El contenido de La espiral Bipolar se engloba en un libro de alrededor de 140.000 palabras (o al menos eso creo de momento) Aquí haré la honesta y árdua tarea de transcribir los cápitulos en varias fases para una lectura mas fácil. Y sobre todo compartiré el arte porque el arte que trasmite es el arte para TODOS.
La curiosidad dió sentido a nuestros pasos y nuestros pasos nos llevaron a ella...a la curiosidad bajo el influjo de las mismas espirales.

{Os mando la energía... si queréis saltar os espero en la otra espiral}

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Capitulo 11, 4º parte




La abnegación de los mutantes (Añ0 2045) 
(Parte 4º)



El ambiente del círculo era de cordialidad; estar reunidos todos juntos dentro del farm les hacía sentirse seguros. Todos estaban absortos en sus propios mundos, menos Levar, que  contemplaba al león paciente ajena a todo lo demás. Él le devolvió una mirada pausada; su corazón palpitaba solo con verla. La mujer bipolar le trasmitió pasión con los ojos y sosiego y tranquilidad con los gestos de su rostro. En ese momento era indiferente que pudieran leer los pensamientos el uno del otro. Eso ahora no importaba.

-No tardaré- dijo Rasha sin apartarle la mirada.
-No tardes- le contesto ella clavándole las pupilas.





-Hermano Joe- saludó Rasha entrando en el farm del león de Judá.
-Hermano Rasha- ambos agacharon la cabeza.
-¿De que querías hablarme Joe?
-De las alianzas. No confío del todo en estos mutantes. Son muchos y pueden cambiar el rumbo de las cosas. Cualquier decisión puede trastocar nuestros planes y me temo que su conducta es algo caprichosa.
-Sobre el tema de las decisiones, tal vez tengas razón. –dijo sentándose en uno de los asientos del farm. –-¿Que sugieres?- dijo echándose las rastas hacia atrás. Era conveniente que Joe se sintiera participe de las decisiones, el líder sabía que era una forma eficaz de que trabajara en grupo y aportara ideas.
-Creo que lo mejor sería desmarcarnos de ellos. Tienen objetivos muy distintos a nosotros y métodos para conseguirlos que no compartimos en absoluto. Nosotros ya formamos un gran ejército.
-Si somos más nos actuaremos con mas ventaja, aunque nos cueste movernos un poco más.
-Ellos podrían luchar a su manera y nosotros a la nuestra por separado, en distintos momentos en el tiempo.
-¿Cómo pretendes solucionar lo que planteas?-siguió diciendo Rasha.
-Realmente ahora les necesitamos. Ellos son únicos, se desahuciaron del Faraón y tratan de vivir su propia vida, aunque para sobrevivir  han tenido que adaptarse a la ley babilónica.
-Bien. Han estado sometidos y quieren liberarse de cualquier yugo. Eso está claro, Rasha- dijo impaciente.- Pero debemos probarles- argumentó. De hecho no tenemos tiempo, hay que jugársela a la primera.
-Además buscan a la reina- añadió siendo testigo de cómo Rasha arrugaba la cara.
-¿Desde cuando te interesa la reina?- dijo ojeando el farm y a sus tripulantes, tratando de no darle importancia a las palabras de Joe.
-Vamos Rasha, la subestime pero es poderosa, de eso ya no hay duda.
-Avisaré a todos los farms. Ahora todas las mujeres deberán ser nombradas y tratadas como reinas. No podemos poner en evidencia la identidad de la reina Bipolar.
-Estoy de acuerdo. ¿Y que haremos con los mutantes rojos? – preguntó Joe interesado.
-¡Confiar Joe, confiar!- exclamó Rasha algo inseguro. –Ellos no son enemigos. Al menos no lo son para ti por mucho que pienses lo contrario. Solo buscan la liberación.
-¿Y ahora que esperamos? ¿Los farms están por fin organizados?- dijo Joe inquieto.
-Están buscando más farms para los rojos que se han quedado sin vehículo. Será una tarea difícil. Aunque se hayan sumado mas insurgentes siguen faltando farms.
-Entonces, ya nos habrán encontrado, supongo- dijo seriamente Joe esperando una contestación.
-Si, claro. Creen que somos una concentración de rojos que celebran una simple reunión. En principio no sospechan que hay algo mas que mutantes rojos.
-Tú lo has dicho… en principio.
-La cuestión es que tenemos a los mutantes de nuestra parte- siguió diciendo Rasha- Y eso es un gran punto a nuestro favor. Hay que estar alerta siempre y ellos lo están las veinticuatro horas, es su forma de vida.. Atacaran a Babylon con mejores armas que nosotros; están acostumbrados a lidiar con las energías negras.
-Supongo. –contestó Joe.
-Ahora no salgáis del farm y, mientras tanto, nombrar a todas las mujeres que tengáis en vuestros círculos  como “reinas”. Si hay cualquier otro cambio os avisaré cuanto antes con la pantalla tecnológica.
-Perfecto – dijo Joe mientras Rasha ya se estaba marchando hacia el exterior.






