(4ª
parte capítulo 6)
Viaje a Ítaca. 2045*
Los
farms retrocedieron hasta la explanada donde el campesino les había invitado
amablemente a estacionar.
Todos
salieron a la luz del día menos algunos que se encontraban indispuestos. Tania
no soportó el viaje y el desahuciado no paró de vomitar. El jet lag había hecho
estragos.
El
resto de integrantes, aunque algo desorientados, bajaron sin más dilación.
Levar
deseaba respirar aire limpio. Cuando bajó del vehículo saboreó aquel aire con
olor a frutas y bosque. Aquello le dejó gratamente satisfecha.
-¡Precioso
sitio! ¡Precioso sitio! -le repetía a Blod sin cesar.
Algunos
retozaban en la hierba y Levar no paraba de dar vueltas a la explanada junto
con Blod y Jacky.
Rasha
les llamó la atención con la mano.
-Perdonad,
tengo que contaros algo.
La
terrestre paró y se acercó al león acompañada de sus camaradas.
Les
alertó acerca de lo que el Faraón estaba haciendo con las espirales, y en
concreto, con los Ecoditas. Éstos se sentían indefensos no podían
hacer nada respecto a lo que aquel tirano había
decidido; obstruir todas las bolas flotantes de su espiral e impedir el buen funcionamiento del poblado privándoles de materiales necesarios para la supervivencia.
Para
barrerlas necesitarían a varias personas sin miedo a rastrearlas y
posteriormente limpiarlas.
Si
el grupo decidía encaminarse a aquella misión ya no podrían retroceder.
Necesitarían la ayuda de los Keburis para no ser arrastrados por la pantalla.
-Yo
iré -dijo resuelta Levar.
-No
creo que sea buena idea -expuso Rasha.
-No
creo que sea buena idea que me protejas continuamente -apuntó enfurecida.
Rasha
estaba harto de las insolencias de la humana. Sin embargo, por esta vez, no podía
dejar que luchara a a solas consigo misma.
-Déjame
ir contigo y tus leones.
-Lo
pensaré -dijo y siguió andando para expulsar sus propios demonios.
Blod
se había ensañado con un manzano. Devoraba la fruta como si no fuera a
encontrarla nunca jamás. Jacky prefería el peral y el desahuciado engullía
naranjas que habían caído en el suelo desaforadamente. El resto comían y
descansaban alternativamente.
Aquel
sitio olía demencialmente bien. El aire mezclaba el olor a naranjo con el resto
de árboles, y las tomateras, aun estando mucho mas distanciadas, daban su toque
final al ambiente.
Al
cabo de una hora, la mayor parte del grupo estaban sentados junto a los árboles
y el resto andaban merodeando los campos.
De
repente, un despistado, que había andado hacia una bola flotante, venía corriendo
desde allí.
-Nos
siguen, no siguen -gritó endemoniadamente.
-La
bola está llena de π -siguió gritando.
-¡Maldita
sea! ¡Todos a cubierto!- vociferó el líder.
Aunque
estaban algo lejos de la bola comenzaron a andar hacia ella ocultos en los árboles.
-¡Leones
de Sión, todos alerta! Keburis, venid, y vosotros también!-exclamó con voz de
mando.
-!Tú!-
señaló a un hijo de la Liberación- !Acércate a los farms y avisa a las reinas!
!Que estén alertas pero que no salgan de los farm!
Después
se recogió el sudor que le caía por los ojos y se dirigió al resto.
-¡Blod,
tu irás delante! ¡Y tú, desahuciado, vendrás con nosotros!
-No
irá sin mí -dijo enrabiada Levar.
-Vamos
Levar, no estoy para bromas.
-
Y yo no estoy para que no me tomes en serio.
Sonó
tan convincente que Rasha se sintió en la obligación de apartar la mirada. Le
hubiera contestado con un no rotundo pero era difícil negar algo a aquella
muchacha subversiva mientras le miraba a los ojos.
