasiones cuando vives una vida llena de rabia no te queda otra encrucijada.

Levar no entendió parte del mensaje, pero no cabía duda de que ese perro titánico le resultaba dócil y majestuoso. Sin lugar a dudas la cordialidad no estaba reñida con un carácter resuelto y decidido.
Entonces, Tania, al oírlos hablar de la rabia, exclamó:
-De eso están llenos los mutantes – bramó  y posteriormente escupió al suelo.
-Y si no nos descuidamos nos encontraremos con más de un león así, aunque en ocasiones son tan elegantes para mentir…-dijo Sar mirando al Keburi plena de complicidad.

-¿No utilizáis tecnología? -apuntilló Levar al aire.
-Los leones de Sión la usan con frecuencia -explicó la hija de Acuario.
En ese mismo instante se cruzó un niño delante de ellos. Llevaba una especie de bicicleta de madera y hierro. En lugar de rodar parecía dar zancadas.
Levar miró estupefacta al niño. Era de los pocos que había visto en toda su estancia en aquella espiral. Además llevaba el único vehículo que había visto hasta el momento en la espiral de los hijos de Acuario.
-Nosotros apenas usamos porque la vida aquí es sencilla – siguió diciendo Tania-. Solo nos sirve para comunicarnos con otros poblados. Sobre todo nos ayuda tenerla para los traslados del aloe por la espiral. También la usamos para comunicarnos con la espiral de los leones. Para el resto preferimos no usarla ya que no tenemos nada en común con los demás. Realmente la reina Etram, del linaje de Lilith, se encarga de protegernos en ese sentido comunicándose en ocasiones con la reina Omega.
-Creo que estas hablando demasiado Tania – intervino Sar-. Será mejor no embutirle la cabeza con tonterías… algún día tendrá que volver a casa.
-Será mejor -repitió Tania algo avergonzada.
-Y los niños, ¿por qué hay tan pocos? -pregunto Levar llena de curiosidad.
-La mayoría se alían  con los leones. Allí se sienten más fuertes y valiosos. El resto tienen distintos destinos, sobre todo en la espiral de la reina Omega…, luego, dependiendo de sus capacidades, pueden ir también a otras espirales… -terminó de decir sin querer explicar demasiado.

Por fin llegaron a la base del Chamán. Allí se realizaban todas las reuniones. La base era su templo de ceremonias.
Levar andaba jugando con su imaginación. Muchas ideas pululaban por su mente de un lado a otro sin freno alguno.
Volvió a sentirse fuera de lugar. Comenzó a tomarle cierto cariño a Blod y a Jacky, incluso a Tania y a Sar, pero algo le decía que tenía que encontrar su propio camino.
Su dilema consistía en elegir entre seguir caminando con aquellos individuos o perderse en algún espacio incierto.
Aun no encajaba ciertas cosas y el desconcierto de la situación suponía tal vez uno de los mayores obstáculos para no entender absolutamente nada de la complejidad de las espirales.
La sensación de no ser aceptada por los hijos de Acuario ganaba por mayoría. Y ese mismo sentimiento, paradójicamente, se unía a la idea de buscar respuestas.
Volvió a recordar la carta de Íed. Todo era hilarante aunque la lucha por ganarse el respeto y el honor de los hijos de Acuario tenía tal vez algo de sentido.
De forma natural había aceptado el hecho diplomático de respetar a aquellas gentes. Le era imposible cuestionar ningún tipo de vida por sencilla que fuera. Y en este caso se negaba a ver a aquellas gentes como una etnia más, sin complejidad, sin un entramado de relaciones inteligentes.
Sin embargo no podía evitar sentirse desorientada puesto que su situación no dejaba de carecer de sentido.

Le gustaba de ellos su vestimenta, su carácter, su ímpetu, su identidad. Así que en el fondo era lógico que deseara sentirse una más aunque su obstinación la impulsara a huir.
Recordó las largas noches en vela en su casa. El teléfono sin sonar. Recordó que antes no tenía una misión. Ahora buscaba algo de si misma que tenía la necesidad de encontrar. No quería encontrar una vida en el espacio sino dentro de sí misma. Antes dentro de su soledad apenas hubo espacio para la vida.
Antes el prejuicio había apartado a toda la gente que se sentía ofendida por su enfermedad pero eso no le daba sentido a la realidad, fuese éste negativo o positivo.
Si cojeas no puedes andar. Si tu ánimo enferma no puedes tener sentimientos positivos, no porque carezcas de ellos sino porque el hábito no hace al monje, así como el constipado no forma parte del carácter de nadie.
En el laberinto mental de Levar algo empezaba a ser al menos divertido, ya que importaba salir…

Trató de recordar las facciones de sus padres, sus gestos, sus guiños, sus risas, sus mentiras, todo.
Su hermana había desaparecido y sin duda era su peor recuerdo. Shiva necesitaría agua y comida. La casa estaría esperándola.





-Vamos Levar -exclamó Blod sacándola de su trance- ya hemos llegado.