El león, que se movía a paso ligero, iba haciendo una inspección rápida de todo cuanto le acontecía. Entre los farms y los aparcamientos señalizados de la estación los insurgentes probaban sus habilidades. Algunos daban saltos y piruetas increíbles sirviéndose tan solo de su propio cuerpo. Otros se embestían mutuamente  para medir sus fuerzas. Nadie sacaba las uñas. No era necesario en ese momento y podía ser mortal…
Otros, esbeltos y precavidos, jugaban a juegos en el aire utilizando cuerdas y telas que habían colgado en el techado de la estación. Aunque mantenían un equilibrio pasmoso, jugaban con la probabilidad de que cayera alguna cuerda ya que aquel techo era antiguo y podía no resistir.
Había hombres y mujeres por igual. Sin embargo no había ni un solo niño. Valorando la situación, el león apreciaba que la gran mayoría tenían todos los requisitos suficientes para ser buenos luchadores; coraje, gallardía, respeto por el resto de luchadores, habilidades con las armas y la lucha y técnicas de combate. Y por último y más importante, la maestría, la cual  era privilegio solo de los que tenían mas experiencia.
Se notaba que los rojos habían heredados algunas cualidades de los mutantes azules y de los leones de Sión. Antiguamente una alianza los unió en una guerra épica a favor de la liberación. La mezcla de linajes hizo posible la aparición de estos seres extraordinarios. Todo el Universo Alfa sabía que, de las mezclas genéticas entre espirales, siempre surgían los Alfarianos más fuertes y resistentes a cualquier energía negra.



Mientras a Rasha le faltaban unos pasos para llegar al farm, Asar llegaba al mismo por un  camino distinto.  Ambos se llegaron a la puerta del farm al mismo tiempo.
-¿Ya estás aquí? -preguntó el león al muchacho tratando de no ser insidioso.
-Si, ya hemos organizado los nuevos farms. Ahora faltan por llegar los mecánicos y cuando eso suceda, solo nos faltara por posicionar a unos ochenta rojos más.
-Muy bien Asar. Buena labor. Yo quería pedirte algo…- dejó caer cambiando bruscamente de tema.
-Quería pedirte que te quedaras en nuestro farm.
-No sé que contestar. Quizá el resto me necesite- contestó preocupado.
-Ya están casi todos posicionados. Faltan unos pocos que confío en tu buen hacer. Además cada grupo estará guiado por un jefe. Te invito a que te quedes con nosotros. Para nosotros el viaje no es tan sencillo. –confesó.
-Entiendo, aunque tienes un grupo magnífico.- le felicitó.
-Si pero esto para algunos es un túnel negro. Jamás habían luchado.
-De acuerdo, me convenciste pero ahora tengo que ausentarme. Debo explicarles a mis hermanos mi ausencia.
-Bien- contestó el león Negro entrando en el farm.- Te esperaremos aquí, pero no te sientas comprometido. Debe ser tu voluntad.- Dijo apuntando al farm con el dedo.

Al entrar al vehículo Levar salía. Se quedaron paralizados; divididos entre dos tierras enfrentadas.
-Te dije que no salieras- le dijo poniendo cara de circunstancia por sentirse en un espacio angosto.
-Te dije que saldría. – dijo aún enfurecida con él.
Levar sintió que sus piernas le temblaban.
Trató de controlar sus instintos pero era difícil evitar la mezcolanza de sentimientos hasta el punto de transformarla en un resultado positivo.
Las manos también le temblaban y cuando le miraba a los ojos caía en un abismo que nublaba sus recuerdos y sus emociones.
Se miraron a los labios y con los ojos trataron de moverse para no aparentar inseguridad.

-¿Porque tu mente de nuevo es un muro?- pensó Rasha.
-¿Por qué tu no puedes derribar el muro?- siguió pensando ella.