-Si
el desahuciado va yo también debería. Soy la única que se parece a una reina -
evidenció convencida.
-Cierto
-le contestó el león- Pero no hagas tonterías -le dijo cogiendo uno de sus
brazos con una fuerza conmedida-. Te lo pido por favor.
-Pruébame
-contestó ella desafiante.
La
conversación terminó en cuanto el resto comenzaron a refugiarse entre los árboles.
Al ver que todos estaban preparados, Rasha hizo un gesto con el brazo y el
grupo entero emprendió la avanzadilla.
Anduvieron
alrededor de un kilómetro, pararon ya cansados. Habían oído unas voces extrañas.
Eran
unos pocos desahuciados acompañados por varios π, quizá quince o tal vez
veinte.
Los
desahuciados vestían con ropas desarrapadas y ensuciadas por múltiples
contratiempos. Los π se encontraban en su forma de personas y llevaban largas
capas negras que escondían unos trajes grises ajustados. Su pelo era largo,
engominado hacia atrás, y en su mirada se revolvían deseos de poder y ambición.
Andaban
por la derecha del camino a un paso ligero. Por la parte contraria se
encontraba el grupo de Rasha observando sus pasos.
Tso
serviría de señuelo. Los leones tocaban la empuñadura de sus espaldas y los
hijos de Acuario preparaban lo único que tenían en el momento, la potente
fuerza de sus manos. Levar miró hacia el cielo presagiando lo peor para su pequeño
amigo.
Los
desahuciados y los π insistían en su paso, así que debían sacar a Tso cuanto
antes.
Blod atrevió su gesto y obligó a un león a que
dejara a Tso por fin en el camino, a la vista de los π. A los pocos minutos
estos llegaron a la altura del desahuciado.
-Mmm…
¿qué tenemos aquí? -se relamió uno de los desahuciados.
-Una
pequeña cucaracha -dijo el π que iba de cabeza-. ¡Cogedle! -ordenó-. Servirá
para ensuciar las bolas.
-¿Tienes
nombre, rata? -preguntó el primer desahuciado. A pesar de medir apenas cinco centímetros mas que Tso parecía un
gigante frente a su tembloroso semblante.
Tso
había sido advertido. Debía guardar absoluto silencio. Así que permaneció algo
ensimismado en su propio mutismo y, perplejo al encontrarse en medio de aquella
tempestad, se limitó a mirar hacia el
suelo.
Entonces,
cuando los π y los desahuciados miraban distraídos la escena, los leones y el
resto de compañeros salieron de sus escondites.
Levar
corrió a por Tso y se lo puso de mochila.
Los
leones se situaron a ambos lados del camino. No podrían huir aunque lo
intentaran. En ese mismo instante, el Keburi se subió a un árbol agarrándose a
una de sus ramas y derribó a dos desahuciados con una patada. A posteriori cayó
sobre terreno duro y dio dos volteretas, atropellando tras de sí a dos
desahuciados más que dejó KO en el suelo. Algunos hijos de la Liberación
chillaban con fuerza al mismo tiempo que golpeaban a varios π y desahuciados.
Los hijos de Acuario se bandeaban dando patadas
tan furiosos como un huracán. Muchos π eran mas fuertes que ellos, sin embargo poseían una
diferencia esencial; los hijos de Acuario manejaban mejor su energía, eran
audaces y guardaban en silencio ciertos secretos que les habían conferido las
reinas.
Los
leones, que enfocaban su fuerza contra los π, veían progresivamente como éstos
se trasformaban en animales, esto siempre suponía un problema. Blod luchaba contra uno de ellos que se convirtió de
forma instantánea en un buitre. Era un animal inmenso. Su cabeza estaba
completamente pelada así como su cuello que era brutalmente largo, de color
negro, con motas rosadas y rayas amarillas. Su pico era fuerte, ágil en el
embate, cortante y terminado en blanco.
