El contenido de La espiral Bipolar se engloba en un libro de alrededor de 140.000 palabras (o al menos eso creo de momento) Aquí haré la honesta y árdua tarea de transcribir los cápitulos en varias fases para una lectura mas fácil. Y sobre todo compartiré el arte porque el arte que trasmite es el arte para TODOS.
La curiosidad dió sentido a nuestros pasos y nuestros pasos nos llevaron a ella...a la curiosidad bajo el influjo de las mismas espirales.

{Os mando la energía... si queréis saltar os espero en la otra espiral}

miércoles, 4 de julio de 2012

(Capítulo 7, Parte 1ª)



 La espiral  de los leones de Sión. Año 2045*





Todos los farms estacionaron sobre un campo lleno de espigas, menos uno, que aún no había llegado porque se había encargado de buscar un bucle de espiral donde poder dejar a su suerte a los tres mutantes que estaban en cautiverio. Ahora solo el perípato de la encrucijada podría hablar por ellos. 
Muchos viajeros llegaron aturdidos. Llevar cinturones de seguridad no era suficiente para sentirse seguros en un viaje harto agitado.
En los ojos de Rasha había un brillo especial.
Bajaron y avanzaron por encima de los campos de espigas y flores purpúreas creando una senda a su paso. 
-Me da pena pisarlos. Son preciosos -comentó la chica terrestre.
-Son gladiolos lilas-dijo un león-. Sirven para adornar los caminos que llevan a zonas habitadas y también son un buen pienso para pájaros.
-Tienen un color precioso.
-Espera y verás, el camino hacia la aldea está repleto de color -sonrió satisfecho.

A lo lejos se divisaban árboles de diversas especies. El clima tropical comenzaba a asfixiar los pulmones de todos los luchadores. Aún tenían que adaptar su forma de respirar a una atmósfera altamente cálida para la gran mayoría.
Dejaron el campo espigado atrás. La tierra basta y fangosa les ensuciaban los zapatos hasta media pierna. A doscientos metros se avistaban unos árboles especiales, desconocidos por completo para Levar. Parecían tener la copa en el suelo y viceversa, de modo que las ramas se asemejaban a una red de extensas y largas manos. Impresionaban por su porte majestuoso y su color marrón liliáceo.

-¡Qué bonitos! ¿Qué son? -preguntó la chica de ojos plata con un tono cuasi infantil.
-Baobabs violetas. Un árbol sagrado para algunos clanes. La selva cambia constantemente pero el babobas permanece estable, sus cambios son lentos aunque seguros -explicó el mismo león que le había hablado un poco antes.
Su pelo largo y recogido en una venda blanca que dejaba tres rastas al aire y su carácter ciertamente afable resultaba encajar a la perfección con el de la muchacha. 
Era Ykir, primo de Rasha.
-Sin embargo, la planta que compartimos todos los clanes es la hierba. Es sagrada para  muchas aldeas pero para los niños está especialmente prohibida. Ellos no necesitan encontrar ningún nivel de meditación. Al no estar contaminados por el entorno pueden alcanzar esos niveles sin la planta sagrada -explicó mientras oteaba el infinito con su mirada.
-Los mayores a veces olvidamos soñar…- añadió nostálgico.


