El contenido de La espiral Bipolar se engloba en un libro de alrededor de 140.000 palabras (o al menos eso creo de momento) Aquí haré la honesta y árdua tarea de transcribir los cápitulos en varias fases para una lectura mas fácil. Y sobre todo compartiré el arte porque el arte que trasmite es el arte para TODOS.
La curiosidad dió sentido a nuestros pasos y nuestros pasos nos llevaron a ella...a la curiosidad bajo el influjo de las mismas espirales.

{Os mando la energía... si queréis saltar os espero en la otra espiral}

martes, 18 de septiembre de 2012

CAPITULO 11 PARTE 3



LA ABNEGACIÓN DE LOS MUTANTES (AÑO 2045)
 (Parte 3º)






La pareja de mutantes comenzó a hablar con Pal sobre los nuevos planes. Cuando le informaron a la mutante sobre el planteamiento de contar con los rojos se alarmó moderadamente y luego intentó calmarse valorando la exposición de motivos de sus dos compañeros.
Sofía trató de convencerla. Sería una estrategia que pasaría a la historia. Los mutantes rojos y el resto de espirales se unirían para luchar por la liberación de los Haggeds, los mutantes y el resto del Universo Alfa.
Pal accedió a negociar con los mutantes rojos. Por descabellado que sonara, era una idea original que podía convenir a ambas partes. Solo faltaba una última confirmación; que los rojos aceptaran comenzar una nueva alianza con los luchadores de Rasha.
Cuando terminó la videoconferencia a través de las pantallas tecnológicas,  Sofía y Ja volvieron a entrar en el farm de Rasha.  Los ánimos estaban algo mas calmados.
Debía hablar cuanto antes con el líder de los luchadores.


-Pal accedió a la demanda. En cuanto acepten los mutantes, nos dará las coordenadas para llegar a la antigua estación de trenes. Nuestra reunión para forjar alianzas será en la misma estación. - le dijo Sofía a Rasha.
Ésta mutante era una mujer de ideas firmes y fiel a sus principios, pero muy reservada en sus maneras cuando de Alfarianos de otras espirales se trataba.
Aún así, empezaba a confiar  moderadamente en el círculo de Levar. 
-Bien, mantendré informados al resto. ¿Tardaremos mucho en ponernos en contacto con ellos?- Objetó Rasha.
-No creo- mintió piadosamente Sofía. –Seguro que estarán entusiasmados.
Ambos mutantes se miraron al unísono. Los dos sabían que las reacciones de los rojos eran variopintas y en ocasiones inesperadas. Los gatos eran volátiles y cambiantes, aunque tenían claro que posicionamiento querían tomar en la espiral de los mutantes. No tenían un lugar decente donde estar pero no necesitaban ostentar nada. Solo querían sentirse cómodos con los suyos, vivos y libres de causas maléficas y superficiales como las que se desprendían de las energías de los azules.


Los luchadores del león Negro no lo tenían todo a su favor.
-De acuerdo- contestó Rasha.
-Conectaremos en una hora. Supongo que pronto sabremos la confirmación de los mutantes rojos.
-Perfecto. Esperaremos. ¡Ah! ¡y gracias! No me equivocaba cuando confié en nuestra alianza.
Ja y Sofía se pusieron la mano en el corazón y asintieron con la cabeza casi al unísono.




Rasha entró en todos los farms  y advirtió a todos de que solo necesitaban una última confirmación para estar en alianza con los mutantes rojos.
Durante esa hora la palabra “mutantes rojos” estaba en boca de todos.
¿Quién iba a suponer que la alianza entre espirales tendría en cuenta a mutantes? Nunca se había conocido lo suficientemente bien la realidad de esta espiral. Nadie imaginaba que unos seres insurgentes luchaban contra viento y mareas por tomar la decisión de ser ellos mismos en un ambiente tan hostil y sombrío. Suponía una lucha no solo loable y meritoria, sino expuesta a realizarse en las sombras, donde nadie podía entender como la inmundicia de la espiral de los mutantes se escondía arriba y no abajo, en el alcantarillado.
¿Cómo estos seres podían brillar en la oscuridad y el en silencio de sus propias vidas de la misma manera que lo había hecho Levar?
¿Cómo en ambos casos no importaban los títulos ni los méritos públicos o consabidos y solo importaba la lucha interna, una lucha que humillaba al guerrero, una lucha que solo la encrucijada sabía valorar?
Una vez más, a ojos de la verdad, la ley de la vida había premiado con virtudes y había castigado con el don del sacrificio y el dolor al mismo tiempo.
La fuerza de la alianza entre unas espirales y otras demostraba una vez más que la unión era la energía más poderosa de todo el Universo Alfa.
Algunos tímidos, otros recelosos y unos cuantos optimistas habían decidido que la alianza con los mutantes era una bendición y una buena señal.
Pasara lo que pasara, asumirían el peligro pero festejarían el derecho de gozar de un Universo rico en ONE LOVE.






-Las negociaciones fueron positivas- resolvió Ja-  y las coordenadas resueltas. Debemos ir cuanto antes a la estación. Estamos en peligro. Las pantallas tecnológicas se han abierto muchas veces.
-Tranquilo, partiremos de inmediato. Notificaré al resto. Partimos en un cuarto de hora- estableció el león.




Salieron por fin del cauce del río. Afortunadamente nadie los había visto de momento.
Levar se sentía algo decaída.  Se abrazó a Tso. Era el único que le regulaba las energías.  Él al absorber sus energías hacía que Levar sacara la suyas negativas con lo cual su reacción era sacar las positivas.  Era un milagro que un ser regulara las enfermedades de otro.
-Pronto se me pasará- pensaba- Pronto se me irá el dolor.