El resto del cuerpo gozaba de un color negro azulado, menos la parte
posterior de las alas que era blanca. El animal media alrededor de cinco metros
de alto. Sus garras sin embargo eran cortas, solo las necesitaba para agarrar
pues su verdadera fuerza radicaba en los
músculos de sus patas, capaces de derribar de un solo golpe el tronco de una
higuera y sacarla de su sitio.
El animal trató
de llegar a Blod con su pico intentando constantemente darle en las partes
blandas y cuando éste se quedaba inmóvil o en una situación de inferioridad le
asestaba grandes patadas con ambas patas. Pese a todo, su oportunismo y su
brutalidad tenían límites y Blod lo sabía.
Había oído extrañas leyendas sobre la sumisión de los buitres, incluso algunas
que decían que tenían facultades similares a los Keburis pero solo eran capaces
de ir hacia atrás en el tiempo y nunca en el presente o en el futuro.
Por lo visto su visión de
cerca empeoraba y cuando bajaban el cuello se mareaban.
El gran can no lo dudó ni un
momento. Se dejó empujar por tercera vez, también él era capaz de resistir
grandes acometidas, igual o mas de lo que podían soportar algunos árboles. A la cuarta vez que el enorme
pestilente animal se quiso acercar, Blod hizo un giró hacia la izquierda hasta
ponerse detrás de la bestia. Entonces le agarró fuertemente del cuello y comenzó
a zarandearle una y otra vez. Éste cayó completamente mareado al suelo, con los
ojos cerrados, las alas abiertas y las garras encogidas. Fue entonces cuando
Rasha apareció junto al buitre y terminó cortándole la cabeza para mas
seguridad. Después siguió luchando con sus adversarios sin inmutarse.
Ahora era el turno de la
hiena. El perro del Oeste apuntaba alto. Pero con ésta lo tuvo mas sencillo. La
hiena parecía astuta, pero era una simulación para asustar a Blod.
Aunque era el doble de grande
de lo normal seguía siendo estúpida y se alimentaba de animales básicamente débiles. Su pelo era grisáceo y tenia unas franjas
verticales de color negro en su cuerpo y diagonales en las patas. De la cabeza
a la cola tenía una pelusa blanquecina que hacía justicia con los gestos sádicos
y repulsivos de su cara.
No era difícil manejar la
situación. Ambos tenían cuatro patas pero la hiena, aunque gigante, no era tan
rápida como el can. La jugada duró apenas dos asaltos. La hiena apareció
tumbada en el suelo con la cara completamente aplastada y el estómago hundido.
Blod conservaba sus fuerzas. Un león, que iba rastreando a las bestias, terminó
con la hiena y ésta se trasformó de inmediato en un π, hasta que finalmente se
evaporó sumido en unas sombras oscuras que acabó difuminándose en el aire.
Tania estaba abstraída en su
lucha frente a un jabalí. Era una muchacha decidida y bastante inteligente bajo
presión. El jabalí, aunque también era descomunal, tenía unas patas
desproporcionadas a su cuerpo. Al comenzar, embistió a la hija de Acuario con
tanta fuerza que la dejó malherida, abatida cerca de unos matorrales. Ella fingió
que estaba desmayada y cuando el animal se despistó mirando hacia el resto ella
le cogió de las patas traseras y quebrantó una de ellas por completo. El animal
sumido en el dolor buscó ayuda en uno de los desahuciados. Pero un león fue
mucho mas rápido y le remató degollándolo sin piedad.
Cuando
el felino terminó se dirigió a un grupo de leones e hijos de la Liberación que
estaban siendo atacados por unos π que ya se habían reconvertido en animales. Aquello se
había trasformado literalmente en un nido de serpientes. El hecho desafortunado
de que al herirlas se convertían en culebras mas pequeñas no desalentó a Rasha.
Las culebras, pequeñas y
acortadas, eran suaves y viscosas al tacto y tenían unos preciosos dibujos
seseados de distintos colores en la piel. Confundían
a los leones porque se enroscaban entre las piernas y alrededor de los brazos absorbiendo
sus energías. Una de ellas agarró con fuerza el brazo derecho de Rasha, lo que
le obligó cambiar la espada de mano.