Rasha paró y se dirigió al grupo haciendo un ademán para que hicieran un alto en el camino
-Tenemos que andar hasta el pueblo. Apenas son tres kilómetros. Los farms se quedarán aquí. Debemos respetar la tierra en todos sus sentidos.
-Os aconsejo que cojáis fuerzas. Todo resultará más sencillo y se nos hará mucho mas corto si nos organizamos.
El grupo asintió  y, en cuanto el león terminó de mostrar su liderazgo, todos se dispersaron. Era complicado controlar a personas con idiosincrasias, ideologías y formas de ser distintas. Eran seres libres con decisiones libres. No formarían una línea recta obedeciendo órdenes militares ni se callarían si pensaran que algo no debía de realizarse de un modo u otro. Rasha solo les exigía que no se alejaran del camino y confió que así fuese.
A medida que avanzaban la selva tropical aumentaba en su esplendor. Era complicado andar sin apartar una rama, una hoja gigantesca  o sin sortear una raíz que sobresalía del suelo.
Las hojas gigantescas median de un metro y medio a dos de ancho. Por su color verde y su aspecto blandujo parecían grandes hojas de espinaca.
Levar comprobó para su sorpresa que eran gruesas y tenían un tacto áspero gracias a una infinidad de pelillos que defendían a la planta de algunos insectos. Luego, curiosa, observó debajo de la hoja. Tenía un tallo de un grosor de 30  centímetros y un largo aún mayor que su hoja, de dos metros y medio.
-Son hojas de Guna. Si te fijas crecen cerca de los árboles que pueden darle sombra. Es una hoja muy apreciada entre los leones tanto para comer como para uso terapéutico.
El muchacho le regalo una sonrisa sincera y Levar añadió:
-¡Vaya, de aquí puede sacarse mucha comida! Entonces, ¿Por qué las cortáis y las dejáis en el camino?
-Hay un excedente, crece demasiado deprisa y en grandes cantidades. Además la selva sabe que el hombre a de pasar… Le cede su paso si este respeta su naturaleza.  
Era un león mucho mas joven que Ykir o Rasha pero estaba sobradamente preparado para luchar. Su nombre era Humani y provenía del clan de Faruq; un clan antiguo y reducido que se había creado gracias a la alianza entre chamanes y princesas de Sión. 
Le habían instruido para que dislumbrara la verdadera cara de la esencia los alfarianos y estaba asombrado por la autenticidad de la muchacha terrestre. Por ese motivo sintió la necesidad de hablar con ella. 
Quiso dilatar la conversación. Sin embargo, otro león mas adulto que él, se acercó y le dio un aviso con la mirada para que siguiera su camino sin atosigar a la mujer bipolar.
-Perdonadme por la molestia, princesa. -concluyó despidiéndose.
Ella inclinó la cabeza y le trasmitió todos sus respetos con la mirada.

-¿Aquí hay Keburis? -preguntó Levar a Jacky.
-¡Sí, sí! No lo dudes. Aquí son felices. La hierba amansa a cualquier fiera, ¿verdad Tania? -dijo exclamando y dejando la huella de su voz por toda la selva.
-Aquí no hay π -dijo Blod cambiando de tema-. Pero será mejor que no nos separemos -advirtió mientras olisqueaba hoja por hoja.