Aunque ya habían partido rumbo a la estación, aun faltaba un largo trayecto hasta llegar allí. Tenían que sobrevolar a una altura considerable y una velocidad prudencial, ni demasiado rápido ni a una rasante extremadamente baja. 
La reina Bipolar había complicado las cosas y los nudos de este enredo parecían poner eufóricos a la mayoría de los luchadores, y tornaban neuróticos a otros tantos.
Los farms comenzaron a elevarse. Dos farms extraños comenzaron a seguirles. No podían parar pero harían lo posible para dejarlos atrás.
La carrera no cesaba y las velocidades aumentaban  cada vez más.
Rasha abrió la pantalla tecnológica. Decidió extraviar a tres de sus farms para  despistar a los farms que los seguía.
El intento fue fallido porque cada farm intruso siguió uno de los grupos de farms. 
Rasha trató de confundir al farm que perseguía al grupo de tres farms de luchadores. Él se escondió en el cauce del río, otro de los farms se fue dirección a la estación de trenes y el tercer farm fue avisado para que encubriera al de Rasha. Su misión era dar vueltas y vueltas alrededor del río hasta cansar a su oponente y después esconderse también en entre los juncos del cauce. Una vez allí, el león ordenó que se fueran a la estación mientras su farm burlara al vehículo de los intrusos. Éste farm enemigo finalmente desistió y se fue. Ya solo que daba otro farm.
Los otros tres farms consiguieron también deshacerse del vehículo que les perseguía con la ayuda del farm de Rasha que tentó al otro farm compitiendo con el en velocidad y destreza.
Finalmente bajaron a la superficie. Seguían cerca del cauce pero no había ni un sola rama donde poder esconderse. Debían estar alertas. Un mano a mano en estas circunstancias era peligroso.
Fueron bajando algunos mutantes; en total cinco. Eran guardianes de la Secta. Sus vestimentas eran similares: todos vestían trajes; todos con pantalones negros, unos  con camisas marrones y otros con camisas grises. Aunque tenían las cejas y el pelo oscuros, tenían una piel similar al resto de mutantes que Rasha había conocido, aunque con un tono grisáceo mezclado con vetas de color morado.
Cada uno llevaba una porra y un arma de fuego.
Se acercaron a Rasha que estaba con Pripe, Tania y Najren, y sacaron sus espadas. Detrás estaban Blod, Levar y el Keburi. Jacky que se sintió intimidado por las armas de los intrusos, saltó y dando una voltereta le quitó su arma a dos de ellos. Luego dio tres brincos más y le quito el arma al resto.
Rasha comenzó a mover la espada con pasmosa habilidad y Najren, aprovechando que estaban distraídos, mató a los dos mutantes que tenía a mano hincándoles la puta de su espada.
Dos energías grises se elevaron hacia el cielo.
Aún era de día. El sol resplandecía sobre las cabezas del resto de mutantes azules. Pripe machacó a otro metiéndole la punta del venablo.
El león Do, que había siempre había estado en los mandos del farm sin moverse para nada, decidió hacer un acto heroico con tal mala suerte que al salir y unirse al grupo uno de los mutantes le disparó y quedó tendido en el suelo sin moverse. Tania logró quitarle el arma y Blod le asfixió con la fuerza de un abrazo acabando con él. Y Levar, que había llegado la última, derribó de pleno con la ira de sus manos al quinto mutante que estaba saliendo ahora del farm.
Entonces, Tania junto con Rasha inspeccionaron el interior del farm. Quedaban tres mutantes mas contando al conductor.
Tania y los dos leones les liquidaron con sus espadas sin ninguna reserva. El farm había quedado completamente eliminado.
Por fin podían ir dirección a la estación junto al resto de luchadores que quizá ya habrían llegado.

No quisieron arriesgarse; cogieron el cuerpo de Do y lo enterraron en el cauce. Posteriormente abrieron la pantalla unos minutos para dejar gravada la ruta hasta la estación y luego prosiguieron su camino.






-No debemos correr Rasha. - le dijo Ja avisándole a conciencia. -Es aún más peligroso correr porque podemos ser avistados por el tráfico aéreo. Mientras tanto dejaremos que Pal haga los honores en la estación.

El gran hombre alto adoptó un gesto de preocupación. Involucrar estas espirales con la de los mutantes podía implicar un conflicto frontal de intereses. Quizá el mismo Faraón haría cuenta de ello y se aprovecharía de tal situación.  
Rasha trasmitió esta vez al hombre alto un gesto de serenidad. Debía mostrar empatía  ya que ha su lado tenía nueve individuos pendientes de un hilo y al otro lado cinco farms con grupos de hasta treinta personas.
Su padre le había preparado mentalmente para situaciones como éstas. Le contaba historias del pasado, alianzas con otras espirales, los leones siempre combatientes, siempre alertas…


Pensó en Levar. Ya no hablaría más sobre lo sucedido entre ambos en la aldea de los leones Negros.
Tenía que dejarla marchar y sobre todo evitar que tuviera dudas en su encrucijada por su propia culpa. Su amor por ella era una fuente de vida y calor que daba luz a sus sueños y esperanzas.
No podía imaginarse sin ella pero era probable que la encrucijada separara sus existencias vitales. Solo la encrucijada podía hablar por ambos.
El resto de compañeros lucharían junto a él con uñas y dientes. No cabía en él ni el desprecio, ni la duda o la desconfianza.
Sin embargo aborrecía al Ággelo por tener el suficiente valor de expresarle sus sentimientos hacia ella y por mostrarle a su vez cariño y afecto físico. Le maldecía por utilizar la excusa de que  querer redimir sus actos. No solo quería ganarse la confianza de Levar sino que se mostraba lleno de vida y de brillo ante ella, aparentando ser un hombre sin rencores.
El león de leones era un hombre con una fina sensibilidad pero debía aprender a controlar la pasión de sus emociones. Sin embargo, en situaciones de lucha bajo presión, era un león frío y calculador. Nadie podía intimidarle fácilmente, menos ella, a la que llamaba en silencio desde su corazón.