Otro
león estaba siendo estrangulado en ese momento. Levar acudió inmediatamente con
Tso a sus espaldas y cogió a la culebra. Luego la apoyó en el suelo y empezó a
darle golpes con una piedra que tenía preparada en la otra mano. No la soltó
hasta que creyó que la había matado. En
ese momento Tania se acercó y terminó con aquella serpiente dándole unos golpes
más. Fue entonces como el animal pereció y una pequeña sombra carbónica salió
del mismo hasta desaparecer en el ambiente.
Los
leones, aún con energías, estaban matando a una serpiente de cascabel que se
resistía y a alguna culebra mas.
El
resto se quedó inmóvil, sobrepasados, no podían imaginar lo que estaban viendo.
Era
la gran serpiente madre que aguardaba el momento de ser abordada por todos.
Minutos
después, cuando todos cesaron en la lucha, aún quedaba ese animal, una cobra de
espectaculares proporciones. Media diez metros y gozaba de unos potentes colmillos delanteros. Sus
ojos eran redondos y su cuerpo tenia unas rayas horizontales de color beis y
castaño. Lo mas intimidante, a pesar de los colmillos, era su cabeza; lucía con
orgullo una gran capucha que se extendía desde su cuello hasta la cara en donde
destacaban unos dibujos oblicuos en colores amarillo chillón y marrón oscuro.
Enseñó
su lengua bífida y luego quiso intimidar con sus colmillos pero apenas se movía.
-¡Aparece
en hombre! ¡Muéstrate! -vociferó Levar.
La
madre serpiente acercó la lengua hacia el grupo. Luego desistió y de inmediato
tuvieron ante sus ojos a un hombre alto con traje gris y capa negra.
-¿Qué
pretendéis? -exclamó el π sintiendo un círculo de miradas de fuego a su
alrededor.
-¡Qué
pretendes tú, hijo del mal! -se desgañitó Rasha a su vez.
-No
pensarás que voy a decírtelo, ingenuo idiota -dijo sin dejar de alzar la voz.
-Perecerás
si no lo dices, de lo contrario, te dejaremos marchar -advirtió el león-. La
oferta es tentadora para un traidor como tú.
-No
pensarás que te lo voy a decir. !Je, je,
je! -rió el hombre de mentón picudo.
-Vete
y adviértele al Faraón. La guerra ya ha comenzado. Me dan igual tus palabras -
miró al π de manera desafiante y luego escupió en el suelo.
-Gracias
entonces -dijo siendo descaradamente hipócrita.
-No
sois nada -dijo riendo-. Entonces desapareció en forma de sombra gris.
¿Hasta
que punto estos individuos estaban familiarizados con este tipo de
enfrentamiento?
¿O
lo sucedido era acaso el presagio de una masacre horrenda?
Todos
cayeron derrotados en el suelo menos la terrestre y el león. Ambos se miraron
sintiendo un desaliento inusitado. Blod agachó la mirada cuando vio que las
miradas de ambos hacían algo más que observarse.
La
fuerza de la rabia y la ira estaban a punto de desdibujar la paz y el
equilibrio de varias espirales. Ahora nadie podía echarse atrás.
Cuando
volvieron por el sendero de árboles frutales buscaron la explanada donde
descansaban los farms. Estaban agotados y al mismo tiempo les invadía cierta
tristeza.
-Vamos
chicos -intentó animar Levar-. Esto solo es el principio y no sé lo que nos
queda, pero ahora no podemos ceder ni un solo momento.
-Tranquila,
Levar -le dijo el Keburi en un tono suave-. Solo están cansados, es tan solo
eso…
-Daos
prisa, tenemos que ganar tiempo -aconsejó Rasha adelantándose a todos.
-Descansaremos
un rato en los farm y luego buscaremos mas bolas infectadas.