Ambos oían sus pensamientos. Ambos oían los latidos del sus corazones pero ninguno era capaz de reaccionar.
-Asar vendrá pronto al farm. Se ha unido a nuestro grupo. – logró vocalizar el león.
-Es un buen chaval. Al menos a mi me lo parece.
-Luchará con nosotros, y sí, es cierto que es un chico valiente. –Procuró  decir Rasha para distender la situación.
-Le daremos una oportunidad pues.
Levar volvió a recordar a Asar. La profundidad de sus ojos le recordaba a alguien; le traía reminiscencias del pasado, aunque ya no sabía bien en que punto de la historia se encontraba y si eso realmente era importante.  
-Bueno, no voy a salir del farm. Pero que conste que estoy en mi derecho de hacerlo. – dijo tratando de abrirse paso para entrar de nuevo con sus compañeros.
-Tu deber es proteger la puerta, no buscarte líos. De hecho tu deber es mayor que tu derecho -dijo tajantemente Rasha.- Deberías tener en cuenta que yo también tengo deberes.
 Hizo una pausa y respiró hondo.
-Cuando te marches, Levar, estaré orgulloso de que llegues sana y salva a tu casa con los tuyos. Ese es mi deber- admitió.
-¿Y si no vuelvo?- preguntó cargando un peso especial a sus espaldas.
-Tendrás tu propia encrucijada. Sea como sea no debes pensar nada más que en ti.
-¿Y si lo que pienso conlleva pensar en todos vosotros?
-Serías entonces un Ággelo pero no debes olvidar que tienes que comportarte como lo que eres, una reina.
Ella bajó su mirada y con ella el mentón.
Temía por un futuro. ¿Con que alter ego debía encontrarse de sí misma?  En esta ocasión no podría evitarlo. Tratando siempre de darle sentido ha todo había olvidado que su origen y su esencia, sus pasos dados y por dar, eran los que habían dado un fundamento firme e indestructible a su propia encrucijada.
Ella, en muchos momentos se había sentido asediada por sus propias ideas, y, en ocasiones, había fingido que no estaban allí, que no existían y por lo tanto no tenía que admitirlas.
Ahora estaba bloqueando en su mente sus verdaderos deseos, a la par que obstruía todo aquello que no era capaz de afrontar. Era una reina y si lo era tendría que comportarse como tal, sin fingir que no tenía dudas ni conflictos consigo misma. Tenía que aceptar su encrucijada sin evitar pensar en su propia existencia. No podía salvar a ningun Alfariano si no se había salvado ni así misma.
Tenía la obligación de encubrir sus habilidades y sus virtudes para no llamar la atención entre los mutantes rojos. Esta mentira le hacía sentirse impotente, e incluso le procuraba algo de ira.
Por otro lado, parecía que estaba fingiendo con pasmosa facilidad que no sentía nada por Rasha, y sin embargo, si que expresaba que había echado de menos Kufu y sentía algo por él. Pero no podía alterar el rumbo de Rasha ni hacer de menos al Ággelo ahora que había arriesgado su vida por acercarse a ella.
La situación era absurda: lo estaba siendo desde que se había encontrado por primera vez con Tania hasta el día de hoy. Nadie le creería en la Tierra, contarlo sería cavar su propia tumba y en lugar de echar tierra en el hoyo, lo llenarían de pastillas.
¿Por qué le había pasado esto a ella? ¿Por qué las tinieblas le habían llevado siempre a la luz? Esta vez una luz cegadora que se empeñaba en seguir los pasos del conejo blanco le impulsaba a llevar hasta el Faraón.
Es cierto, había llorado en silencio por no ser aceptada por Tania o por sentir que Jacky solo la trataba con condescendencia. Sus amigos no habían entendido parte de su encrucijada pero el incondicional Blod le había enseñado que hay pantallas individuales, en las que nadie puede entrar nada más que una misma.
Todo tenía que terminar. Tarde o temprano se toparía con su propia encrucijada y todo cambiaría. Sin embargo, presentía algo más; presentía un camino de tierra, barro y cielo. Presentía recuerdos que aún no habían sucedido…
Ahora su enfermedad no le condenaba a una existencia fútil. En la Tierra seguirían estigmatizándola pero ahora todo estaba tan claro que no necesitaba ningún tipo de aprobación externa.
Todo tenía sentido contemplado la dualidad bipolar de la espiral…

Después de navegar en pensamientos profundos miró a Rasha a los ojos.
Quería decirle que necesitaba derrumbar la pared que los separaba. Quería decirle…

-Rasha, ¿Cuándo partiremos? – dijo avergonzada por su propia cobardía.
-No se, supongo que cuando caiga el día, en cualquier momento. Ya sabes que aquí solo debemos escondernos durante la noche y atacar por la mañana. Pero aún no sé. Faltan mutantes y aún no tenemos claro como plantearemos el ataque a la secta. 
-Faltará un día y medio quizá- calculó la reina por instinto.
-Tal vez- contesto inquieto mirando hacia todos los lados.
-Tranquilo- dijo resignada.
Sé que nunca escucharás mi corazón. – pensó para sí misma.
Entonces trasmitió con la mente algo a Rasha pero era difuso.
-¿Qué?- dijo él.
-Nada, nada- repitió la reina Bipolar. Entonces Blod salió a buscarla a la puerta.
-Estás aquí – dijo en cuanto la vio.
En ese mismo instante Rasha desapareció en el interior del farm.