Ja se quedó en la cabina de mandos y se sentó junto al conductor.
Le había contado a Rasha que los rojos eran individuos antisistema y que su estética era distinta aunque seguían rasgos morfológicos similares a los mutantes azules. A pesar a ser altos y de tener una tez blanca con estrías lilas, tenían una compostura y un linaje distinto a los mutantes azules. Muchos estaban mezclados con otras espirales, incluso con los mismos leones.
Eran agresivos frente a cualquier movimiento que implicara alienación o borreguismo, por eso no estaban dispuestos a sufrir ninguna humillación por parte del Faraón o la Secta. Mantenían una intrincada red donde se procuraba defender los derechos de los insurgentes, los cuales siempre fueron perseguidos con ansias y ahínco u olvidados en ocasiones por la Secta a su peor suerte.
En algunas ocasiones vestían con símbolos que definían al grupo sin ser apenas amonestados. Sin embargo muchas veces se jugaban la vida por  llevar una simple camiseta o unos guantes con el símbolo.
El emblema consistía en un círculo de color rojo con dos pirámides negras superpuestas, una de ellas invertida formando. Ambas formaban seis puntas.  La simbología quería trasmitir el desorden y el caos natural que el Faraón no podía dominar y todo lo que era contrario a él, puesto que para él solo había una pirámide posible; la que apuntaba hacia arriba. 
Se rebelaban con la misma fuera que un hijo de la Liberación pero no querían defender la libertad, sino la posibilidad de vivir con tranquilidad en la espiral de los mutantes, sin que nadie les molestara.
Este símbolo para los mutantes rojos era en definitiva su bandera; su propia liberación personal.
Sin embargo, para la Secta los mutantes rojos eran simplemente un problema difícil de resolver.
El poder de la Secta no podía acallar voces y suspiros. Había que tener siempre presente que los familiares de muchos insurgentes vivían entre los mutantes azules. Eso hacía que la coyuntura fuera delicada porque matar o herir a un mutante azul podía suponer la pérdida directa de uno de ellos.











-¿Que creéis que le sucederá a los insurgentes? - dejó caer Tania.
-Yo creo que para nosotros pueden ser un gran apoyo- intercaló Blod.
-¿Creéis que lucharán con nosotros?- Preguntó Levar.
-Si, reina Isthar, aunque no se como ni cuantos serán.- Reafirmó Rasha aplicando su teoría de la inestabilidad.
-He oído hablar sobre los mutantes rojos. No pasan pantallas  fácilmente, al menos no son capaces de pasar pantallas del resto de espirales, pero me han revelado que tienen habilidades interesantes. -intervino el chamán Lucas.
-¿Cómo cuales?- preguntó Ari llena de curiosidad.
-Poseen habilidades felinas. Son intuitivos y peligrosos si se les ofende. Si te muerden puedes morir en el instante-- Explicó el chamán sintiéndose algo desconfiado por divulgar una información que podía ser contraproducente para los mismos insurgentes.
-¿Y porque tienen habilidades distintas a los otros mutantes azules?- preguntó Levar.
-Por adaptación. Realmente es un linaje descarriado pero no deja de ser un linaje del Faraón. Dicen que se mezclaron en algún momento de la historia con hijos de Acuario, hijos de la Liberación, e incluso leones.  -Contestó el chamán.
-Tenemos que estar concienciados de que de ahora en adelante puede pasar cualquier cosa.- Importunó Rasha impulsado por sus propios pensamientos.
-Pripe, Najren, Jacky y yo saldremos los primeros, Luego irá Blod, Tania, Ággelo, Ari y la reina Bipolar en este orden. No sabemos como será el recibimiento así que hay que estar preparados.
-Tranquilos, tenéis que saber que ellos realmente nos protegerán.- Anunció Ja a todo el grupo.






El viaje siguió su curso hasta llegar a la estación. Faltaba una hora para que el sol se pusiera.  Era conveniente que llegaran antes del ocaso y así sucedió.
Cuando el farm de Rasha llegó, los otros cinco farms ya estaban estacionados. Sin embargo no quisieron bajar hasta que llegara Rasha. 
Pal avisó unos minutos antes a Ja con la pantalla tecnológica. Por lo visto los insurgentes  habían llegado hace una hora.

Abrieron la puerta del farm y comenzaron a  salir.
Una multitud destacada de mutantes rojos se habían arremolinado cerca de las paradas de los raíles del tren.
Los raíles, antes solitarios, despedían oxido y los ventanales de la estación carecían de cristales. La mitad de la estación estaba cubierta y la otra mitad estaba compuesta por una extensión grande de aparcamientos señalizados.
La estación estaba físicamente rodeada por una verja, excepto una entrada cerca de los aparcamientos. Esto no condicionaba a los farms que llegaban planeando desde el cielo.
Al lado de los aparcamientos, de hecho, había unos cuantos farms aparcados, algunos en perfectas condiciones y otros para el desguace.
La multitud quería ver a Rasha. Era el dirigente de todos los farms, el león mas preparado  y para cerrar la alianza era inminente hablar con él.  
Rasha se abrió paso entre la gente acompañado de su grupo. Llegaron al epicentro del los grupos, donde se había dejado un espacio abierto para poder realizar las reuniones. Se había formado por la misma posición del gentío un círculo algo irregular de la dimensión de un farm.