Entraron uno detrás de otro. Aunque la nave era inmensa las puertas eran pequeñas.
Dentro se encontraban aparcados varios farms. En total Levar contó cinco a simple vista.
La nave estaba llena de trastos viejos algo oxidados y polvorientos.
Entraba poca luz que encontraba salida a través de unos ventanucos situados en lo alto de las paredes.
Frente a los farms había una avanzadilla de personas. Algunas estaban sentadas en el suelo, unas pocas de pié y la gran mayoría eran mujeres jóvenes.
Al parecer los hombres más emprendedores se habían aliado con los leones y el resto prefería no participar en misiones complejas.
Algunos decían que, efectivamente, no tenían la energía suficiente para hacerlo. Otros los defendían alegando dignidad y deseos de paz.
Sar y algunas mujeres defendían su honor argumentando que prefrían gastar sus energías luchando por el equilibrio de su pueblo.
Aparte de los elegidos, había unas cuantas hijas de Acuario más con sus protectores fieles, los perros del Oeste.
Los que habían llegado antes se disponían alrededor de un especie de balsa vacía de unos veinte por treinta metros con la diferencia de que tenia un elevador en lo alto de la nave en su misma altura y dos salidas con rampa por la parte mas ancha de la balsa.
Ese lugar estaba destinado para arreglar farms.
El resto que vino mas tarde junto a Levar, se arremolinó sin orden ninguno cerca de unas grandes escaleras que daban a una especie de caja de mandos.
Situada mas o menos en el centro de uno de los laterales de la parta ancha de la balsa se encontraba una mujer bastante templada.
-No podemos permitir que siga sucediendo. Pocos π están interesados en los hijos de Acuario. Todos sabemos que luchan por metas más ruines que consisten en alimentarse de los más débiles. El planeta tierra los nutre y los satisface. Saben que tarde o temprano si alcanzan nuestras bases será solo gracias a ellos y no podemos permitir que los terrestres accedan y destruyan el Universo Alfa. – la señora alta hizo una pausa. Era la misma que había dado el discurso en el anfiteatro, la reina Etram. Llevaba esta vez una túnica marrón con la capucha a medio poner y todo su pelo recogido en una trenza apoyado en su hombro derecho.

-Aquí tenemos un ejemplo que, lejos de parecer esperanzador, inquieta a todas las bases -hizo un ademán con la palma de la mano abierta señalizando a la joven Levar de forma delicada.
Ella se acercó algo sorprendida. No quería ser la protagonista en ningún momento y menos tener que hablar en voz alta frente a aquella comitiva.

-No tengas miedo -susurró Blod.

Cuando hubo alcanzado a la mujer, Levar alzó la mano de forma misteriosa hasta la altura del hombro. La señora siguió la dirección de la mano con los ojos y se la cogió al mismo tiempo que se presentaba.
-Soy la reina de Etram. ¿Con quién tengo el gusto de hablar? -sonrió sabiendo perfectamente la respuesta.
-Me llamo Levar. Aunque algunos amigos me llaman Miss Carrusel -dijo recordando con cariño a su amigo Brand y desprendiéndose de la mano de la reina.
Entonces se le acercó al oído y le confesó:
-Mantente firme en todo momento, una mujer de las reinas Omegas tiene un mensaje para ti -le dijo apenas susurrando.
-Ahora quiero que todos se preparen para el trayecto -levantó la voz-. Pronto estarán en la espiral de los leones de Sión pero antes debemos parar de momento en  un destino de suma importancia, la espiral de las reinas Omegas.
-Por favor, Keburis y perros del Oeste… -dijo la reina haciendo de maestro de ceremonias-, …vayan subiendo con sus respectivos compañeros los hijos de Acuario. Y usted, Miss Carrusel, ocupe su asiento junto a Tania y Jacky. El resto ya sabéis vuestras posiciones.
Tras la gran balsa y la escalera que daba al control de mandos quedaba más de media nave donde estaban aparcados los farms.
Todos comenzaron a subir a uno de ellos. La altura de éstos vehículos era ideal para los perros del Oeste y tenía suficientes asientos como para más de una docena y media de personas. Por otro lado ,en ausencia de ventanas, la luz se abría a través de una gran luna delantera que monopolizaba toda la fachada. Ésta tenía una forma picuda y alargada que la dotaba de un diseño piramidal.
Los asientos del vehiculo estaban forrados de un material similar al cuero, exceptuando la cabina de mandos y un cuadro inmenso que, incluso apagado, mantenía unas luces rojas de emergencia. Realmente tenían forma de autobús pero sorprendentemente se movían gracias a unas placas solares y un complejo sistema eléctrico que estaba acompañado de un motor a propulsión.
Este último daba la posibilidad de moverse a grandes velocidades adaptándose incluso a distintos tipos de combustible.

1 comentario:

  1. Genial en la descripción, los intervalos de los diálogos, todo tiene sentido... qué espiral tan original a la par de extraña el de las Hijas de Acuario. Me identifico mucho con su forma de pensar y de vivir, con su idiosincracia y sus costumbres. Me ha molado el capítulo, esperando con ansia todos los demas!! Enhorabuena Isthar...

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