Los hijos de Acuario iban a la cabeza junto a Rasha y sus hombres. Tras de ellos estaban Levar y su compañeros inseparables. Los hijos de la espiral Naciente y los Ecoditas iban rezagados, confiados, pisando sobre pisando pero guardando sus espaldas. 
Rasha y el resto de leones estaban en continua alerta. Por aquellos pasajes tropicales había muchas serpientes y tarántulas.  Mataron unas cuantas durante todo el trayecto y no dudaron en guardar algunas pieles de reptiles que ellos mismos convertirían después en materiales útiles para fortalecer el calzado o confeccionar bolsos.
Con el calor hizo que el viaje se convirtiera en un recorrido más insoportable e interminable de lo esperado.
Pronto encontraron a su paso una cascada de aguas frías.
Para Levar era insólito pasar por un calor tan extremo y de repente mojarse los pies en aguas gélidas. La temperatura le desorientaba.
En la Tierra, cuando llegaba el verano y con él las altas temperaturas, se sentía irritada, incluso algo ciclotímica. Eso hacía que cambiara de la euforia a la tristeza como un yo-yo. 
Eran gajes del oficio, solía pensar.  Entonces podía controlar la situación, hidratarse a tope con agua, permanecer bajo sombra, no estresarse. Pero en esta encrucijada debía hacer elecciones mucho más difíciles.
A medida que iba familiarizándose con el grupo, iba cogiéndoles un cariño especial. La mayoría de ellos querían cuidarla y deseaban lo mejor para ella.
A Jacky lo adoraba, aunque en ocasiones fuese torpe y bocazas.  Amaba a Blod por su valentía y su honestidad. Por Tania tenía un especial cariño, le mostraba un magnífico ejemplo de arrojo y decisión y ella bien sabía que las virtudes podían ser un ejemplo maravilloso que podían ayudarla a crecer. Tso era su pequeño amigo amoroso y Rasha era un león leal, con fortaleza, amigo acérrimo de los buenos consejos y capaz de trasmitir aplomo serenidad y seguridad en las situaciones más difíciles.
Todos ellos formaban una parte de Levar que ella misma no deseaba borrar. 
El resto, hasta el momento, habían sido estupendos con ella. Pero debía admitir sin confesarlo abiertaemente que la continua protección que le profesaban le creaba cierta repulsión ya que le hacía sentirse un bebé. Es mas, le hacía sentirse el bebé del Universo Alfa; esas niña que había crecido entre varias espirales.
¿Y si en realidad había muerto?
¿Y si el Universo Alfa le estaba dando la oportunidad de elegir su encrucijada?
De repente, volvió a sentir una punzada en su corazón. No sabía qué estaba sucediendo pero había apartado de su mente algunas reflexiones que al traerlas de repente su mente le creaban un estado de inusitado de desasosiego.
Rasha intuyó que no se sentía bien y se acercó a su lado.
-¿Todo bien, princesa?
-Todo bien -dijo ésta pasmada por recibir atención justo en el momento que mas la necesitaba.
Cuando el león se fue, la chica bipolar, buscando respuestas en el Keburi. Quizá el podía entender mejor que ella. Éste le dijo que los leones eran muy intuitivos. Su instinto de protección había aumentado con el tiempo y ahora gozaban de un lugar de honor y respeto en todo el universo.
-De todos modos, aunque tenga ciertas intuiciones, no puede entrar en tu mundo interior -le explicó convencido de que había realizado un auténtico hallazgo para la chica- Tienes una mente plana, muchacha. Es increíble pero así es.
-¿Plana?- preguntó algo ofendida. Pensaba que le estaba lanzando algún tipo de insulto. 
-Es difícil acceder a los pensamientos de una mente plana. Sus pensamientos parecen cajas insondables de secretos. Y solo algunos clanes tienen esa virtud, aparte de los niños. ¿No es estupendo?-exclamó pegando un brinco adelantando varios pasos por delante de ella. 

Subieron por el lateral de la cascada hasta encontrarse con otra un poco más pequeña. El clima rocoso se enfrentaba con la selva cara a cara. Un león cortó varias ramas que estorbaban abriendo paso a los que le precedían.
Algunos arbustos espinosos dificultaban el camino; dieron gracias a las espadas que los leones nunca abandonaban. Al subir llegaron a otra extensión de agua esta vez dividida en dos rápidos. Algunos volvieron a mojar sus pies. Otros trataron de escalar por los laterales pedregosos. Una vez pasado el río fuerte encontraron una zona más amable donde había un monte de acacias que separaban al menos por cinco metros unas de otras.
Un chaval sencillo en los modales y con el brillo en los ojos de un niño se acercó a la terrestre.
-No los toques. Son muy inteligentes. Si algún animal las acecha o las ataca se ponen en contacto unas con otras y segregan un veneno.
-¡Vaya, y yo que quería abrazarlas!
Levar sonrió. Tenía costumbre de abrazar un árbol cuando necesitaba energía o quería saludarlo. Obviamente el muchacho no imaginaba ni por asomo que la chica podía actuar verdaderamente así.
Así que, aunque tenía todo el derecho de asombrarse, el hecho de que no lo hiciera hizo que sorprendiera más a Levar que al propio joven león.
La chica levantó su mano para coger la del muchacho. Éste la imitó.
Cogidos de la mano pasaron varios segundos. Ambos lucían una sonrisa sincera y amigable. 
-En realidad se protege porque es un árbol sagrado, para algunos clanes es símbolo de la resurección de quienes entregan su vida por sus semejantes. Quizá no sea de la especie venenosa, pero es mejor guardar las distancias -comentó satisfecho de su discurso.
-Gracias…-murmuró Levar- Siempre que vea una acacia me acordaré de ti y recordaré tus sabías palabras.
El muchacho trasmitió una sonrisa de oreja a oreja. Y Levar se la devolvió.
-!Bienvenida al Universo Alfa, gran estrella! -exclamó entusiasmado.
Entonces salió disparado hacia el grupo de los leones. Temía alguna represalia pero eso ya le daba igual.