Un mutante hizo  un gesto con las manos, que consistía en bajar y subir ambos brazos a la vez, y  con voz de mando pidió silencio. 
Los mutantes acallaron sus gritos.
Llegaron cerca del epicéntro y fueron fieles a los acontecimientos.
Un hombre alto y delgado que vestía de rojo y tenía el símbolo en un medallón que le caía por el cuello pidió a Ja que se acercara.
Cuando llegó al corazón físico de la reunión comenzó a hablar.

-Estamos reunidos para contraatacar a los mutantes azules y llegar al consejo de la Secta. Será un placer seguirles después hasta el Faraón si deciden sumarse a la lucha. –Propuso Ja con total elegancia.
Era evidente que seguirlos implicaba acatar sus decisiones y que sumarse a la lucha del resto de espirales implicaba seguir las decisiones de los luchadores de Rasha. Pero Ja concilió la necesidad de ese acertijo para explicar sutilmente que nadie sería superior.
Luego hizo un gesto con la mano a Rasha para que se acercara al centro de la homilía.
La gente participaba en un murmullo colectivo.
Aunque sus pelos y cejas estaban tintados de colores básicos (rojo, verde amarillo), los tonos lilas de su piel les delataba.
Sus ropas eran deportivas, la mayoría de color negro y rojo, en pocas ocasiones de color violeta o amarillo. Y algunos llevaban con orgullo el símbolo de la estrella de seis puntas que les definía. Algunos en los zapatos, otros en las camisas, otras en las gorras con visera y algunas mutantes lo llevaban tatuado en insólitas partes del cuerpo.

-Gracias por la bienvenida. Hemos llegado hasta aquí con la intención de enfrentarnos a los mutantes azules y por definición al Faraón. Quien no tenga intención de seguirnos está a tiempo de echarse a tras.

El murmullo se acrecentó. Los insurgentes no estaban dispuestos a ser dirigidos por nadie pero las mentes pensantes sabían que la iniciativa original  provenía de los luchadores del león y que ellos estaban ahí para sumarse al viaje pues compartir objetivos comunes y sobre todo tenían un enemigo común. Asumir esta tarea empezaba a ser necesario.

-Quizá nuestra lucha se origine de un modo distinto a la vuestra pero se de corazón que todos queremos acabar con Babylon.
-Muerte al Faraón- se oyeron unas voces que gritaban repetidamente.
-Muerte al faraón- volvieron a chillar desgañitándose.
-Muerte a la ciudad Negra. – clamaban otros.

El círculo de Levar no se atrevía a decir ni una sola palabra. Intimidados por la situación se miraban unos a otros buscando cierta seguridad.
El resto de luchadores del león Negro que faltaban permanecían dentro de los vehículos.
Tan solo el grupo de Rasha  se encontraba fuera afrontando el comité de los mutantes rojos.
De repente un hombre vestido de negro se acercó a Rasha. Sus cejas eran abundantes y su tez lilácea era más gris de lo normal. Parecía un anciano por su pelo blanco pero tenía un cuerpo musculoso y atlético. Llevaba el símbolo tatuado en uno de la parte inferior del antebrazo, terminando casi por la muñeca y se acercaba al león de forma decisiva pero cautelosa.

-Perdón me gustaría hablar- dijo amablemente mirando a Rasha.
-Claro, por supuesto. Adelante.- El león hizo un ademán con la mano para que el hombre le adelantara y él se retiró del epicentro.
-Compañeros y amigos. Me informan que aún faltan rojos por llegar que también se unirán a nuestro gran grupo de luchadores. Sería de gran ayuda que en el día de hoy reclutáramos a cuantos mutantes rojos sea posible. Por lo que animo a que llamen a todos los rojos posibles que aún no han sido informados. – su voz sonaba rotunda pero nada agresiva.
-¡Mutantes rojos!- exclamó- Luchemos por la derrota del Faraón. -Dijo esta vez eufórico pero permaneciendo estático en el sitio.
-¡Muerte al Faraón! -gritaron unos pocos.
-¡Por la derrota del sistema!- gritó otro.

Levar estaba literalmente con la boca abierta. Más de doscientos individuos rodeaban el epicentro donde ellos se encontraban. Se entendía que no eran una amenaza para su propio grupo ni para el resto de farms. El medio justificaba un fin que apuntaba directamente a la abolición de la esclavitud.
Sin embargo, los mutantes rojos participaban de una inquietud que les volvía agresivos e impredecibles.
No dejaban de ser gatos llenos de creatividad, movidos por un sentimiento noble, un sentimiento difícil de saciar.
Levar estaba fascinada por la esencia de la escena que estaba presenciando.
Su corazón palpitaba sin cesar por lo que debía controlarse; ponerse a levitar no sería buena idea. Nadie debía constatar sus habilidades. Nadie podía saber todavía que ella era la reina Bipolar.

Tso se había quedado en el farm. No era conveniente que advirtieran de su presencia ya que podría confundir el motivo de unión entre grupos.
Jacky se encontraba al lado derecho de Levar. Le estaba pegando estirones en el corpiño de cuero.

-Reina… -balbuceó- Esta gente es siniestra. Nos confundirán con los mutantes azules seguro.- Susurró lo máximo posible.
-Son gatos -dijo en voz baja la reina.- Auténticos felinos…- añadió hipnotizada.

No había duda de que los rojos tenían rasgos de gato; rasgos que los tornaban peligrosos y fascinantes al mismo tiempo.
-Preocúpate por lo que eres tu, reina Isthar…-dijo refunfuñando Blod.
-Yo se quien soy aunque también tengo derecho a perderme en ocasiones. Pero estos seres son mágicos. ¿Has visto sus ojos?- dijo con algo de euforia en el timbre de su voz.
Najren que estaba detrás de Levar intervino en la conversación.
-Son astutos. Confunden al resto porque son astutos- repitió el hijo de la espiral Naciente no sin algo de pasión en sus palabras.- Hay que tener cuidado con ellos- terminó diciendo.
-Yo creo que luchan por una buena causa.  Son distintos a nosotros pero en el fondo buscan lo mismo que todos los Alfarianos.- dijo Ari murmurando al máximo. –Deberíamos confiar más de aquellos que van a ser compañeros de lucha.  
-Debemos creer porque es lo mas sensato- interfirió el chamán.- Queráis o no,  no nos queda otra.