Los farms que faltaban empezaron a llegar. Pal, Sofía y Asar se encargarían de recibirlos. Algunos estaban ya organizados. Otros iban casi vacíos esperando a ser ocupados.
Asar manejaba a las multitudes con una increíble naturalidad. No parecía un mutante azul pero tampoco tenía el aspecto de un mutante rojo. Él era el único con tez morena y pelo negro rizado. Además era un ser fuera de lo habitual no solo por su aspecto sino por la facilidad prodigiosa que tenía de mover masas con armado de una esencia humilde y sencilla. Esto no implicaba que fuera un muchacho simple y común. Implicaba que no necesitaba subterfugios para rendir a sus pies a la colectividad.
Conocía a los gatos, algunos decían que también él podía transformarse. Pero no era uno de ellos. Había sido consagrado clandestinamente con un tótem llamado Boaz; una columna que  simbolizaba  la fuerza y la alegría.
Si, era un muchacho optimista; tanto que creía en los milagros y renegaba de las encrucijadas inútiles. Para él todo tenía tanto sentido, al igual que lo tenía el propio equilibrio del Universo Alfa.
Ahora solo faltaba saber las coordenadas de la Secta, planear un ataque, llegar a la ciudad Negra y derrocar a la Secta principal.
Algunos jefes hablaban sobre los planes de lucha.
Rasha se encargaba de todos sus luchadores. El león Pripe le estaba ayudando en primera persona y Joe era el encargado de algunos farms, como el farm donde estaba el chamán Ribe.
Sobre el resto de farms cada uno tenía un jefe a bordo dispuesto a capitanear a cada círculo.




Asar había generado ciertas expectativas que resultaron atractivas para los centenares de mutantes.
Era decidido, valiente y directo.
Aunque ahora seguiría al grupo de Rasha, su mente estaba enfocada en un numeroso grupo de gatos que tramaban la derrota de la Secta y la muerte del Faraón.











-Siul, no debemos defraudar al Faraón. Quizá me subestime porque me manda individuos como tú- Isocrati gesticuló convencido de que el secuaz que le había mandado el mismo Faraón podría solucionar algunos de los cabos sueltos que sostenían con pinzas el asunto de la mujer bipolar. -pero he de decir que mi poder entre los mutantes azules es mayor al que jamás había alcanzado ningún mutante azul.
Isocrati se regodeó en su prepotencia y Siul asintió. Juntó las dos manos por la yema de los dedos abriendo completamente las muñecas. Después, sin dejar de hacer aquel gesto, reposó los codos sobre la mesa y trató de relajarse. Isocrati no era un mutante demasiado listo pero su maldad corrosiva corría a su favor.
El hombre misterioso llevaba un hábito marrón y la capucha la tenía colocada de manera que no se le veía apenas la cara, tal vez unas sombras, pero era preferible no tener que ver su rostro. No era un hombre obeso pero si corpulento.
Isocrati gozaba al verle así…, pero pronto dejaría de ver su auténtica esencia. Realmente su cara era abominable pero el jefe de la Secta estaba acostumbrado a las mutaciones de los azules y los ∏.  Estaba íntimamente familiarizado con al cara del mal.
En realidad aquel hombre no era pusilánime sino que se comportaba como tal y tal disposición erotizaba morbosamente los pensamientos de Isocrati, pues el dirigente sabía perfectamente que su falsa timidez cobarde era uno de los miles de disfraces que un ser como Siul podía adoptar y que adoptara éste solo implicaba que era mas inteligente y mas influyente de cabía esperar. 
Además el ser pusilánime le había facilitado a Isocrati unas pastillas que le hacían sentirse seguro de sí mismo al cien por cien. Con eso podría funcionar de maravilla durante mas de un mes. 

-Si no tienes nada más que decir, he de marcharme. Pronto tendrás noticias mías. Hasta entonces…
El hombre encapuchado hizo un ademán con la cabeza y se levantó deslizándose hasta salir fuera del salón-escritorio como si fuera un gato.