Atravesaron el bosque de acacias y encontraron grandes campos de maíz labrados por el hombre. Estaban cerca de la aldea. Solo era necesario atravesar el cultivo, desde allí visualizarían la aldea de los leones Negros.
 Cruzaron el campo haciendo un barrido através. Al otro lado aguardaban varios leones esperando el abrazo de sus hermanos.
-Ya hemos llegado -abandonó la mochila que llevaba y abrazó a uno de ellos.
De inmediato se incorporó guardando la compostura y exclamó exhausto:
-¡Necesito hablar cuanto antes con el consejo!
-Tranquilo, lo harás. Ahora toma aliento -le indicó sonriendo el león.
-Estaréis cansados. Relájate. Ya estás en casa.
Ambos sonrieron aunque el líder escondía la preocupación  que le procuraba su responsabilidad.
Se sentó agotado en el suelo, puso a su lado su mochila y esperó a que el resto le alcanzaran.
Todos llegaron sanos y salvos aunque con algún rasguño que otro. 

Al llegar al poblado, Levar se dio cuenta de que la gran mayoría de los habitantes eran negros y gozaban además de una complexión bastante  atlética.
 De pequeña había soñado varias veces que iba rozando maizales acompañada de otra niña negra más pequeña que ella.
Ambas, tan morenas de piel, iban tarareando una canción.
¡Qué grata sensación!
¡Qué vida más plena y sencilla!



Olía a leña quemándose y a frutas, y a carne asada, y a familia…
Rasha solicitó que buscaran ropa para todo el que la necesitara.
La aldea trataría de cubrir las necesidades de los visitantes desplegando todos los esfuerzos posibles.
Levar aún llevaba el corpiño y la falda de cuero. Necesitaría algo de ropa para poder lavar su indumentaria. Tanto ella como el resto de visitantes tenían una actitud tácita de tratar de pedir los cambios estrictamente necesarios.
Observó la aldea mientras esperaba la ropa. Era un sitio acogedor. Las mujeres vestían con telas bastantes vistosas y coloridas. Prácticamente todas tenían el pelo recogido y tapado por completo con un turbante blanco. Entre los hombres eran más los que tenían el pelo con turbante pero si que existían algunos, muchos mas que mujeres, que lucían sus grandes rastas.
Algunos fumaban genke, otros bailaban y uno grupo de aproximadamente ocho hombres tocaban sus tambores extasiados. La mayoría de la aldea andaba con los pies descalzos, sobre todo los niños que paseaban de una tienda a otra observando a los visitantes con una mezcla de estupefacción y entusiasmo.


Cuando Rasha vio a su madre agachó la cabeza en forma de reverencia y le pidió permiso para realizar un consejo lo antes posible.
También le rogó que, por favor, adaptara un lugar adecuado y cómodo para los nuevos visitantes y ella lo resolvió con rapidez anunciando que instalarían una tienda provisional usando unas telas que solían utilizar para los rituales. Tendrían que estacionarse cerca de la estepa lo cual podía ponerlos en peligro. Pronto el león ideó crear una comitiva que se encargase de vigilar la zona. Una de las princesas corrió rauda a avisar al resto y el león siguió frente a su madre algo sorprendido pero admirando por completo la decisión de aquella gran mujer.
-No estaremos mucho tiempo, madre -le dijo pidiéndole disculpas.
-Tranquilo, ni siquiera has respirado. Relájate y ven a abrazarme, anda.
Llena de orgullo, le arrulló entre sus pechos y le meció.
-Fue bueno que volviste con vida -le dijo casi canturreándoselo-. Fue bueno.



Cuando la conversación terminó Rasha se fue en dirección a los leones guerreros. La tienda provisional  necesitaría de la colaboración de todos.
Al llegar allí y comentar los nuevos planes, todos quisieron participar y el león consideró que lo mas razonable sería elegir a un grupo de trabajo.
La mayoría se encontraba en la estepa, quizá algo discretos, con cierto temor a irrumpir  en las vidas de unas gentes en el fondo desconocidas.

