(Capítulo 6, 5ªparte)
Viaje a Ítaca. 2045*
Después
de la colisión entre la hija de Acuario y la terrestre, todo el mundo comenzó
a prepararse para entrar en los farms y trasladarse a la otra bola flotante.
El
viaje fue rápido. Llegaron a la bola sin preámbulos. Había una hilera extensa
de olivos al pie de una montaña. Ésta media novecientos metros de altura, tenía
cuatro niveles y se encontraba justamente al lado de la bola.
En
los farms reinaba la paz.
No
podían estacionar junto a la bola, así que aparcaron los farms a una distancia
prudencial cerca de unos olivares.
Rasha
hizo bajar a todo el mundo para eligir a varios de cada grupo indistintamente.
El grupo de Levar iría integro, menos Tso que podía resultar molesto si la terrestre
necesitaba agilidad en los movimientos.
Se
eligieron veinte voluntarios que supuestamente debían estar preparados para
cualquier cosa.
Jacky
fue el primero en ser elegido. Sus malabarismos y su capacidad mara manejar la
pantalla eran de suma importancia. Sobre el resto, se eligieron varios de cada
espiral, menos en el caso de los Ecoditas. Era demasiado pronto para que
comenzaran a calentar motores.
El
Keburi trepó por las paredes enganchándose de pies y manos. Su elasticidad le
permitió llegar raudo hasta la pantalla.
Desde allí pudo ver el interior de la bola.
Desahuciados
y π trataban de encontrar la salida de
forma inversa a él.
Era
un milagro encontrarlos tan pronto. Esperó a que salieran hasta llegar a la
pantalla. La bola no les había despojado de sus ropas, no era una bola
comprometida.
Cayeron
intactos frente a los olivos llevándose por delante a Jacky.
Se
había creado un montículo de varios seres. Yacían aplastados unos por otros
mientras se gritaban e insultaban. No eran solamente π o desahuciados. Unos
seres fornidos, de pelo corto, altos, rubios y corpulentos los acompañaban.
Vestían ropas verdes, castrenses, y portaban con ellos porras y espadas. Eran
los mutantes azules con su respectivo color liláceo de piel.
La
comitiva de Rasha estaba apunto de actuar.
El
Keburi se perdió entre tanto individuo y acabó en un arbusto pasando
desapercibido.
Su
intención realmente era avisar con antelación. Pero no le dio tiempo.
Sin
embargo, los hijos del sol naciente lo anunciaron tan pronto como los vieron.
Los
leones atacaron a los mutantes azules. La lucha comenzó mano a mano entre
ellos.
Los
mutantes sacaron la porra en una mano y la espada en la otra.
Una
vez iniciado el enfrentamiento los leones recibieron algún golpe que otro de una porra y los otros se ganaron
mas de un corte de espada en brazos y cinturas.
Los
felinos eran tan hábiles en la espada que aún no habían recibido ni una sola
magulladura.
Los
mutantes, servidos de las porras, sacudían al contrario sin utilizar apenas su
energía vital. Parecía una clara ventaja, si no fuera porque usar la energía
con ellos era peligroso ya que estaban
entrenados por los alquimios para absorber cualquier electricidad hasta dejar
vacío al oponente.
Pese
a todo, la energía verde esmeralda de los leones chocaba incesantemente con la
energía carbónica de los mutantes.
Otrosí,
los hijos de Acuario luchaban contra los desahuciados. Era sencillo
acometerles. Eran despistados y algo torpes así que también ayudaban cuando podían
a los hijos de la espiral Naciente. Estos últimos, aunque pequeños y enjutos,
se comportaban con mucha astucia a la hora de manejar su energía y, con la
ayuda de sus compañeros de Acuario, eran capaces de luchar con éxito contra los
π a pesar de que algunos eran condenadamente fuertes.
Dos
estrellas (o “hijos de Acuario”) abordaron explosivos a dos desahuciados. Su
fuerza era arrolladora por la simple y pura necesidad de desear exterminarlos.