La secta estaba representada por cinco mutantes azules liderados por un sexto que no era un azul puro, sino una mezcla entre gato insurgente y mutante azul. El único que tenía más cosas en común con los gatos era paradójicamente el más despreciable y ruin de todos los mutantes azules cuantos se podía imaginar de la espiral al completo. Era inigualable, pero eso sí; por su odio y egoísmo.
Este ser, que se hacía llamar Isocrati, tenía gravado en su corazón el interés eterno por una vida superflua llena de codicia. Maquinaba en su beneficio mil tretas maliciosas y vendía al resto del grupo la promesa de vivir una vida inmortal que el mismo Faraón le había prometido desde hacía un tiempo.
En la ciudad Negra los mutantes azules eran exclusivamente nocturnos.
Dormían las tres horas de día, junto a unas pocas horas más de noche.
A penas comían y desechaban sus horas pasando de una pantalla a otra.
Se saturaban de velocidad, riesgo y diversión fugaz durante casi todo el día y cuando pasaban una pantalla se adjudicaban honores y volvían a absorber energía para retomar de nuevo el seductor juego de pasar otra pantalla. 
Sin embargo Isocrati les engañaba. En realidad solo les dejaba pasar pantallas en casos muy puntuales pues la verdaderas pantallas que solían pasar los mutantes azules eran simplemente un simulacro; vidas de plástico empaquetadas por la especulación de su dirigente, vidas enfrascadas en sueños que nunca se cumplirían pero pintaban bonito.
De todos modos, superar las pantallas ficticias suponía tener precisión y práctica y eso era un aliciente que siempre captaba la atención de aquellos pobres incautos.
La Secta había echo de sus habitantes seres pusilánimes y vacíos, sin iniciativa ni creatividad propia. Todo pensamiento era masticado y estaba urdido en un gran plan que los mantenía esclavos de sus sueños ficticios de superar pantallas. Sin embargo algo alteraría sus rutinas en breve. Algo inesperado…










En la vieja estación el caos inicial se había convertido en un orden aparente. Los mutantes seguían fuera de los farms, lo que todavía estaba manteniendo cierto caos. Sin embargo, los farms estaban organizados y cada uno sabía el lugar que le correspondía.
De todos modos era casi imposible que los rojos estuvieran callados, ordenados y aplacaran su emotividad.
Rasha pensaba que esto se subsanaría definitivamente cuando se arreglaran todos los farms y se terminaran de ordenar filas. Pero Asar sabía perfectamente que nada aplacaría el fuego interno que ardía dentro de cada uno de los mutantes rojos que vivían dentro de aquella inmunda espiral.  



-¿Has visto a los visitantes de las espirales?- Preguntó un mutante afanándose por colocarse las botas.
-Si, claro. ¿Por qué? –le cuestionó el compañero de al lado.
Ambos eran altos y llevaban el pelo rojo y largo hasta la nuca peinado hacia atrás. Uno vestía de negro, con el símbolo de los mutantes cosido en la  camiseta, y abajo llevaba un pantalón ajustado.
El otro llevaba una camiseta violeta y un pantalón gris similar a los mutantes azules, pero el símbolo de las pirámides invertidas que llevaba en el cuello, delataban  desde cualquier distancia corta su condición de rojo.

-No sé, me parecen extraños- siguió diciendo el primero.- No parecen tener el suficiente miedo por llegar a la ciudad Negra y luego afrontar al Faraón…
-Quizá ignoran lo que se van a encontrar. Sea como sea eso les mantendrá serenos. No es conveniente que esos Alfarianos pierdan el control.- Dijo el otro.
-Tienes razón, lo ignoran y en parte eso les puede servir de ayuda- dijo sacando una conclusión de lo que su mismo compañero había comentado.
Mientras ellos hablaban pasó Asar por delante.
-Faltan por llegar un par de farms y arreglar los que están estropeados- gritó a los insurgentes- Mientras tanto os ruego cierto orden.
El ambiente estaba relajado. Nadie tenía energías para hacer esfuerzos extra. Aún así todo estaba repleto de mutantes rojos sentados en distintas partes de la estación.
-¿Cuánto faltará para partir?-gritó uno.
-Quizá medio día. Tal vez uno. Ojala que pronto.
Cuando el muchacho carismático dejó de hablar los mutantes siguieron en sus conversaciones. Todo aparentaba calma pero los rojos no podían estar encerrados en los vehículos. Nadie podía impedirles lo contrario.






Asar se dirigió hacia el farm de Rasha. De momento, no quedaba nada pendiente por hacer. Los rojos disponían de armas y valor suficiente para la lucha y eso venía dado de antemano. Lo único que no tenían eran víveres pero eran capaces de permanecer durante dos días sin comer, incluso tres.  En caso de necesitarlo siempre llevaban encima unas raíces energéticas llamadas schizandras, mezcladas con germen de trigo, que los propios mutantes azules proporcionaban a sus compatriotas para pasar pantallas.
La gran parte de la alimentación de la espiral de los mutantes se sustentaba de estimulantes tanto naturales como químicos. Aunque los rojos optaban por los primeros. Eso era suficiente para alimentarse teniendo en cuenta que ellos también absorbían energías de otros mutantes. Podían ser positivas pero en ocasiones no podían evitar impregnarse de las negativas.
Y  cuando eso sucedía con los azules trataban de guardar las formas realizando otras actividades que les descargar la rabia y la frustración que tenían por no poder luchar por ser ellos mismos. En ocasiones algunos no podían  dominar su interior hasta el punto de crear lucha absurdas donde probablemente tendrían el as de perder. Por eso los rojos preferían vivir en los bajos fondos, para evitar un enfrentamiento que podría acabar desgraciadamente en muerte. Si un rojo luchaba con un azul podía destruirle hasta acabar con su encrucijada y, al fin y al cabo, la encrucijada de los rojos no era matar a nadie.