La madre de Rasha, que guardaba todas sus facultades intactas, ordenó que prepararan una comida de bienvenida, aunque fuese improvisada y no resultara suficientemente abundante. Merecían el mejor recibimiento que los leones pudieran ofrecer.
Por fin estaba anocheciendo. Terminaron de confeccionar la tienda justo a media noche. Algunos solicitaron algo más blando donde poder recostarse. Otros se apañaron con sus mochilas.
El pueblo entero celebraba la vuelta inmersos en una algarabía cautivante para la terrestre. Ella estaba sorprendida por tanta hospitalidad. Blod, sin embargo, estaba continuamente alerta y Tso, aunque perdido, se sentía totalmente ilusionado.
El perro del Oeste parecía intuir cualquier mínima inestabilidad, hasta el punto de oler todo el radio a la redonda. Hubo un momento en el que se empeñó en realizar círculos concéntrico alrededor de toda aquella gente que no paraba de bailar. Tenía que aprender a controlar la desconfianza; no podía fiarse prácticamente de nadie y eso podría traerle consecuencias negativas. 
Levar se reía de las vueltas absurdas que estaba dando el perro del Oeste y al mismo tiempo trataba de contener a Jacky que miraba constantemente a algunas de las leonas más jóvenes que bailaban con el deseo de arrancar a bailar con ellas.
Por unos instantes la mujer de ojos grises se evadió de sí misma y se quedó absorta observando a un niño de piel morena que saltaba sin cesar guiado por el sonido de los tambores. Estaba embelesado, impregnado de música y, al pisar el suelo, movía la misma tierra que Levar olía con deleite.
Algunos tiraron objetos en una hoguera que se encontraba junto a los músicos. Tania le explicó a la terrestre que era tradición tirar al fuego objetos que simbolizaban algo que no les servía o les había hecho daño. Y Levar le explicó a Tania que eso mismo se hacías en algunos lugares de la  Tierra pero de un modo mucho mas ostentoso.
En ese instante quiso pensar que su paso por el Universo Alfa sería transitorio y que algunas de esas tradiciones de la Tierra le pertenecían; como la de quemar a los muertos o festejar el día en que los vivos llegaban al mundo.
Se preguntó cual sería su papel en la aldea de los leones Negros y se vio a sí misma como una maestra de niños pequeños, contando cuentos, haciendo sumas, sacando sonrisas o aprendiendo de los ojos sinceros de los niños.
Quizá el Universo no conspiraba contra ella pero ella ya se encargaría de dictar su propia encrucijada. Si tenía que  asumir que moriría y volvería a nacer lo haría; si pudiera elegir, escogería ser un chamán  viajero, uno de esos que se trasladaba de espiral en espiral haciendo el bien, y si pudiera volver a su mundo haría lo posible por hacer feliz a los suyos.
Se sintió tan centrada que decidió bailar con Jacky.
Al comenzar pisaron tierra firme dando pequeños saltos aleatorios, luego se cogieron de la mano dando vueltas y moviendo las caderas al ritmo de los tambores.
Jacky reía sin parar y la muchacha repasaba el cielo para contar estrellas y luego bajaba la mirada. Era un juego de ahorcados presentir que algo podía salir bien, regalarse el augurio de buenos y nuevos deseos. 
Alzó el mentón y observó otro rato el firmamento.
Volvió a recordar a Íed, su amigo misterioso. También a Brand. su amigo de confidencias.
Brad le aceptaba sin poner objeciones.
Íed sirvió de ayuda para que se animara seguir al conejo blanco y mostró su confianza en ella para que luchara y fuera fuerte.
También recordó a Capri, a Te, y a Vita, unas antiguas amigas de Universidad. Aquello les habría encantado, aquello era para echarse a soñar.
Agachó la mirada y prefirió dejarse llevar por la música.
No quería meditar sobre lo ocurrido. Era una noche demasiado preciosa para darle vueltas a los pensamientos. Así que cerró los ojos y respiró profundamente…