Mientras el grupo hablaba, Rasha no se fue del perímetro del epicentro.

-Escuchad, es importante- gritaba afónico. Mientras tanto los insurgentes gritaban   “¡muerte al faraón!”.
-Por favor silencio- siguió gritando y en vista del panorama dio un rugido de león espeluznante e hizo que toda la estación de trenes se quedara en silencio.

Levar se quedó con los ojos bien abiertos expresando su sorpresa y su estupefacción. Había secretos que aún no conocía de Rasha y de repente sintió la necesidad de saber.

-Compañeros- siguió diciendo el león subiendo el tono de voz y la cabeza.
-Tenemos que organizarnos. ¿Alguien puede decirme cuantos farms podemos tener en nuestro haber?
-Algunos faltan por arreglar- gritó un muchacho joven con buena fe.
-Tenemos que organizarnos. Será imposible hacer ningún movimiento si no estamos situados. –Otro muchacho quiso participar. Tenía la necesidad imperiosa de servir de ayuda.

Todos miraron a su alrededor menos un joven que iba encapuchado con un hábito de pies a cabeza. Cambió la compostura y se acercó a Rasha.
Fue andando y acallando las voces mientras llegaba al epicentro.

-Somos alrededor de 300 mutantes rojos. Será complicado encontrar tantos farms. – dijo destapándose la capucha. – De todos modos hay bastantes farms contando los que necesitan algunos arreglos. Es mucho más de lo que podíamos esperar en estos momentos, contando con los que vosotros traes claro.

El muchacho tenía un atractivo visible. Se descolocó el cabello negro y rizado al quitarse la capucha y Rasha descubrió unos ojos grandes y negros que le parecían familiares. Tenía una dilatación en cada una de las orejas en forma de túnel de unos tres centímetros.  Sus rasgos faciales se disputaban una lucha natural entre lo dulce y lo agresivo y sus labios eran gruesos y bien perfilados. Su estatura era similar a la de Rasha, aunque su aspecto de monje reflejaba cierto ascetismo.
Rasha le miró detenidamente. Era un hombre joven con aplomo. Su serenidad parecía demostrar la misma esencia de su carácter. Aunque era demasiado joven…
Ja que contemplaba la escena detenidamente se acercó al muchacho y le puso la mano en el hombro.

-Gracias Asar por tu ayuda. Organizarás a los grupos. Yo me encargaré de lidiar con el resto de cuestiones.

El mutante Ja parecía conocer al muchacho. Eso podía significar que el muchacho no solía pasar desapercibido.

-¿Y los farms que no están arreglados? Es imposible luchar sin ellos…Somos demasiados- advirtió el chaval.
-Haré algunas llamadas. Hay una empresa que estaría encantada de ayudarnos según nuestro amigo Ja.
-¿Insurgentes?- quiso saber Asar.
-No exactamente pero si asqueados con este sistema.
-Tranquilo, me ocuparé del orden.

El murmullo mostraba una inquietud general.
Sin embargo, pasara lo que pasara, la cantidad de los farms y los rojos ya era suficiente para luchar. Lo que no era seguro es si eran suficiente para vencer.

Asar organizó filas con otros cinco insurgentes. Y Ja comenzó a buscar a más reclutas mientras esperaba a otros que aún estaban por llegar.
Y Rasha ordenó que todos sus luchadores salieran de los farms. Todo sería mas sencillo si se mezclaban entre sí creando una alianza firme.
Levar quería perderse entre la gente. Quería beber del mismo vaso de euforia que aquellos individuos bebían.  Decidió ir a sacar a Tso. No podía permanecer escondido si luego le iban a dejar luchar.




Fue a buscarle y cuando consiguió sacarle, a pesar de que se estaba cohibido por los ruidos,  llamó también a Blod.
Sabía que a estas alturas andar sola era peligroso.
Después fue directa al farm de la reina Makkeda. Una vez allí saludó a la reina y le confió sus inquietudes.

-Reina, estoy algo perpleja con los gatos.
-Es lógico. Te sientes familiarizada con ellos. Ellos no controlan su energía negativa al igual que los habitantes de la Tierra.
-Lo que no entiendo es porque Rasha no me confió que podía rugir así.
-Rasha es un león, preciosa, eso nunca lo olvides. – dijo sonriendo de soslayo.
-Creo que la lucha por Sión esta llegando muy lejos, está moviendo a muchos Alfarianos. -Dijo cambiando de tema la muchacha.
-En las batallas siempre mueren seres inocentes. Es prudente esperar otra encrucijada.
-Entonces, ¿yo puedo morir…?- dijo algo nerviosa.
La reina le miró con cierta cadencia en sus gestos y miró después a Blod.
-Aquí la única muerte real son los agujeros negros, niña. Lo de más son encrucijadas que te llevan a otros destinos a través de las pantallas.

Entonces la reina Makkeda se acercó a Levar y le recogió el pelo con las dos manos hacia atrás.
-¡Mírate! ¡Cada día estás más bella!
Levar se sonrojó y no articuló palabra.
-¿Tu crees que el lo verá? – dijo refiriéndose a Rasha.
-El lo ve todo. Quizá es torpe para trasmitir pero es inteligente para observar.
-Tengo que hablar con él antes de que empiece esta locura- musitó.
-Adelante pues. Quizá sea necesario que lo hagas.





