Los espiral de los leons de Sión* (4ªParte)
Blod
aún seguía aturdido por su reciente trasformación. Se chocaba despistado contra
cosas y personas.
Una
princesa les ofreció comida para el gran can. Se sentaron fuera, al final de
los comederos.
Los
niños miraban a Blod asombrados de la poderosa magia que le había convertido en
un ser sin cola y con piernas.
Ahora
todo cuanto podía haber deseado era proteger a la niña bipolar.
De
repente una manada de pequeños niños leones corrieron hacia uno de los baobabs.
De forma organizada se cogieron de las manos abrazando fuertemente el árbol.
-¿Qué
hacen? – preguntó Levar mirando a Tania y después a los niños.
Ella
con una gran sonrisa le confirmó:
-Para
ellos el baobab es sagrado. Sujetarse a él les proporciona mucha energía. Los
leones dicen que los árboles en alguna encrucijada fueron padres y madres. Eso
significa no solo que pueden protegerles sino que son capaces también de
trasmitirles la sabiduría de la experiencia.
Levar
sonrió en su interior, no era la única que tenía la necesidad de abrazar árboles
ni la única que tenía fe en los asuntos inexplicables.
Blod
estaba ensimismado. Comía como un autómata y no pronunciaba palabra.
-¿No
estás feliz? -le preguntó la princesa bipolar plena de euforia.
-¿Debo
estarlo, princesa? -dijo en tono de retórica.
-¡Sí!
Por supuesto que sí –objetó- La reina Makkeda ha permitido tu evolución. Quién
sabe si estaba escrito en las estrellas.
-Aunque
quizá... –siguió diciendo- Es lógico que tu desees poder elegir...
-Por
eso los animales no se trasmutan fácilmente en hombres. Ser un perro del Oeste todo este
tiempo me ha permitido acompañar las encrucijadas de otros pero no soy capaz de
manejar mi propia encrucijada.
-No
digas tonterías, Blod. Tienes que evolucionar, sentirte mejor, desarrollar lo
mejor de ti. Estas en tu derecho. Además te has convertido ahora en un hijo de
Sión.
-No
me admitirán, además yo provengo de la espiral de los hijos de Acuario. He
estado siglos dando mi protección allí.
-Quizá
no te admitan ahora, pero cuando vean tus dotes sí.
-¿Qué
dotes? Ya ahora no podría ni proteger a un insecto.
-Bobadas,
ahora ya me proteges a mí. Siempre confiaste en mí y lo sigues haciendo. Con
eso me basta.
-Cierto
-le confirmó-. Muy cierto. Pero mira mis manos, no puedo ni comer –confesó
mostrando unas manos temblorosas que sostenían a duras penas un trozo de carne.
-Paciencia,
Blod, paciencia.
-Levar
tiene razón. Aún es pronto para sacar conclusiones –argumentó el Keburi- y cualquiera conclusión que averigues puede ser especialmente relativa.
Rasha
los observaba desde lejos. La idea de ver al gran can protector de Levar
convertido en hombre, añadía a su espíritu cierto aire de asqueo.
Se
acercó a ellos y se sentó junto al perro del Oeste.
-Hola,
gran Blod. Ya veo el cambio que has hecho.
-Yo
no lo esperaba -volvió a insistir para que quedara claro.
-Veremos
a ver qué eres capaz de hacer ahora.
Entonces,
Levar se levantó de un brinco y le vociferó.
-¿Qué
pasa? ¿Tienes celos?
-Vengo
a deciros que se le proclamará hijo de Sión cuando este ducho en la espada –y
cuando dijo esto se levantó acallando cualquier indicio de celos.
En
esos momentos Levar se acurrucó en los brazos de Blod, y al verlos, Rasha se
marchó lleno de furia. La trasformación de Blod había cambiado las cosas de
sitio. Ya no existía paz en el corazón del león.
Después
de las comidas llegaron las celebraciones; de nuevo consagrarían la papilla de
ganja sagrada.
La
mujer bipolar se sentía incómoda en estas situaciones porque, aunque no podía
participar, en su fuero interno necesitaba más que nunca expandirse.
Cuando
el can hubo terminado de comer, la terrestre los levantó a todos de sus
asientos.
-Busquemos
espadas. Hay que entrenar a Blod, y supongo que yo misma debería empezar a
hacerlo.
-Yo
sé a quién necesitamos -dijo Jacky, dando un cierto soniquete melódico a sus palabras.
-Además
estarán encantados de ayudarnos.
Indicó
con el dedo hacia la tienda provisional. Todos se encaminaron hacia ella.
-Esperad
chicos -añadió el inquieto Jacky invadido de entusiasmo.