Asar se adentró en el farm. Había estado hablando con muchos rojos acerca de la existencia de la reina Bipolar y debía trasmitírselo al grupo de Rasha cuanto antes.
Una vez dentro observó que los ánimos estaban calmados.

-Rasha, tengo que hablar urgentemente contigo. Existe una incidencia no grata. – dijo con un tono de voz serio y preocupante.
-Dime, Asar. Te escucho.
-Todos los grupos hablan acerca de una reina, por lo visto los  y los mutantes la buscan.  Si se enteran de que está entre nosotros boicotearán el ataque a la ciudad Negra. Y creo que algunos sospechan que se encuentra entre tus farms.
-¿Qué sugieres que hagamos?- preguntó tratando de buscar la respuesta en la predisposición de Asar.
-Un señuelo. –Afirmó sin dilación.
-¿Un señuelo? Había pensado algo parecido… Pero para eso alguien tendrá que exponerse a un alto riesgo.
-Quiero que me confirme que esa reina se encuentra entre nosotros. De lo contrario no podré ayudaros.
Rasha le miró dubitativo. Su instinto le decía que confiara en Asar pero la vida de la reina era demasiado importante para él y, en realidad, para todas las espirales.
Cogió su espada y se la quitó dejándola en el asiento del conductor del farm. Era mejor que esta conversación fuera confidencial.
-Vayamos a fuera. Tenemos que hablar.

Se dirigieron al exterior y ambos se miraron fijamente a los ojos por unos segundos.  Entonces Rasha comenzó a hablar:
-¿Qué sabes de la reina?- preguntó el león.
-Se que es poderosa y si lucha con nosotros tendremos algo grande a nuestro favor. Se cuenta que es una mujer alta y esbelta.
Rasha en ese instante adoró el bulo que se había creado entorno a la reina.
-Dicen que trae consigo la promesa de Sión. Un mundo nuevo para todos.
Rasha se quedó mirando al muchacho asombrado.
-¿Estoy en lo cierto, Rasha?- preguntó deseoso de encontrar alguna verdad en las palabras del león.
-La reina no viaja entre nosotros – mintió deliberadamente- Pero tenemos que hacer que piensen que si lo hace y mandarla fuera de aquí. Así seguirán sus pasos  y no harán por buscarla.
-Rasha, a mi no hace falta que me mientas. Esta entre vosotros y lo sé. Pero callaré la verdad. Quizá sea la única esperanza para nuestras espirales.- dijo murmurando la última frase.
-¿Ellos saben que está aquí?
-Aún no. Creen que vendrá entre la multitud para hablar con alguno de los líderes de todos los luchadores. Al menos eso dicen. Sin embargo todos los muchachos están alterados y entusiasmados con la idea. Esperan verla en cualquier momento.
-Tuviste una buena idea con lo del señuelo. Pero no se que haremos con la otra chica. Está expuesta a lo peor.  Pero será de gran ayuda para que los mutantes piensen que está en otro lugar y se pongan a investigar fuera de nuestros farms.
-Podemos hacer que pase con una plancha voladora vestida con un  hábito.
-El único impedimento es que arriesgaremos la vida de otra mujer… - se planteó dubitativo el chico de ojos negros.
-Tranquilo, lo idearemos bien, Realizaremos las maniobras pertinentes. Yo iré a buscar la chica sustituta y tú iras a por la plancha voladora.
-De acuerdo Rasha. –hizo un ademán en la cabeza para marcharse.
-Nos vemos detrás de este farm- concluyó el león.

Pero antes de irse Rasha paró al muchacho.
-¿Cómo supiste quien era?- quiso saber consternado.
-Mirándole a los ojos. Ella tiene unos ojos especiales. Los ojos de Sión… Eso es difícil de encontrar. 
Ambos dieron media vuelta atrás.
Rasha seguía aturdido por lo que aquel muchacho le había confesado. Era un chico más inteligente aún de lo que pensaba.
Mientras Asar se marchaba el león entraba en el farm.
Explicó las nuevas noticias a todo el grupo y les comentó la idea del señuelo.
Convinieron entre todos que la chica indicada sería Ari, una Ecodita hecha y derecha que prefería luchar con la razón y no con las armas.
Rasha accedió pero antes tenía que hablarlo con la muchacha a solas.  
Levar propuso que fuera ella. Realmente nadie lo imaginaría y volvería con Rasha sin un rasguño.