De
las manos de los estrellas surgían colores amarillos y de las de los
desahuciados colores rojos. Casi todos esos bichos repelentes estaban siendo
eliminados.
Levar
unía sus dos manos en posición de triángulo y conseguía derrocar a sus enemigos de un solo golpe. Se había
dado cuenta en el otro ataque de que si le daba una forma geométrica a sus
deseos podía exteriorizarlos con mas facilidad.
Junto
a ella se encontraba Blod que en su actitud feroz ardía de cólera. Ayudaba a
destruir algunos mutantes cuando, un león, gran amigo de Rasha, le cortó las
piernas a un de ellos. El can dejó a su oponente y se echó encima del pobre
desvalido sin patas. Entonces le mordió el cuello y luego sus manos. Cuando
lograba morder con todos sus dientes, su mordedura era letal.
Levar,
asqueada de tanto desahuciado, se acercó a los mutantes. Agarró a uno con todas
sus fuerzas y sentándose en su espalda llamó al Keburi. Jacky le dio una patada
en la cara y dio una vuelta entera hasta caer sobre sus propios pies aplastándole
el esternón. La situación parecía resolverse bien pero solo Levar, en el
interior de su corazón, veía absurdo no poder solucionarlo de otro modo.
¿Era
esa la única forma de frenar a los secuaces del Faraón?
De
cualquier modo, ¿serían ellos capaces de atender a otras razones o de ver en su
comportamiento la inutilidad del enfrentamiento?
Fuese
como fuese se había comprometido a luchar contra Babylon. Solo ella podría
cambiar su voluntad.
Rasha
y sus leones habían desprovisto a todos los mutantes de sus porras lo cual les
obligaba a luchar con la única ayuda de sus espadas. El líder de las espirales le cortó de cuajo
el cuello a uno de ellos y, dando media vuelta, se defendió de otro que se le
acercaba clavándole la espalda en el vientre. En ese mismo instante le sacó el
arma inmediatamente y se percató de que un desahuciado le había agarrado la
pierna derecha. Antes de que reaccionara, el can, que había estado observando al león mientras luchaba,
se acercó y cogió del pescuezo a aquel ser maloliente. Después lo agarró de una
de sus piernas y lo elevó al cielo. Segundos después observó con satisfacción
como el bicho caía sobre una roca a pie de montaña y perecía por un golpe
mortal.
Tania,
servida de la espada de un mutante muerto, seguía en el fervor de la batalla
liquidando a los pocos que quedaban por derrotar.
A penas quedaban tres cuando
el león se apiado de ellos y ordenó que permanecieran todos quietos.
-¿Qué
queréis? -gritó uno de los mutantes casi sin aliento.
-!Acabar
con vuestra maldita existencia! -gritó un hijo de Acuario.
-¿No
podemos quedar libres? -dijo inocentemente uno mientras buscaba la aprovación de sus palabras en la mirada de uno de sus
compañeros.
-¿A
qué venís a las bolas? -preguntó Rasha.
Hubo un silencio donde el león y el segundo mutante se miraron fijamente.
-Tenemos
que obstruirlas. El Faraón quiere detener las alianzas. No quiere que haya un
buen funcionamiento en las bolas. -reconoció.
-¿Cuál
es el motivo? -preguntó Rasha con un vigor imponente en la voz.
Por
unos instantes todos callaron. Solo se oía el silbido del viento, a penas un
poco.
-¿Gobernar,
manipular, hacer la vida imposible? Todo eso ya nos suena aburrido.
-Je,
je, je -rió el tercer mutante que había permanecido callado- no podéis entender los gozos de la maldad, je, je, je.
Levar,
que había escuchado algo apartada del resto, se acercó llena de furia al mutante que reía a carcajadas. A cinco metros de él mostró sus manos en forma de triángulo y una fuerza de color azul y
rojo salió de ellas.