Esperaron
unos cuantos minutos en el exterior de la tienda. Al cabo del rato, Jacky llegó
con cuatro hijos de la espiral Naciente. Cada hombre tenía un rostro
completamente distinto al otro pero todos vestían ropas similares y llevaban el
cabello recogido en una larga trenza.
Sus
espaldas constaban de doble filo, hoja ancha
y una zona mas afilada en la punta resultaba ser curva. La empuñadura
estaba doblada en dirección opuesta a la hoja, para mejora del manejo del
sable, y en la parte de unión del mango con la hoja tenían una pieza en forma
de “s” que servía de elemento defensivo.
Se
situaron conformando un triángulo. Cada uno de ellos tenía las piernas abiertas
a un tercio de los hombros. Su cuerpo estaba ligeramente inclinado hacia
delante sin rozar los talones de los pies en el suelo. Los hombros los tenían
relajados y los brazos ligeramente flexionados, y sus miradas reservaban
misterios aún por resolver.
-Honorable
princesa Levar –se presentó juntando la palma de una de sus manos con el puño
de la otra. Al mismo tiempo inclinó un poco la cabeza.
Levar
imitó su movimiento.
-Somos
hijos de la espiral Naciente.
-Yo
soy Zhong Guo -declaró seseando su nombre.
-Este
es Chántico, éste es Wayra, y por último, Uma.
Zhong
Guo tenía un fajín color marrón y Uma
uno de color azul. El de Chántico era rojo y el de Wayra de color
blanco.
-Acepta
las enseñanzas del maestro de los elementos –todos se inclinaron, inclusive la
terrestre.
-Aceptadas
-aseveró ella.
-Ahora
tendrás que elegir una espada entre éstas.
Éste
mostró a la chica las espadas de los
cuatro luchadores que descansaban en sus brazos.
Levar
eligió una y pidió a Zhong Guo que Blod también pudiera elegir otra. Tania y
Jacky decidieron no participar.
Era
un momento ideal parque el can probara sus fuerzas y la princesa bipolar
mostrara las suyas.
Levar
empezó a luchar con Chántico. Pensó que no podría sostener la espada en el aire
y contempló el arma. A los pocos segundos se decidió a cogerla y este gesto
puso en guardia al luchador.
Comenzaron
a mover las armas, sin ni siquiera tocarse.
Ella
trataba de elevar la espada bien alta, pero constató que su peso era
considerable y, tal vez por ello, sería incapaz de moverla con agilidad.
La
chica bipolar era una mujer baja, recia. El vestido de reina guerrera mostraba
sus robustos muslos y sus fuertes brazos. Su pelo moreno y ondulado estaba
recogido por una simple cuerda mostrando los dos laterales rapados que la reina
Omega le había rasurado. Y aunque era una muchacha inocente y pura para los
alfarianos, escondía rabia en sus ojos.
Pese
a tanto sobresalto, no soy sobrehumana, tan solo soy una simple humana -pensó Levar mientras observaba su espada.
Su
ambición consistía en juntar al menos lsu espada con la de Chántico inconsciente de que el hecho
de no haberlo conseguido todavía implicaba un reto para el mismo hijo Naciente.
Ambos
danzaban haciendo curiosos círculos en la arena y, cuando el luchador ya no
esperó ningún movimiento en falso, Levar
sujetó bien la espada y la orientó hacia las piernas de éste. Él, con los
reflejos suficientes, levantó sus pies descalzos dando un salto y se defendió
de la chica pasándole la espada por el cuello.
En
esos momentos, Blod hizo una maniobra sorpresiva y golpeó su espada con la de
su contrincante, tirando la del hijo Naciente al suelo.
Más
tarde, de forma sinuosa, cogió la espada del luchador con la otra mano y se la
exhibió, sugiriéndole que la cogiera.
Al luchador de poco le valían las armas, mas bien de exhibición. Su verdadero potencial era el fuego.
Esperó el momento oportuno y con las piernas abiertas y flexionadas y el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante, comenzó a despedir una energía lumínica de color rojo hasta concentrarla en una bola en su mano y lanzarla hacia Levar. Obviamente no deseaba destruir a la muchacha. Ésta solo haría una exhibición inconsciente de la fuerza que poseía y todos los luchadores, así como los presentes, lo sabían a ciencia cierta.
La muchacha bien podía haber utilizado su técnica del posición de manos en triángulo o haber experimentado con cualquier otra. Pero decidió desplazarse hasta que la bola cayera al suelo y luego se acercó a ella.
Era una llama circular, completamente corrosiva, que despedía una gama de tonalidades desde el rojo al amarillo. Asombrada cogió la bola en sus manos. Antes de cogerla, en sus manos ya sentía unos pequeños pinchazos que recorrían desde los dedos hasta las muñecas. Al intentar elevarla de sus manos se despidieron ciertas energías azules que al mezclarse con el rojo se convirtieron en lilas.