Se
cargaron de frutas y verduras para el camino y subieron a los farms. Cada uno
había acarreado con lo que mas le gustaba y Levar a esas alturas todavía no entendía porqué si eran mas evolucionados
que los terrestres necesitaban comer. ¿Era tal vez la necesidad de sentirse
unidos a la naturaleza, a lo material, al origen? ¿O quizá la energía a fin de
cuentas necesitaba un cáliz?
Ahora
estaban en un lugar seguro así que intentaron descansar.
Rasha
ordenó a los leones que, a la hora y media, dirigieran los farms hacia la casa
de Coch. Debían darle las gracias por los alimentos e informarle sobre lo
ocurrido.
Justo
después de aquella visita se acercarían a otra bola flotante.
Coch
había mostrado su comprensión y su ayuda. No podían marcharse sin agradecérselo;
no al menos sin hacer lo que a fin de cuentas fueron a hacer a la espiral de
los Ecoditas.
Cuando
llegaron el campesino les explicó que había una bola que estaba dando muchos
problemas. También comentó que algún Ecodita se sumaría a la lucha. Por pocos
que fueran serían de gran ayuda.
La
tarde empezaba a caer y seguían algo somnolientos.
Levar
estaba excitada. Necesitaba equilibrarse. Cuando Rasha entró en el farm quiso
hablar con él. Así que se salió antes de que él entrara.
Le
confesó que no podía dormir; que necesitaba saber, en una escala del uno al
diez, cuán peligroso había sido lo sucedido.
-Depende,
el Faraón siempre elige bien a sus secuaces -respondió.
-Me
está costando dormir, Rasha -le dijo mostrándole con insistencia unos ojos
francamente rojos.
-Tranquila.
La reina Tersa ya me advirtió de que en caso de necesitarlo, la leche de cabra
y el brócoli te sentarían bien. Le preguntaré a nuestro amigo Coch si puede
conseguirnos algo antes de irnos.
Levar
se quedó en el exterior pensativa y el león entro en el farm.
Allí
vio a Jacky que estaba despierto.
Por
un momento pensó para sus adentros: -Estos Keburis duermen poco y hablan
demasiado.
Al
cabo del rato entró y se sentó junto al Keburi.
-¿Cómo
te encuentras? -preguntó ella.
-Bien,
aunque un poco descompuesto. Me estoy haciendo mayor para tanto trote. !Je, je,
je!
-Yo
me siento algo inquieta, quisiera dormir, pero…
-¿Qué
solías hacer en la Tierra para dormirte?
-No
sé, relajarme recordando buenos momentos…
-¿Como
cuales? -y mientras la chica bajaba el cuerpo de su asiento Jacky le ayudó
tiernamente a que recostara la cabeza en su regazo.
-Recuerdo
que mi hermana hacía unas tortitas espectaculares -dijo terminando de
acomodarse en las piernas del Keburi.
-Cuando
había un día de lluvia -siguió diciendo- siempre hacíamos tortitas y le echábamos
chocolate, azúcar o cualquier mermelada que anduviera por la nevera. Nuestra preferida
era la mermelada de arándanos. Inigualable… También recuerdo los ruidos de la
montaña. Se respiraba a pino fresco -dijo entornando los ojos- y a romero y a
tomillo. La montaña nos observaba serena y nosotros desafiábamos su altura.
Había
cerrado los ojos y seguía hablando de la naturaleza, de la majestuosidad de la
montaña, de las cabras montesas salvajes y del brillo de los ojos de su hermana…
Entonces,
cerró los ojos del todo y comenzó a respirar más profundo.
Rasha
llegó impaciente al farm. Traía brócoli y leche de cabra, tal y como le había
prometido a la terrestre.
Al
verla dormir suspiró.
La
reina le advirtió de ciertas cosas sobre la bipolaridad. Si combinaba lo que
había aprendido sobre la bipolaridad con el carácter abierto y sincero de la
chica, era francamente sencillo saber lo que necesitaba. Sin embargo, por mas
que lo intentase, no podía entrar en sus pensamientos. A penas unas frases, sí.