Y tratando de intimidarle le preguntó:
-¿Qué
busca realmente el Faraón?
-A
una reina… -titubeó el más pusilánime.
-!Idiota,
debemos guardar silencio!- Exclamó el otro.
-El
poder del Faraón es inmensurable. -añadió el último cargado de soberbia- Nada
le frenará.
-Eso
está aún por ver -se interpuso Rasha.
-!Atadle!- ordenó mirando al mutante mas desobediente y
luego a sus leones- !Y a esos dos lo mismo!
-Los
dejaremos rendidos a su suerte en el perípato de la encrucijada- Concluyó algo
mas calmado.
Todos
se miraron unos a otros algo sorprendidos buscando una respuesta. Tenían que
coger las armas de sus oponentes y las suyas y afanarse al camino. Pero por un
momento necesitaban analizar lo que había sucedido, necesitaban entender.
Los
hijos de la espiral Naciente estaban sorprendidos con Levar. Era insólito que
una muchacha terrestre fuera tan veloz con su fuerza y tan incisiva con su
energía.
Por
fin se retiraron del lugar armados hasta los dientes y con cierto estupor en su
interior.
Por
el camino un hijo de la espiral Naciente quiso saber así que le preguntó al líder:
-Perdón,
león de Sión -dijo tímidamente-. Quería hacerte una pregunta respecto a la
chica terrestre.
-Dime
-contestó con el tono serio que le caracterizaba.
-¿Cómo
esa muchacha es capaz de manejar tan rápido la energía? -le dijo casi consumido
por la curiosidad.
-Bueno,
un antiguo adagio en la Tierra reza que el amor mueve montañas, ¿no? -dijo el león dejando
caer las palabras.
-Sí,
es cierto -respondió ávido de respuestas.
-Tiene
un corazón grande y ni ella sabe hasta qué punto el amor la hace crecer.
-¿Aprendió
antes de llegar aquí?
-Aprende
paso a paso, de todos modos… yo no sé apenas nada de ella. Será mejor que le
preguntes a ella misma -le aconsejó algo ofuscado.
Caminando
hacia el farm Rasha vio un gran árbol. No era una olivera. Aunque era un gran roble Rasha prefirió pensar que era un baobab.
Eso le recordó apasionadamente a su pueblo. Pronto volvería a verlos.
Su
camada se formó por grandes leones que luchaban contra Babylon.
Recordó
la fiesta invernal, cuando celebraron su treinta y cinco aniversario. Su madre
y sus hermanas adoraban a aquel apuesto león. Junto a su familia, sus hermanas,
su madre y sus primas, había vivido una vida agradable y sencilla. Su padre había
muerto en la batalla mientras defendía con uñas dientes su propia camada, el tenía apenas ocho años Para
la vida de un león era esencial cazar y proteger el territorio y para la vida
de una leona lo básico era saber recolectar y cuidar de sus crías. Rasha había
aprendido a respetar a los mayores, a oler el momento de la caza, a pasar ratos
calurosos con sus iguales, a fumar ganja y a respetar la vida del resto de
espirales. Para él ser león de Sión implicaba convertirse en un hombre de honor
y deber.
Mientras se alejaba del árbol recordó las largas sesiones con sus amigos fumando hierba,
hablando de las energías del clan y encajando las burlas acerca de su vida
amorosa francamente nula.
El
camino al farm se les hizo largo porque, aún sabiendo que estaban cerca, la falta de energía no les permitía aligerar el paso.
Derrotados
llegaron al farm y comenzaron a subir desfilando uno detrás de otro.
Rasha
recordó la cantidad de hierba que sus compañeros se habían traído al viaje y se
le antojó probar un poco con su pipa especial. Necesitaba pensar en sus
hermanas y su madre. Necesitaba verlas.
La
tarde se mostraba plácida. Levar, Blod y Jacky estaban sentados junto al farm.