Sintió que alguien le acechaba y se puso en posición de defensa girándose ipso facto para descubrir qué o quién le estaba amenazando.
La mujer bipolar se dio un susto al ver que era Rasha.
-Madre mía, creía que algo extraño me estaba observando-dijo aliviada.
-¿Y esta otra cosa extraña que te parece? -preguntó sonriendo.
-Mejor, mucho mejor…
-De todas formas, estate tranquila. Tengo a varios leones haciendo guardia tanto en la aldea cono en los cultivos.
Aquel momento era ideal para preguntarle sobre las gentes de la aldea.
-He notado que las mujeres no toman decisiones realmente…
-Te equivocas. Aquí las reinas son la máxima autoridad en el consejo. La única diferencia es que no utilizan la fuerza bruta -aclaró.
-¿Y si quieren hacerlo? -dijo convencida de antemano de que no podrían.
-No lo tienen prohibido, si es lo que quieres saber.
-Bueno, no me refiero a eso pero… en fin, lo que tú digas bien dicho  estará.
Dejó caer las palabras algo desatinada.
Ambos miraron el cielo y al minuto se oyó el llanto de un bebé.
-¿Tú tienes pareja aquí? ¿Hijos?
-¿Pareja? Mujer, te refieres, ¿no?
-Mi madre, mis hermanas y mis primas son las únicas mujeres que yo toco en esta aldea. De hecho, les encanta estar todo el día dando achuchones. Me hacen mostrarme más cariñoso de lo que debería. En realidad no puedo tocar a una mujer sin su consentimiento, sería una falta de respeto y provocaría alguna desaprobación entre los hombres.
Al parecer estaba revelando una parte dulce y emocional que, lejos de evitar, le hacía sentirse orgulloso. Sentía la necesidad de mostrarle a la mujer bipolar su verdadera personalidad y hubiese deseado que nada en absoluto le frenara.
-Pero a mi me tocaste aquel día fuera del farm -argumentó ella.
-Sí, bueno… no se que sucedió -se acaloró colmado de vergüenza propia.