Mientras se alejaban del farm, Blod opinó sobre la última conversación de Levar con la reina Makkeda.
-Reina Isthar. El no está por la labor…
-No entiendo a que te refieres. – dijo sacudiendo la cabeza.
-Él vio como os besabais tú y Ággelo. Mancillaste su dignidad.
-Quizá Ággelo sea capaz de darme lo que Rasha no se atreve a concederme.
-Quizá debas esperar. Rasha ahora necesita concentrarse, debe  organizar a todos.
-Es posible que tengas razón. – dijo empezando a dar zancadas.
-Hablaré mejor con Ággelo- concluyó decidida.
-¡Madre mía! Levar… –se lamentó Blod dándose golpes en la cabeza con la mano- Estás perdida…- Musitó.
Luego lo pensó mejor y decidió quedarse con la idea de que el Ággelo tal vez era algo manipulador.






Ággelo se encontraba aún en el epicentro donde algunos gatos insurgentes trataban de hacerse paso para coger la voz de mando. Discutían entre ellos sin cesar superponiendo unas voces con otras.
Kufu se encontraba, entre toda aquella algarabía,  acompañado de algunos miembros del grupo como Ari, Najren y el chamán.
Rasha y Pripe se encontraban en el farm junto al mutante Ja. Confiados de que se encontraban solos, abrieron las pantallas.

-Localizar a Pal, por favor. Ella sabe las coordenadas de la próxima reunión de la Secta. Debéis hablar de ello con mis compañeros, los rojos.

Los farms tenían un sistema de coordinación con el resto de farms de Rasha. Era un mecanismo del que disponía cualquier farm pero era necesario activarlo y sincronizarlo con el funcionamiento de los otros vehículos. Este método facilitaba la comunicación entre unos y otros y protegía a todos los grupos de cualquier amenaza externa, alertando de cualquier movimiento extraño que pudiera intimidar a cualquiera de los vehículos que trabajaban en cadena. Para los leones este trabajo en cadena tenía un nombre; anclaje.
Sin embargo, este sistema sofisticado no iba a servir de gran ayuda esta vez pues la gran concentración en la estación de trenes era visible para cualquiera que transitara la zona en tres manzanas a la redonda.

El muchacho con el hábito de monje entro en el farm pidiendo permiso a Rasha con la mirada. Había pasado aproximadamente una hora y media.
Casi como si intuyera lo que el líder estaba pensando, hizo un comentario a propósito de no pasar desapercibidos:

-Las filas están organizadas, hay varios grupos que tienen ya asignado un farm. El resto de grupos aún no he podido estructurarlos. Son numerosos y desordenados. No es el momento de buscarles un rumbo.

El muchacho había logrado reunir a los rojos en grupos de diez con un jefe al mando en cada grupo. Gatos y gatas trasmitían ahora una sonrisa sinuosa porque, por fin, tendrían la gran oportunidad de revelarse ante el maquiavelismo del Faraón.

-Perfecto, muchacho. Estás siendo de gran ayuda- le declaró agarrándole con firmeza el hombro. Asar sonrió templando su moderación. En estos momentos, ningún luchador que se preciara estaba exento de sentir cierta euforia descontrolada en su estomago.  
-De todos modos es necesario que tengáis en cuenta la situación. Los mutantes rojos, en ocasiones, nos reunimos en algunos lugares abiertos como éste simplemente para celebrar nuestro encuentro y el poder que sustenta nuestra unión. Algunos tocan instrumentos, otros bailan y otros, más ilusos, beben o ingieran pastillas de alquimios para olvidar el infierno en el que vivimos. La Secta principal pasa por alto este tipo de encuentros. Saben que son inofensivos y que no alteraran la base de su sistema. Que seamos tantos no constituye un problema, pero si ven demasiados farms pueden sospechar.  Y si lo hacen estamos perdidos.
-Tranquilo, Asar- intervino el león mirando también a Ja. -Pronto llegaremos a una conclusión acerca del tema de la Secta.




Fuera de los farms Levar pasaba frente a todos con Tso que le estaba agarrando fuertemente su mano izquierda. Iba, directamente, en dirección al Ággelo. Necesitaba aclarar ciertos puntos con él.
Este se encontraba con Tania y el resto del círculo de Rasha cerca de los aparcamientos señalizados de la estación. Estaban todos sentados en el suelo y charlando distendidamente.

-¡Kufu, Kufu, tengo hablar contigo, es importante!
-Por supuesto, tranquila. Respira, anda.- Le aconsejó con tranquilidad.
Ella soltó a Tso e hizo el intento de sentarse en el suelo junto a Ággelo.
-Aquí no te sientes. Buscaremos algun lugar mejor donde podamos estar más cómodos.
Había unos bancos de piedra por donde pasaban los raíles del tren. Kufu las señaló con el índice. En ellos un gran grupo de rojos estaba sentado. Se había formado una gran jarana con tintes alegres donde las bebidas y la música no faltaban.
Entre unos y otros, había un lugar que parecía ideal para Kufu, Levar y el desahuciado.
El Ággelo se lo mostró a la terrestre y, como vio que ella no rechistó, se aceraron y se sentaron.
Los insurgentes miraban a la reina Bipolar con extrañeza. Ella era una intrusa y estaba acompañada de un ser canijo que parecía pusilánime.
Sabían que era un desahuciado pero daban por sentado de que no era un intruso ya que andaba al lado de una reina.
Sin embargo, aunque los Ággelos parecían gozar del respeto de todas las espirales, para aquellas gentes Tso y Levar resultaban parecer más carismamáticos  e insurgentes que Kufu.  

-Una reina joven…- comentó una mutante mirando a la terrestre de reojo.
El resto la siguieron también con la mirada.