Admiraban las grandes extensiones de cultivo y ese silencio tan peculiar, que
decía tanto, que regalaba tanto.
-¿Cómo
haces lo de las manos? -curioseó el Keburi mirando de reojo a Levar mientras
formaba un triángulo en el aire con sus dos manos en honor al gesto de la
terrestre.
-Lo
hago instintivamente. Me dí cuenta en la otra lucha que la posición de manos
era esencial.
-Tienes
que tener cuidado niña -le contestó taimado Blod.
-Claro
Blod, tranquilo -le dio una palmadita en la espalda sabiendo que estaba siendo
protector con ella.
-Lo
que me preocupa es qué pasará cuando no tenga esta magia, por así decirlo.
-En
ese caso sigues teniendo trabajo, aún hay que aprender a controlar emociones
-atestiguó
el Keburi sonriente a sabiendas de que era un plan que debía compartir con
todos.
-Buena
respuesta -contestó Levar-. Supongo que aún tengo que encontrar mi propio
equilibrio -reconoció.
-Pero no puedo hacerlo si no encuentro un lugar donde me sienta en paz conmigo misma.
-El
universo es grande -observó Jacky con una gran sonrisa y después se metió en el
farm.
-Si
no estas en conflicto con la naturaleza no tienes porque sufrir acerca de ese
lugar- intervino Blod.
-Si
sientes que tu interior es como una habitación oscura, no trates de salir de
ella. Abre las ventanas para que entre luz. Si te trasformas a ti podrás
conseguir poner en equilibrio en tu Universo mental y con ello obrar maravillas en
tu Universo físico. Todo es dual, preciosa Levar. Y en esa dualidad vive el
movimiento, la vibración. Cuando aparezca el polo negativo cambia su cara a
positivo, trasformarlo.
Hubo
un silencio, era demasiada información para un día.
-Yo
me marcho al interior - terminó diciendo inseguro de sí lo que le había contado
a Levar fuese en su beneficio.
-Gracias,
Blod- añadió ella suavemente- Agradezco tus palabras. Yo también entraré,
quiero sacar a Tso para que le dé el aire.
Entraron al farm, primero el can y luego Levar.
La muchacha seguía meditando la conversación. Intentó dominar sus pensamientos. La información que acababa de recibir era de máxima importancia.
Finalmente
volvió al exterior con Tso cogido de su
mano.
Rasha,
que se encontraba en la entrada de otro farm, la vio desde lejos y se acercó
sutilmente.
-Princesa…,
ya sabes que pronto partiremos a la espiral de los leones.
-Me
alegro mucho por ti, en serio -y conteniendo la sinceridad en sus ojos añadió-
ojalá yo pudiera volver a mi casa... O simplemente ver a mi familia.
-Pero
Levar, medio Universo querría estar en tú lugar. ¿Eres consciente de ello?
-recalcó
con elocuencia. No quería mentirle, realmente en sus palabras sostenía parte de
la verdad. Pero era consciente de que la presencia de esa muchacha podía
suponer una bomba de relojería para ambos Universos.
-No sé, lo pongo en duda.
-Yo solo
quiero ser feliz, sentirme bien. -siguió expresando- Entender que me esta sucediendo realmente sería de gran
ayuda.
-¿Y
no eres feliz? -preguntó clavándole la mirada.
-No,
mientras no sepa como están mis padres y mi hermana.
-Quizá
el Universo conspire para que los encuentres.
-¿Estás
de broma? Eso en la Tierra no funciona así … -le contestó midiendo su ironía.
-Por lo que veo tu Universo tiene una curiosa forma de decirme que todo saldrá
bien. Según la reina Omega si vuelvo a la Tierra será en forma de bebé. Supongo
que ya no hay vuelta atrás.
-Media
vuelta adelante no, pero sí media vuelta atrás -explicó.
-¿Qué
quieres decir con eso?
