La abnegación de los mutantes (Año 2045)
(Parte 7º)
Los
farms estaban apunto de prepararse para salir al estadio. Cincuenta vehículos repletos de individuos de
todas las espirales saldrían a arremeter contra los mutantes que había en el
estadio de Rugby.
Estaban
subidos a veinte metros y comenzaron a bajar a rasante hasta rozar el césped
del campo.
Los
jugadores estaban subidos de dos en dos en grandes pódiums y manejaban
complicados mandos.
Frente
a los jugadores había una pantalla virtual por la que se retransmitía los
juegos interactivos entre ambos bandos.
Justo
al lado de las pantallas grandes mutantes azules protegían desde afuera el consejo
de Isocrati, el cual se encontraba dentro de una nave acristalada con forma
rectangular.
El
consejo estaba dirigido por tres mutantes masculinos y dos mutantes femeninas.
Isocrati, que presidiría la mesa, aún no había llegado. En el mundo de los
mutantes azules había seres con distintos estatus; algunos vulgares y otros más
especiales. Todos tenían la piel de
color violeta-perla y los cabellos negros, y todos eran expertos en altas
velocidades y en precisión gracias al alto porcentaje de veces que jugaban en
las pantallas.
Los
farms podían ver desde su posición como Isocrati bajaba de un farm situado
junto a la cristalera.
Su
pelo cuasi blanco y medio calvo relucía más que nunca. Tenía una primitiva obesidad, sobre todo de
cintura para arriba. Eso hacía que su paso al andar fuera algo mas lento de lo
habitual.
Isocrati
fue escoltado por dos ∏ y por un grupo que constituían sus mutantes
predilectos.
Los
mutantes, tanto los del Consejo como los de la Secta, así como los ∏ que le acompañaban, iban vestidos con trajes grises y
las féminas con camisa y faldas plegadas de color magenta apagado.
Cuando
entró en la cristalera divisó a los farms desde lejos y comenzó a sonreír
maliciosamente. Había estado esperando este momento desde mucho tiempo atrás.
Cuando
Isocrati vio que los farms estacionaron en medio del estadio hizo llamar a todo
su séquito para que estuvieran preparados y alertas. Fuera de la cristalera
todo un ejército esperaba a que empezara el baile…
Salieron
numerosos individuos los cuales se vieron enfrentados a una gran masa de
mutantes azules que esperaban impasibles.
El
consejo y su mandatario se quedaron en el pequeño pabellón acristalado desde el
cual se manejaban las grandes pantallas del campo de rugby.
Un
millar de mutantes azules y ∏ defendían el poder de Isocrati frente a otros
quinientos Alfaríanos de todas las espirales que defenderían su propia
dignidad.
Los
Alfarianos que venían de la espiral de los leones se mezclaron con los gatos
para desplegar todas sus virtudes. Entonces, sin previo aviso, un gran número
de mutantes azules se convirtieron en serpientes.
Fue
entonces cuando otro número elevado de insurgentes se transformaron en
auténticos gatos sacando sus garras y sus orejas puntiagudas.
Asar
supo controlarse. Necesitaba mantenerse en condiciones al lado de Rasha y la
mujer bipolar.
En
cuanto empezó la lucha, la vida de Levar peligró cuando tres mutantes, querían secuestrarla
a ella y a Tania, intentaron atarlas con unas cuerdas. Entonces Rasha, por primera vez ante Levar, se
convirtió en un auténtico león majestuoso y elegante.
Segundos
después los tres mutantes ya no debían preocuparse por respirar. Rasha les
había desmenuzado el cuello.
Levar
siguió persiguiendo a otro mutante. Éste
quería acabar con su energía vital y
eso, a estas alturas, ya no podía permitirlo.
Posicionó
el gesto de sus manos… El mutante había notado un calor que le subía por los
pies casi inaguantable y se había puesto a correr. La reina Bipolar le mandó su
energía lunar y este quedó en el suelo compungido y paralizado de piernas.
Asar
no dejaba su espada ni a sol ni a sombra. Matar serpientes no era tan sencillo,
pero le encantaba hacerlo.
Tania
que era diestra con la honda, llevaba una media de diez mutantes vencidos en
veinte minutos.
Blod
y Ari manejaban el arco con toda la precisión que les fue posible. En la
práctica comenzaron a ser casi infalibles.
Najren,
Pripe, usaban la espada con la furia de un ciclón, de la misma manera que lo
hacían el resto de leones, los hijos de Acuario y los hijos de la espiral
Naciente.
Los
chamanes y reinas sin embargo no luchaban del mismo modo. Algunos investigaban cuantos
heridos o muertos se iban encontrando al paso.
Tso
estaba ayudando al chamán Lucas a aplicarle un torniquete a uno de los hijos de
Acuario. Aunque el chamán Lucas miraba por doquier tratando de no perder de vista a la reina Bipolar.