Pero era imposible saber que sentía o con que soñaba porque definitivamente era
una mente plana. En eso, aparte de los chamanes y las reinas, eran
especialistas los alquimios. Se preguntaba porque una chica terrestre podía
poseer tal virtud.
¿A
qué se debía aquel hecho? ¿Tenía acaso algún parentesco con los alquimios? ¿O, por
lo contrario, simplemente necesitaba ejercitar sus energías para demostrar sus
verdaderas capacidades?
Ella
se había comportado de una forma valiente y decidida. Había sido ejemplar para
el resto. Pero para el hombre felino existía una realidad arrolladora; todos
eran valiosos en un ataque frontal. Para cuando las tropas de los π se alzaran,
tendrían que ser al menos doscientos más de lo que ahora habían sido. No podían
dejar al azar el destino de las espirales. No podían abandonarlo a la única
suerte de una muchacha.
Blod
venía con la compañía de otro león. Al parecer diez Ecoditas iban a sumarse a
la expedición. Ahora debían esperar hasta que llegaran a media tarde. Después
partirían a otra de las bolas infectadas. Coch les había indicado como llegar a
ella.
Pronto
Rasha regresaría a casa.
Se
quitó un chaleco de algodón que llevaba junto a una camiseta de mangas largas
que no se había quitado desde que llegó a la espiral de las reinas. Al desnudar
su torso empezó a investigar posibles traumas en su cuerpo. Tenía varios
cardenales pequeños y un gran golpe en el dorso que estaba pidiendo a gritos
reposo absoluto. La contusión, que estaba a la altura de la cintura, se extendía
desde el costado hasta media espalda.
El
Keburi, que no tuvo necesidad de dormir, observó los movimientos de Rasha y
puso una mochila sobre la cabeza de Levar para poder levantarse. Escarbó en sus
bolsitas y se acercó al gran león.
-Úntate
un poco de este ungüento en el brazo y sobre todo en ese golpe tan feo que
tienes en el costado. Pronto remitirán.
Rasha
inclinó la cabeza en agradecimiento y comenzó a embadurnarse con aquel
potingue. Por su color parecía pomada de té.
-Sé
como la miras -le dijo mientras se aplicaba el ungüento. El león se quedó
estupefacto.
-Es
una niña rebelde -contestó, como podía haber contestado cualquier otra cosa.
-Lo
he visto Rasha, cuando hace algo susceptible de admiración he visto como la
miras -le dijo usando su instinto más puro.
-No
le haría daño jamás, si es lo que quieres saber -dijo frunciendo el ceño y poniéndose
esta vez a la defensiva.
-Nadie
dice que le puedas hacer daño, pero no puedes cambiar sus designios. Ella es
libre… al fin y al cabo es el motivo por el que todos luchamos, por nuestra
libertad.
-Entiendo,
no te preocupes. Será lo que ella elija.
-¿Y
si elige quedarse con el Faraón? -planteó con suspicacia Jacky.
-No
lo elegirá y si lo elige… ¿qué podríamos hacer? -musitó algo resignado-. Mi
deber es luchar por Sión. No lo olvides -se reafirmó esta vez con fuerza y seguridad.
-Yo
no tengo deber -le reprobó-. Solo hablaba de su corazón. Quizá ella sea
inocente y no responda de sus momentos de cambios. Incluso puede llegar el día
en que la veas con deseos de morir. ¿Qué harás si nada ni nadie puede
convencerla de lo contrario? O si realmente es una de ellos…
-Es
una princesa… No deberíamos hablar así de ella -recriminó al Keburi.
-Teníamos
que hablarlo Rasha… teníamos que hablarlo -repitió lleno de condolencia.
Entonces se marchó hacia donde estaba Levar y trató de descansar un poco. Es
posible que no pudiera dormir pero para el chico de ojos vivos estar cerca de
ella era un bálsamo. Sintió que no debía haber sido tan duro con el león pero
tenía que protegerla. Ella era importante para todos y sabía su secreto…
En
el farm de Rasha reinaba cierta tranquilidad. Se vistió algo torpe por el dolor
que sentía a causa de los golpes y fue a visitar el resto de farms. Aunque los
hijos de Acuario estaban ansiosos por ver a los nuevos luchadores, en su farm
había una algarabía razonablemente moderada.