-El
tiempo en el Universo es sublime. Todos permanecemos suspendidos en este
Universo hasta que nos toca trasmutar en la Tierra pero hay quien dice que las espirales son puertas, que todos estamos en la misma casa donde la inmortalidad y la muerte son caras de una misma moneda.
-Con
las bolas viajamos de espiral en espiral -siguió diciendo- y la espiral del
Faraón es casi inmortal porque está destruyendo el Cosmos para usar la otra cara de la moneda y francamente tiene más fuerza de la que nunca habíamos imaginado que poseería. Lo gracioso de todo esto es que el no sabe manejar ni su propia bola. Está tan cegado en oscurecer la luz que no ha sabido escuchar los secretos de sus ancestros. Su inconsciencia desconoce que los alquimios son los ártifices de todo este mal.
-Lo que tenemos que impedir es... que haye la clave para expandirse hasta la Tierra. Solo un alquimio la conoce. Y aun no sabemos si aún existe porque desapareció hace bastantes años y nadie hasta el momento ha sabido de él.
-¿Y esto lo saben las espirales?-apuntó algo inquieta.
-Cada uno sabe lo que quiere saber. Muchas personas no verían el color de una tela roja aunque se la agitases.
-Con esto me estas diciendo que nunca volveré, ¿verdad?-sonrió de forma burlona.
-Partiendo de la base de que posiblemente el faraón haya averiguado de algun modo que tu lograste pasar esa espiral... Esto supone que su objetivo eres tú, Levar.
Quiso buscar otras palabras, borrar las frases, desdecir y volver a decir de mil maneras lo que estaba confesando. Pero a esas alturas era inútil esconder las espinas.
-Con esto me estás diciendo que no volveré a la Tierra, ¿verdad?-dudó temblorosa.
-No
lo sé, Levar, de verás -dijo desanimado-. Algunas encrucijadas son difíciles.
Pero…
La muchacha instintivamente se echó a sus brazos. No
tenía escapatoria y sí la tenía, el universo Alfa perecería de igual modo con
lo cual perdería la partida de todos modos.
Sintió
que le habían dado una horrible noticia y lloró desconsolada en el pecho de
Rasha.
Desde
que le conoció había sido para ella un hombre de confiar y ahora estaba siendo
sincero y leal en su palabras.
Le
dio las gracias y el león le dijo que no eran necesarias. Entonces hubo un
silencio. Ambos se miraron y de repente
comenzaron a besarse tiernamente en los labios. Rasha
le cogió de la cintura cariñosamente y ella le agarró de los hombros. Siguieron besándose en esa posición hasta que un soplo de viento profetizó la llegada de
un vendaval que se mostraba a lo lejos.
Corrieron
al farm y avisaron al resto del mal tiempo.
Tendrían
que activarse. Debían salir antes de que acabara el huracán, de
lo contrario se encontrarían con el perípato de la encrucijada que tenía
la caprichosa característica de
mostrarse después de cada mal viento.
Se dirigieron a casa de Coch. Llegaron a su casa con una velocidad pasmosa.
El Ecodita al despedirse le
indicó al líder de los leones cual sería la bola mas favorable para viajar en
esos momentos.Le dió unas gracias sinceras por toda su ayuda. Coch se tocó el pecho e hizo una reverencia.
Los leones sabían ganarse el respeto y la consideración de quienes trataban con ellos.
Marcharon
de inmediato. No habían buena condiciones para partir pero no podían retrasar más
el viaje. La labor de los guerreros ya no era necesaria allí.
Llegaron a la bola en pocos minutos.
Pasaron los dos primeros farms.
El tercero se acercó a la bola.
Las pantalla estaban lista.
Un león tecleó un código.
Subieron y luego bajaron.
De
repente aquellas luces cegadoras de mil colores.
ENTER.
Dejo mi enlace al face por si queréis seguir el libro por alli o dejar comentarios y demás.
Isthar Enlanoxe.
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