-No debemos tomar esos riesgos- dijo consternado el león.  -La mejor idea es Ari.
-No me parece justo. – Interfirió Levar de nuevo- Pondremos su vida en peligro.
-Y la de todos si acudes tú- dijo Rasha temeroso de que le escucharan.

La discusión se terminó pronto. Rasha decidió que fuera Ari pensara lo que pensara nadie.
Prepararían su escapada entre él y Asar. Su círculo desearía que una inocente volviera a los farms.
Pripe se ofreció para llevar a Ari en la plancha voladora. Era ducho en la espada y los venablos y podía cambiar de forma cuando quisiera.
Rasha así lo dispuso.




El león fue al farm de Watchman. Tenía que consultar con la reina Makkeda lo ocurrido. Su visita era bienvenida.
Entró y saludó al jefe de los grupos. El hijo de Acuario parecía estar completamente implicado en la lucha y el resto parecía adoptar signos de respeto hacia él.
Luego se dirigió a la reina.
-Hola reina Makkeda. ¿Cómo estás? –saludó Rasha.
-Bien. Esperando nuevas posiciones y de momento tratando de que no se impaciente nadie.
-Quisiera hablar en privado contigo de un tema algo serio- dijo tratando de no darle mas importancia de la normal.  
-Bien, vayamos a la salida del farm.
-Si me permites.- dijo la reina e hizo un ademán al comenzar a andar.
Cuando paró Rasha le habló en un tono comedido y cuidadoso.
-Sabéis que buscan a la reina Bipolar. Hemos decidido crear un señuelo para que de la sensación de que ella abandona la antigua estación.
-Si, entiendo. Aunque el señuelo puede ser muy peligroso…
-Lo estaría si no fuera por que va el león Pripe. Es un buen luchador y maneja bien la plancha. – hizo una pausa y miró alrededor.
-Bien, ¿y quien irá con él?
-Hemos elegido a Ari. – dijo temiendo la respuesta.
-¿Ari? Je, je, je. –Rió la reina.- Es una Ecodita sencilla y corrientes…
-La reina la eligió. Asegura que es valiente y decidida.
-Lo es, Rasha, pero no tiene habilidades de vuelo y lucha. Exponemos a Ari a que sea raptada, a que la torturen o lo que es peor,  que la maten.
-Creo que la última decisión debería tomarla ella, reina Makkeda.- insinuó Rasha.
-Cierto. Ella debe elegir. Me reuniré contigo en tu farm y hablaré también con ella. Ya es hora de que solucionemos este asunto.



Rasha volvió al farm. La conversación con la reina Makkeda le había dejado algo reflexivo. Tenía dudas acerca de la idea del un señuelo. Era estúpido porque, de cualquier modo, los mutantes azules seguirían a Ari una vez atravesada la estación de trenes pensando que era la reina Bipolar. Los secuaces de la Secta estarían acechando en los alrededores esperando con ansiedad capturarla. Realmente llevar a una Ecodita no era una idea tan brillante como para arriesgar su vida.  







En la ciudad Negra, la Secta se había reunido para urdir un plan que trastocaría las intenciones de los mutantes rojos y las de los mismos luchadores de Rasha. 
Los cinco mutantes que apoyaban a Isocrati hablaban, sin tomar aliento, acerca de la masificación de mutantes rojos en la antigua estación de trenes.
Unos interrumpían a otros y otros hablaban por encima de estos. Estaban sentados en una amplia mesa rectangular de color negro. La mesa parecía de roble macizo por su calidad pero estaba pintada con pintura de laca negra.  
Isocrati vestía un traje negro, ajustado a su talla que no hacía honor a sus aires de grandeza. El resto vestían de forma similar a todos los mutantes azules; trajes de camisa y pantalón de pinzas, combinando a veces el gris, otras el violeta o incluso, si la ocasión lo requería, granate apagado.  

-¡Vasta!- gritó Isocrati levantando el brazo y agitando la cabeza lleno de cólera. Colocó su pelo ralo, del cual la poca cantidad que le quedaba se encontraba en la nuca, y luego se estiró el traje negro. Era un individuo obeso y bajito. Tenía  las facciones de la cara redondeadas, unos ojos marrones aceitunados y fríos y una esencia desposta de la que se percibía un profundo desinterés por el resto del Universo Alfa.