Se
fue a la entrada de uno de los farm, el resto de leones habían formado una
humareda que bañaba el aire con olor a hierba.
-Os
dije que no sacarais nada ahora.
-Necesitamos
relajarnos. ¿Has probado ya la hierba del Tutankamón? -rieron y gritaron a la
vez la mayoría de los presentes.
-Dejad
el verde para los peores momentos. Entonces hará mejor servicio.
Todos
asintieron entre risas y mientras se despedían de él, el líder algo hastiado, dándoles la espalda, se marchó
en busca de Coch.
Necesitaban
partir cuanto antes.
Coch
advirtió que los nuevos luchadores serían mujeres y hombres.
-Diez
en total -le dijo.
Después
le ofreció fruta y verdura para el viaje. En cualquier momento tendrían que
reforzar energías.
Cuando
todo estuvo dispuesto el gran león avisó a todos los farms para que fueran
despertando a todos los grupos. Les pidió que salieran fuera por unos instantes
para presentar a la nueva tripulación. Eran hombres y mujeres recias y fuertes,
sencillas en el habla pero distinguidas por su dignidad.
Levar
estaba bien despierta cuando se hicieron las presentaciones.
En
ocasiones buscaba entre la gente a su hermana. Quién sabe cuál sería su
paradero.
Odiaba
algunas maniobras del león. Su sentido militarizado y rígido de las cosas, sus
ojos fijos en la verdad, intensos como un tigre de bengala.
Ahora
nadie lucharía sin ellos. Se habían convertido en los captadores de nuevos
reclutas, enganchando y afiliando a todos aquellos que no querían que Babylon
se apoderada de todas las espirales, un pequeño ejército de deseos que se
estaba convirtiendo con honestidad en las redes de la esperanza.
Levar
se imaginaba un mundo sin todos aquellos seres que le acompañaban. Era difícil
sostener una verdad a medias, era difícil no tomar el papel de mujer fuerte el
cual implicaba dejarse la piel a cada instante por el bien de todos.
Tantas
luchas terrestres. Tanto conflicto absurdo donde no mediaba ni el respeto ni la
dignidad. Había estado inmersa en un mundo donde el consumo de lo inmediato
borraba cualquier posible huellas de una identidad digna. Era un mundo creado por
grandes imperios de poder y codicia donde el dinero era la moneda de cambio
para intercambiar intereses o dominar territorios o personas, convirtiendo a los que lo tocaban en esquizofrénicos por la plata.
Ahora se encontraba con la posibilidad de
lidiar frente a la soberanía de un poder inusitado, un poder que tenía en sus
manos la posibilidad de destrozar su mundo, su especie, sus orígenes, ambos
Universos…
El
Universo Alfa le daba la oportunidad de aprender a manejar sus energías, de
controlar su supuesta enfermedad hasta el punto de sumergirse en un desarrollo
continuo que le proporcionase experiencias enriquecedoras en ambas fases
bipolares.
Siempre quiso viajar mucho más. Sus aventuras en la
Tierra nunca fueron suficientes para ella. Pero
esto era otra cosa, esto se salía de los parámetros establecidos y le
trasportaba a un mundo que jamás había imaginado. Era consciente de su
ignorancia. Se sentía una pobre novel que aún no encontraba la caja de cambios mietras tenía que fijarse al mismo tiempo en el retrovisor izquierdo para incorporarse a diez por
hora en un carril donde circulaban a doscientos por hora.
Pero
aquello era algo mas, era un juego totalmente distinto. Como si pilotase un
Caza F-22 y sintiera que unos veinte
aviones le perseguían.
Aparcó
la idea de las persecuciones aéreas. Le gustaba la velocidad pero realmente tenía
serios problemas para aceptar según que agresividades.