Entonces Levar comenzó a hablar y a seguir al león mientras este se alejaba lentamente de Jacky y el resto y se dirigía a un árbol que se encontraba apartado de las fogatas.
-Los leones negros somos hombres de una sola mujer -sentenció sentándose a los pies del árbol. Levar hizo lo mismo por cortesía.
-¿Cuánto tiempo estaremos en este lugar? -intercaló dando la sensación de que quería cambiar de tema o simplemente arrancarse a correr sin rumbo alguno.
-No sé, tres días, quizá cuatro… Hay que reclutar a todas los leones posibles. Eso llevará algo de tiempo. De todos modos, será labor de los leones de Judá. Saben lo que se hacen.
-¿Sabes? Cuando estaba en la tierra me rompieron el corazón haciéndolo añicos. Después de aquello me costó confiar en los hombres. Sin embargo, eso no me sucede contigo.
-Siento que te hicieran tanto daño, pero bueno, hay encrucijadas difíciles y otras no tanto. No eres especial porque otros dicen que lo seas ni tampoco porque seas una de las claves de esta guerra. Para mí eres especial porque eres una chica valiente y lista… Muy fuerte y dulce al mismo tiempo.
-No puedo resistirme a ese embrujo que me produces -confesó murmurando dulcemente.
Posteriormente le cogió la mano para luego besársela suavemente.
La chica de mirada plateada abrió los ojos de par en par. A pesar de los encuentros personales que habían tenido con él no imaginaba ni por asomo que Rasha pronunciaría esas palabras. 
-Te pediría que fueras una leona Negra pero las cosas no son como nos gustarían.
Entonces volvió a besarle la mano. En esos instantes Levar le dio ambas manos y Rasha las agarró fuertemente.
El resto estaban ausentes a ellos, la noche hablaba sola y sus labios acabaron atropellándose y besándose al unísono, rodeados de un manto estrellas.
Minutos después se levantaron y el león le sugirió a Levar:
-Vamos, conozco un lugar donde podremos estar tranquilos.
Rodearon la aldea hasta encontrarse con una casita de madera que estaba apartada del resto de casas. Tenía una sola habitación. Levar advirtió que era alguna especie de cobertizo pues servía para almacenar trigo y otras verduras.
Echaron algunas bolsas de trigo en un rincón y se tumbaron en ellas.
Esta vez se besaron frenéticamente con la sensación de que estaban realizando algo prohibido.
Ella le quitó el chaleco y la camisa.
Ella llevaba un sayo con las mangas abiertas de color naranja tostado que una princesa le había proporcionado. Él se lo quitó lentamente.
Se quedaron con el calzón y la braga; Rasha no deseaba apresurarse.
Ella se sintió como una virgen y pensó que era así como debía haberse sentido siempre, como siempre en el fondo quiso sentirse. Él comenzó a acariciarle lenta y delicadamente por la espalda, bajó después por los hombros y los brazos. Luego se deslizó desde el cuello hasta los pechos y se encontró con sus pezones turgentes y suaves. Empezó a chuparlos suavemente y acabó absorbiéndolos con pasión. Levar se estremecía de placer y le arañaba sutilmente la espalda, cosa que a él le excitaba aún más.
Después se arrodillaron sobre el trigo y él comenzó a besarla por el ombligo. Cuando llegó a las bragas, la tumbó sobre el trigo y se las quitó poco a poco hasta dejar desnudo su sexo. Seguidamente se quitó sus propios calzones y se tumbó junto con ella. Permanecieron acostados un buen rato acariciándose y besándose, a cada paso con más intensidad.
Entonces Rasha volvió de nuevo a su ombligo e hizo algunos movimientos circulares con la lengua hasta llegar a su clítoris. Ella se estremeció súbitamente y luego siguió en un clímax ascendente.
Arqueaba su espalda y entregaba todo su ser a Rasha ajena a los ruidos de los tambores, plena de frenesí.
A los pocos minutos tuvo un orgasmo súbito. Era inusual en ella excitarse tan rápido, pero el león había estado preparándola desde que estaban en el árbol sin que ninguno de los dos hubiera sido consciente.
Después de su particular Nirvana cogió a Rasha de los hombros trayéndolo para sí misma. Le besó la boca, siguiendo por su pecho y arañándole también. Luego bajo poco a poco hasta llegar a su vello púbico. Entonces dejó de rozarle con sus labios y cogió su miembro acariciándolo lentamente y un poco mas rápido después.
Rasha no aguantó más. Le pidió por favor que parara y la trajo para sí besándola de nuevo.
Luego bajó por su cuello al tiempo que abrazó fuertemente a la mujer.
En ese instante, ella abrió sutilmente las piernas y él la penetró de forma natural, sin esfuerzo alguno. Siguieron abrazados un buen rato, cambiando varias veces de postura. Media hora después él se levantó y se sentó pidiendo con gestos a la mujer que le estaba entregado su feminidad  que se sentara encima de él.  Ella volvió a abrir sus piernas y sintió su pene erecto. Rasha trató de controlar su virilidad pero al cabo de unos minutos la cogió de la cintura y eyaculó abundantemente  dentro de ella.
Una luz de color violeta surgió de ambos. Rodeaba a los dos amantes y expandía sus rallos luminosos al exterior traspasando la única ventana que disponía el almacén.
Ajenos a  la luz se abrazaron y rozaron sus labios dulcemente. El león necesitaba notarla lo más cerca posible de su corazón así que volvió a comerla a besos, esta vez como si alguien quisiera arrebatársela.

-Princesa… eres tan bonita -musito satisfecho.
-Y tú, tan atractivo… - dijo ella sonriendo.
-Me quedaría así toda la vida, ¿lo sabías?- le confesó él.
-Y yo me quedaría en tus brazos toda la inmortalidad -le declaró exageradamente la muchacha preguntándose  si en realidad eso podría suceder.
Y así se quedaron, deseando que nunca llegara el amanecer.  


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Isthar Enlanoxe. 

2 comentarios:

  1. uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1

    Sin palabras. Iba a comentar algo acerca de unas ilustraciones que podrían ser muy bonitas para este capítulo, con la imagen en sueños de Levar con la niña pequeña, pero después del final no se puede añadir nada más. S-U-B-L-I-M-E!! Tu libro evoca sensaciones variadas Isthar... jejej. Enhorabuena!!

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  2. Gracias por adentrarte en la espiral, es todo un placer!!
    Me alegro que hayas podido traspasar la otra linea.
    Sin mas palabras
    Isthar Enlanoxe.

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