-Sabemos que los mutantes rojos traman algo- empezó diciendo- Pero lo que importa verdaderamente es esa reina Bipolar. Es importante para el Faraón  que llegue sana y salva y eso significa que también lo es para mí.- Sonrió satisfecho y se quedó callado.
Entonces uno de los miembros de la Secta habló. Si lo hubiera hecho mientras hablaba Isocrati  habría sido amonestado.
Todos vivían con la inseguridad de ser castigado por realizar cualquier paso en falso que hiciera sombra a Isocrati o a sus órdenes, lo que dejaba al consejo y al resto de azules  como siervos frente al despotismo de Isocrati.
-Isocrati, ellos también son importantes. Podrían llegar a ser peligrosos.
-¿Peligrosos? Je, je, je. -Rió abiertamente.- Son cuatro idiotas buscando algo que no existe: la libertad.
-Podrían llegar a serlos. Dicen que son numerosos y más peligrosos incluso que algunos .
-Habladurías, podremos anularlos. -Dijo convencido.
-En la concentración de mañanas iremos con nuestras armas. Son tan ancestrales que habrán traído espadas y venablos. Quizá piensen que no nos van a coger por sorpresa pero en realidad solo les estamos dando ventaja.  
-En aquella asquerosa estación se sienten protegidos y nosotros no somos nadie para quitarles la ilusión. –Sonrió perversamente.
-Si siguen allí podremos encontrar la manera de llegar a la reina Bipolar.- Dijo otro trajeado de gris que se había unido a la sonrisa de Isocrati. 
-La reina no luchará, ellos solo quieren a la Secta y la reina es para el Faraón. Seguramente podremos encontrarla viva.
Había hablado un mutante infiltrado. Era un rojo que llevaba años trabajan do en ambos bandos. Tuvo la esperanza de marear al dirigente con sus palabras pero este ignoró sus palabras y concluyó la reunión:
-Bien, bien. Tengo un infiltrado que pronto tendrá información sobre la reina. Así que esperaremos, no creo que tanto farm vaya a desaparecer de repente de la estación…
Miró al infiltrado y sonrió perversamente. Él le devolvió una sonrisa, una de plástico y barro…

De repente sonó un timbre que salía de una pantalla tecnológica que había incrustada en la mesa en el lugar donde Isocrati se sentaba.
Antes de que todos se marcharan Isocrati pidió que permanecieran en la sala con un gesto de la mano. Luego cogió un pequeño auricular y se lo puso en la oreja.
-Si, si. Te oigo a la perfección.
-Isocrati, la reina Bipolar saldrá con una plancha voladora de la estación. Los mutantes rojos temen por su vida y creen que saliendo de la estación podrán protegerla.
-Perfecto, Siul. Buen trabajo.
El rintintín de los modales de Isocrati exasperó al hombre misterioso pero tenía que ser inteligente y guardar las apariencias.
-Quiero que te acerques a ella. Debemos saber como actúa, como piensa, incluso como siente.
-Eso quizá me resulte difícil pero haré lo que se pueda.- Dijo en tono de resignación, aunque sabía perfectamente que era capaz de llegar a las tinieblas mas profundas.
-Bien, mantenme informado.- Concluyó y dejó el auricular incrustado en un pequeño soporte que estaba agarrado a la pantalla.

-Encontraremos pronto a la reina. Solo hace falta estar en el lugar adecuado en le momento adecuado- Le explicó al resto.
-Dicen que ya ha matado a algunos y que su fuerza es más poderosa que la de dos leones juntos. – intervino otro de los mutantes.
-Por favor, hablar con coherencia. Las presuposiciones no nos sirven de nada.- Intervino otro enchaquetado.
-Si el Faraón la quiere… será por algo- añadió Isocrati -Nosotros recibiremos una gran recompensa por ello. Es lo único que ha de importarnos.- Advirtió sonriendo a todo grupo.
-Cualquiera se vende por un módico precio- siguió riendo el hombre bajito y ruin.
Entonces alzó la mano y señaló la puerta.
-¡Buscadla! Ir a la estación. Pronto saldrá y será sencillo capturarla. El secuaz del Faraón nos avisará sobre el punto exacto donde podremos localizarla.
-¡Después traerla aquí!- siguió exclamando.
Segundos después miró con cierta severidad al grupo y los cinco mutantes de traje gris y negro. Debían abandonar la sala de inmediato o su paciencia se agotaría... 




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-Es la llave, Charlie. Solo tienes que encontrar la llave.
-¿Que llave? Yo nunca fui bueno para abrir puertas.
-La cerradura encaja. Tienes que luchar por la cerradura
de lo contrario no podrás usar la llave.
-Sigo sin entender...
-No puedes abrirla con cosas que crees que la abriran,
porque has de buscar pruebas, pruebas que la abran.
-Ah bueno- dijo ingenuamente.- ¿Pero porque este 
juego es tan extraño? 
-Con las alas no se juega, Charlie, no se juega...
 


 Istharenlanoxe...

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