!Eh ahi! Tenían ante ellos una masa que la mujer bipolar se aventuró a tirar hacia el luchador. Este se la tiró a Zhong Guo y dió por concluida su lucha contra la mujer bipolar.
Apareció
Wayra. Se enroscaba sobre Levar dando vueltas a su alrededor sin parar. Jacky no se pudo controlar y se acercó a Levar para susurrarle al oído una pequeña artimaña: que le tirara arena en los ojos. Wayra en uno de los giros se despistó y la chica terrestre cogió tierra del suelo y se la tiró a los ojos.
Zhong Guo miró severamente a Jacky y luego comprendió que el enfrentamiento debía continuar así que dió una segunda oportunidad al luchador plantándose entre los dos contrincantes al mismo tiempo que levantaba los dos brazos.
Aunque con las pupilas algo atascadas comenzó a realizar movimientos extraordianriamente flexibles. Daba saltos sin parar, sobrepasando en varias ocasiones a la muchacha. La chica de repente se tumbó en el suelo. Era curioso observar a Wayra desde abajo. El luchador ante su impasibilidad se frenó comenzó a reir de espaldas a la chica, justo a dos metros de su cabeza.
-¿No vas a parar?- preguntó sonriente.
-Es precioso mirarte desde abajo, tan flexible, tan volátil. He decidido no obstinarme y verte danzar. Siempre pensé que debía bloquear el movimiento cuando era fuerte y ágil, que la brisa es delicada pero no cesa, no se bloquea con el pensamiento. Pero he me he percatado de que si mi pensamiento fluye con ella mientras pasa... es muy posible que viajemos juntas.
-Creo que en este punto tu intuición está demostrada. Me dijeron que podías ser una Sutä bailando alrededor del eje. Pero no me dijeron que aprendías tan rápido. Comprendo por que el Faraón tira de la cuerda...
-Wayra, debemos seguir con la lucha- intervino Zhong algo inquieto. No era positivo trasmitirle ideas a la princesa. Ella debía relativizar.
El luchador se retiró inclinando la cabeza en dirección a la terrestre y al maestro. Un contrincante más se retiraba.
Después
de lo sucedido Zhong Guo y Uma debían luchar juntos.
Eran
rápidos y serpenteantes. A pesar del respeto que procesaban a la
princesa tenían que resolver la situación ultimándola con una lucha mixta.
Blod
y Levar observaban sus movimientos y Jacky, desde la retaguardia, vitoreaba.
Todos
estaban concentrados en el enfrentamiento, tanto espectadores como luchadores.
Eso le dio tiempo a la mujer bipolar para adiestrar su cuerpo. Aguardó
completamente inmóvil. Acto seguido elevó su espada con ambas manos hasta la
altura del corazón.
Entonces,
mientras sonreía, comenzó a levitar acompañada de la espada. Se elevó tres
metros sobre el suelo y, aprovechando que todos estaban ensimismados mirándola,
le pidió a Blod que le acercara su espada.
Cuando
éste se la entregó, se acercó a Uma y Zhong Guo, dando un salto doble hasta acercarse a sus cabelleras. Entonces les propinó un golpe seco en la cabeza con la empuñadura de las armas al tiempo que ella calló al suelo flexionando las rodillas y ellos se vieron empujados a caer de costado debido al golpe.
Los dos luchadores miraron aturdidos a la chica bipolar y confiaron en su ingenuidad.
El exhibición había acabado.
Los cuatro hijos de la espiral Naciente mostraron una actitud de sumisión ante su propia derrota. No hubiese
sido acertada la idea de enfrentarse a lo desconocido, sobre todo si a lo
desconocido era enfrentarse a la mujer terrestre.
El objetivo de Zhong Guo no era perder o ganar, sino que la muchacha aprendiera a relativizar sobre sus propias limitaciones.
El
maestro regaló una reverencia a Levar y Blod, esta vez más acentuada. De ese modo daría por sentado la valía de la muchacha y el can.
Levar
recogió ambas espada y se las dio a Zhong Guo con afecto.
Éste,
agradecido, le dijo:
-Todo
en el universo ha sido creado a partir de algo y ese algo, a su vez, ha sido
creado de la nada, y ella es la realidad última de las cosas…
-…Un
honor princesa Levar -terminó reiterando una inclinación de cabeza.
Levar
no entendió bien las palabras del maestro y miró algo
desconcertada a Tania.
Tania
se acercó y le susurró a la terrestre cerca de su oído:
-Todo
lo que se crea, se crea de la nada. Crear conduce al éxito pues el vacío no es
el agua ni el cántaro sino aquello que da la posibilidad a ambos de
trasmitir su utilidad. Es solo el escenario… la máscara, el continente...
-¡Ah!
-exclamó la muchacha sin apenas haber entendido nada…
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Isthar Enlanoxe.
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