Mientras
divagaba toda la gente se presentaba ante los nuevos.
No
quiso ser menos. Le excitaba la idea de un mundo que volviera a las raíces, ecológico,
artesanal y en paz con el entorno.
Saludó
a una chica joven. Su ropa se había fabricado de una manera similar a la de
Coch. Vestía con una falda marrón corta que le llegaba hasta las rodillas y una
camiseta beige sencilla. Sus ojos eran redondos y expresivos y su sonrisa era
ligera y suave.
-Soy
Brecha -dijo presentándose y le dió la mano.
Cuando
cogió su mano le sobrevino una oleada cálida de afecto así que transmitió la
misma serenidad con el máximo respeto y en pleno derecho.
-Yo
soy Levar, vengo de la Tierra -dijo inocentemente.
La
Ecodita abrió bien los ojos y cogió a Levar por los hombros.
-Un
placer conocerte. Buen corazón el tuyo, querida Levar.
-No
creas, a veces hago idioteces.
-Todos
las hacemos -dijo ésta sonriendo.
-Te
presento. Este es Jacky, Blod y esta es Tania. Y este bajito gracioso es Tso.
-Un
placer conoceros a todos.
La
Ecodita continuó saludando a más gente y
Levar se quedó encantada de los nuevos. La primera impresión había sido
excepcional porque, de hecho, no se había sentido amenazada en ningún sentido y
eso no se le había planteado tan sencillo en el resto de espirales hasta el
momento.
Mientras
seguían saludándose, la chica de ojos plateados miraba al infinito. Todos sus
designios se habían concentrado en la visión de aquella espiral.
-¿Estas
bien? -le preguntó Tania.
-Sí,
claro -murmuró-. ¿Sabes? Me encanta esta espiral -dijo esta vez excitada.
Tania
rió estrepitosamente.
-A
ti te encanta todo. !Je, je, je -dijo finalmente
-!No,
no! En mi mundo siempre quise vivir así. Pero por mi enfermedad nunca me atreví
a alejarme de mi familia. Eran los únicos que podían cuidar de mí.
-¿Eran?
-escarbó Tania-. ¿Y ahora?
-Ahora
yo cuido de mí misma -dijo poniéndose a la defensiva.
-¿Y
nosotros? ¿Y Rasha? -insinuó.
-Rasha
es un hombre muy tozudo pero es excepcional.
-Ya
veo, ya -dijo como si hubiera descubierto algo importante.
-¿Tienes
algo que objetar? -le preguntó Levar con el mentón subido y el ceño arrugado.
-!No,
no! Tranquila -dijo riéndose la hija de Acuario.
A
los pocos segundos la terrestre se alteró y respondió con total rebeldía:
-Estoy
harta de que me busques las coquillas, ¿sabes?
-Y
yo harta de que te creas especial.
-Es
que lo soy -contestó encarándola.
-Clarooo,
tanto como para hacer lo que quieras -dijo en tono burlón.
-¿Y
tú qué haces, estúpida? ¿Alguien te impide hacer lo que haces? -dijo totalmente
enfurecida la muchacha.
-¡¡Tu
idiotez me lo impide!! ¡Sí!
Entonces
la mujer bipolar le dio un empujón y la encaró contra la pared del farm. Tania
abolló la pared con una de sus cinturas y segundos después se cayó al suelo con
la sensación de estar perdida.
-Puff,
que fuerza tienes niña -dijo intentando levantarse con la ayuda de dos hijos de Acuario.
-Eso
es lo que tenemos que hacer… pelear entre nosotros -dijo en voz alta Blod en
tono altamente sarcástico.
-Lo
siento, fue culpa mía -terminó diciendo Levar.
-Eres
demasiado especial, pequeña… -dijo el perro del oeste dirigiéndose a Levar-.
Pero no tientes a la hija de Acuario. Ella es fuerte. Os podrías hacer bastante
daño. Sea como sea no debéis pelear entre vosotras.
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