-Kufu- empezó a decir la reina Bipolar titubeando un poco- por mucho tiempo fuiste un guía para mí. Antes de llegar al Universo Alfa sabes que tu para mi eras una de las personas mas importantes en mi vida o al menos así lo sentía yo.
-Si. ¿Y?- dijo Kufu sin ningún ánimo de cizañar.
-Ahora te he visto y se que no guiarías tu vida por mi. Es inútil. Nunca me quisiste…- le confesó dudosa.
-Te quise y mucho pero ahora se que tu encrucijada no te llevará a mi.
-¿Por qué?- preguntó inquieta.
-Porque tú no quieres amar a nadie.
-Te equivocas- contestó seguidamente.- Yo te ame y no me importaría hacerlo de nuevo.
-¿Bajo cualquier circunstancia?- le preguntó violentándola.
-Lo único que me cuesta es confiar. Ya lo sabes. Entiendo que no puedas perdonar mi traición pero ahora que ambos entendimos la situación no quiero decepcionarte una vez más. -En realidad no quiero defraudar a nadie.- Agregó la chica bipolar agachando la cabeza y pensando automáticamente en Rasha.
El gran león no podía o no quería corresponderle. Era un hecho que no sabía como lidiar con él pero que tarde o temprano tendría que asumir.
-A mi no me decepcionarás. Aquello sucedió hace mucho tiempo. A día de hoy comprendo que nadie es perfecto.
Hizo una pausa y añadió:
-Si tu estas dispuesta yo estoy dispuesto. Dame una oportunidad, pequeña.


Ella no acababa de creerlo. El había estado mucho tiempo inmerso en un mutismo inigualado cuando ella le traicionó en la Tierra. Después, con los años, perdió su huella y desafortunadamente había muerto en un accidente de tráfico sin que ella se enterara de lo ocurrido.
Aunque no llegó a verle hasta el día en el que llegó al campamento de los leones Negros, aún sentía en su corazón el recuerdo del dolor, la reminiscencia de un pasado que le había desgarrado el alma.  
Su presencia llegó en unas circunstancias tan extrañas que era difícil tomar la decisión adecuada. ¿En quién debía depositar todo su amor? Ahora se había convertido en su gran pregunta.   

-Dame tiempo para pensarlo. – Tso le tiraba de la falda. – Necesito pensar, solo es eso Kufu. – contestó algo decepcionada de si misma.
-Tso cansado, Tso comer, Tso cosas muchas. -Dijo ausente de lo que sucedía… o tal vez no.
-Sí, sí. – le contestó- Vamos anda.
Tso no paraba de tirar de ella.
-Tengo que irme Ággelo. Te contestaré en cuanto tome una decisión.
-Rígete por el corazón- dijo este rezando, pues si su respuesta se guiaba por una decisión al azar o racional no sería demasiado positiva para él…
-Lo haré – dijo Levar algo triste. Esto desoló a Ággelo, sabía que el viento corría a favor de Rasha.



Levar y su compañero se alejaron de las bancadas de piedra algo desorientados. Ella estaba más perdida si cabía. Tenía tres opciones de las cuales ninguna era absolutamente  concluyente para ella.
Anduvo hasta el farm con la intención de encontrarse con Rasha y Ja.  Por lo que se contaba habían logrado conseguir organizar el resto de farms y habían conseguido localizar unos mecánicos dispuestos a colaborar.
Los mutantes azules todavía no sospechaban lo que se tramaba en la vieja estación. La alerta aún no estaba disparada.


Pasaron dos horas y los grupos ya estaban organizados por Asar, el líder de los leones y Ja. Los gatos no necesitaban entrenamientos. Eran fuertes, rápidos y descabelladamente intuitivos.  Estaban preparados para luchar contra la ciudad Negra, los , el Faraón y quien se pusiera delante.
Altamente confiados y dispuestos a arrasar con todo, brincaban con la seguridad de que Babylon sería derrotada por fin. 
Ahora todo el círculo de la reina Bipolar se había situado frente a su farm. Ággelo miraba de soslayo a la muchacha bipolar y ella le desvolvía una mirada atónita y confusa.
Decidieron descansar lejos del tumulto.
El círculo de Levar entró en el farm.
Después de que se posicionaran y de que Rasha escogiera el momento adecuado, cogió la mano de Asar levantándosela frente al grupo.
-Chicos  y chicas. Quiero que conozcáis personalmente a Asar. ¡Es un chaval valeroso y excepcional! Ja y el resto de mutantes rojos nos han dado buenas credenciales sobre él y no hay más que ver lo que es capaz de hacer.
-Hola – le saludaron todos casi al unísono.
-Hola a todos.- respondió Asar.
-Mi gente te dará algo de comer y beber. Quédate en el farm. Debes sentarte un rato y descansar.
-Gracias – dijo agachando la cabeza.
-¿Coméis de todo?- Preguntó servicial Ari.
-Si claro, aunque no necesito comida en abundancia – comentó temeroso de ser rechazado.- Los mutantes rojos comemos muchas veces y en poca cantidad. –Miró a Ari sintiendo que era la muchacha mas bonita que había visto desde hace tiempo y luego procuró mirar al resto para no desconcentrar su mente.
Ella le miró con suavidad y dulzura y después se fue a los macutos, a buscarle algo de comer.
Más tarde, el chico de ojos negros se sentó al lado de la mujer bipolar sin sospechar su auténtica identidad. 
Una vez en el asiento se planteó hablar con aquella extraña reina.
-¿Dónde está tu familia Asar?- preguntó la reina Levar.
-No lo sé. Al nacer me dieron a una familia de gatos. Ellos dijeron que la persona que me trajo luego se marchó a la espiral del Faraón.
-¿Entonces no eres un mutante?- interrogó interesada Levar.
-Tengo aptitudes felinas. Por lo visto uno de mis padres era del linaje de los leones. Por todo esto tengo habilidades que me serán útiles en la batalla.
-Al fin y al cabo es un gato- intervino Tania riéndose irónica.
Jacky también se puso a la defensiva. Estaba harto de que los mutantes rojos se apropiaran de todo el espacio, necesitaba desafiarles para sentirse menos invadido.
-Quizá sea un mutante azul- dijo despectivamente el Keburi.
-Lo importante no es lo que yo sea sino lo que voy a hacer por vosotros. – se defendió el muchacho.
Su mirada era noble. – pensó Levar.
La única mirada que conocía similar a la de él era la de Rasha: Inquebrantable pero honesta, sincera pero seria.
-¿Qué armas sabes usar?- le preguntó Blod.
-Creo que no tiene porque pasar por un examen- dijo seria Levar- Es mas, no voy a dejar que le hagáis pasar por eso.
-En realidad todo el mundo tiene que mostrar sus credenciales. ¿Por qué el muchacho no?- planteó Blod.
Después de las palabras del can, Levar oteo de una sola mirada a todos los presentes y gritó:
-Callaos y respetad al muchacho.
Los allí presentes observaron asombrados la primera orden de Levar y la acataron por justicia.
Todos callaron por unos segundos hasta que vino la Ecodita Ari con algo de comida y bebida entre las manos.  
-No era necesario pero muy amable de todos modos- agradeció mirando con cierta devoción a la muchacha y luego a la reina. Luego trató de penetrar en los pensamientos de la reina. Era imposible; era una mente plana…
-Sois muy gentiles conmigo- apuntó Asar- Los mutantes rojos no lo serán tanto con vosotros.
-Contamos con ello hijo- intervino el chamán Lucas cargado de realismo.

De repente entró un insurgente al farm y buscó con la mirada a Asar.
-Asar, han llegado tres farms nuevos llenos de mutantes rojos. Quieren participar en la lucha.
El muchacho le devolvió a la azucarada Ari la comida que ésta le había ofrecido amablemente y luego siguió apresurado al insurgente.





-Interesante labor la de un chico tan joven. – planteó Ággelo.
-Parece honesto. Estoy segura de que no nos traicionará. – propuso Levar.
-¿Tanto como que el desahuciado no te iba a meter en líos?- disparó Tania.
-Tanto como que Tso ha sido increíblemente fiel. –dijo con una sonrisa acallando las ironías de Tania.
-A mí me parece un muchacho adorable. Mira de una forma especial a la gente. – dijo Ari.
-No seas inocente Ecodita. El muchacho te mira a ti de una forma especial porque tiene las energías masculinas revolucionadas- dijo la hija de Acuario poniendo énfasis en la palabra “revolucionadas”.
Levar trató de desviar el tema,  Ari se estaba avergonzando de las palabras de Tania poniéndose absolutamente colorada. Y no había necesidad de que pasara por ese tipo de situaciones engorrosas.
-Veamos cuantos seremos- dijo Levar disimulando.
Nafren quiso proponer un cálculo:
-En total vamos a ser casi quinientos  o más incluso. Ya es imposible pasar desapercibidos.
-En realidad era totalmente necesario reclutar a tanta gente- añadió Pripe desde la puerta de entrada donde estaba apoyado. Parecía hacer guardia.
-De lo contrario no hubiéramos hecho nada. Suerte que se han ofrecido los mutantes rojos.
Levar entendió que la palabra “ofrecido” significaba que no existía ningún mérito en que ella lo hubiera ideado. De cualquier modo, ya no le importaban las opiniones de Pripe.
-Al fin y al cabo todas las espirales nos necesitamos –siguió diciendo.- Todo es un ONE LOVE.- Razonó el joven león orgulloso de llegar a sus propias conclusiones.

-Yo necesito salir y ver el gentío. Me da fuerzas. – confesó Levar.
-Te cansarás de verlo. Ahora que estamos todos tranquilos deberíamos comer. Quizá no habrá otro momento. –propuso Blod inteligentemente.
-Pero luego iremos a ver al gentío- repitió Levar con una sonrisa.




Rasha, que estaba hablando con Ja, dejó la pantalla tecnología y se acercó al grupo. Había escuchado una petición de la reina Bipolar que no era prudente. 
-Sería conveniente que no salierais. Se ha creado un rumor acerca de una mujer que vuela y mata con la mirada. Dicen que alguien así sería útil para los mutantes rojos… Para no crear más polémicas al respecto, todas las mujeres se mantendrán en los farms.
-No es justo Rasha. – intervino Levar. – Nadie en su sano juicio creería eso.
-Tranquila, el rumor no durará. – Explicó el león Negro.- Ahora solo relájate y no derroches energías. No tardaremos mucho en ir a la ciudad Negra.
-¿Y allí actuaremos?- preguntó con una pizca de ilusión. Estaba harta de estar metida en el farm.
-Probablemente. Sea como sea, le echaremos un pulso al mal. En realidad estamos demostrando que admitimos a otros grupos y no somos tan xenófobos como los mutantes azules.  Al fin y al cabo es la esencia de lo que todos deseamos; convivir en paz unos con otros.
-¿Confiarías a Levar a un de esos mutantes rojos?- preguntó Jacky al león.
-Supongo que si, No sé. – dudó por un momento. –Bueno tengo que irme –dijo cambiando de tema.
-El león de Judá no tiene clara la alianza con los rojos.
Se marchó sin que a penas el resto se diera cuenta. Todos miraron hacia la puerta. El león estaba acumulando demasiado estrés. En algún momento debía explotar.




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-¿Crees que serías capaz de volcarme algun dia las estrellas?
-No se,  por ser tu podría decir que lo intentaría, pero
nunca alcanzaría a hacerlo...
-Bueno Charlie, solo te dije que soñaramos un poco...


Istharenlanoxe...




 




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