La
fuerza azul de un Naciente comenzó a cortar a una serpiente con el resultado de
acabar con ella por completo. Había sido difícil desacerse de ese mutante. Al
principio había estrangulado una pierna del Naciente, pero la fuerza del número
de Oro era infalible. Aún así debían estar alertas frente a los ∏ que atacaban
por la espalda.
Rasha
todavía seguía siendo un auténtico león enfurecido; Para Levar era difícil ver
la imagen de Rasha rugiendo como un verdadero león mientras mataba serpientes y reptiles.
Algunos ∏ comenzaron a variar en sus transformaciones.
Los
leones le siguieron y acabaron por transformarse todos también.
Una
mujer azul trató de embaucar a Rasha. Se había convertido en una anaconda
gigante. Su color era verde oscuro, con marcas ovales de color negro y amarillo
en los flancos, menos su vientre que era mas claro. Su cabeza era estrecha y su
hocico estaba cubierto de varias escamas. Su cuerpo era ancho, musculoso y
sinuoso y se encontraba en posición erecta, esperando cualquier movimiento en
falso del líder.
Aunque
un león transformado suponía un ser de grandes proporciones, la ∏ anaconda
estaba dispuesta a engullirlo entero.
El
felino hizo varios intentos de acercarse para probar los movimientos de la ∏, sin embargo
ella, casi impasible, solo movía la cabeza haciendo zig-zag. Un mutante rojo
que luchaba con otro azul pasaron a tres metros de ellos. La anaconda se
despistó desviando por segundos la mirada.
En
ese instante el león aprovechó para echarse a la cola de la anaconda y
morderla. Luego subió hasta la mitad del cuerpo y allí se ensañó un poco más.
No había salida; la ∏-anaconda se derrumbó segundos después y falleció
dejando atrás una estela gris.
Isocrati,
que aún no se creía vencido, esperaba pacientemente la rendición de los
insurgentes. Sin embargo éstos subyugaban a los mutantes azules con pasmosos
resultados y desafiaban a los ∏ tumbando sus odiosos trajes reptilianos.
A
pesar de las apariencias los gatos eran los más peligrosos de todos los
luchadores. Se acercaban a sus oponentes con gran rapidez y le sacaban los ojos
con unas uñas sumamente afiladas. Después arañaban gravemente sus troncos, sus
piernas o sus manos dejándolos sin fuerzas. Y en el peor de los casos les arrancaban el
corazón.
Eran
gatos majestuosos; grandes y verdosos, con el pelo largo y atigrado;
invulnerables frente a las artimañas de los ∏; y con la rapidez de un huracán (como alguno de esos huracanes que
afloraban cuando el Peripato de la Encrucijada estaba cerca).
La
reina Makkeda, sin embargo, tuvo que curar alguna herida de algún gato. Hubo
uno que estaba gravemente herido del que tuvo que despedirse con total respeto.
Su esternón estaba desecho y se estaba quedando sin respiración. La reina le
untó suavemente en los labios una poción que aliviaría su sufrimiento para así
poder acercarle con serenidad a su encrucijada.
Todos
los luchadores estaban siendo fuertes y valerosos aunque todos no corrían con
la misma suerte. Después de una matanza perpetuada por los leones y los gatos,
los primeros volvieron a adoptar su forma anterior se hombres.
Los
hermanos de Najren resultaron ser los mejores con la espada. Lo demostraron
matando a un centenar de mutantes. Si se servían de la concentración podían
dirigir su energía de una forma envidiable. También eran capaces de levitar
tanto como lo hacía Levar y al mismo tiempo dar piruetas. Y sobre la fuerza, no
la ejercían con la potencia de sus manos, sino con su mente; pausada y
serenamente.
Los rojos sin embargo no
cambiaron su forma de gatos. Preferían demostrar su condición con orgullo a los
mismos azules, pues ellos solo eran capaces de transformarse en seres repugnantes.
Pese
a sus uñas destructoras, también eran capaces de usar puñales y espadas y en su
forma de gato lograban usarlas con destreza.
Por
otro lado, Jacky hacía alarde de sus mejores piruetas y no tenía dificultad en
saltar por encima de los mutantes lo cual le daba ventajas para abrir el camino
a otros y al mismo tiempo despojar de sus armas a algunos azules que no se
habían transformado.
Levar
sentía que la contaminación y el peso del aire eran densos. Se desprendía en el
ambiente un hedor similar a la mezcla de acumulación de residuos y desechos. Cuando
miraba a ras del suelo vislumbrando el horizonte, podía ver un cúmulo de nubes
negras elevándose hacia el cielo.
Ella
temía que se desatara algo en su interior que le hiciera descubrir su identidad
y, de algún modo que desconocía, sentía que debía luchar por una fuerza
superior que en ocasiones, (desde que llegaron a la espiral de los mutantes), luchaba
dentro de ella de forma instintiva.
Los
mutantes tenían un campo magnético muy superior a Tso. Cuando descubrió esto al
principio de la batalla temió provocar un desastre al ser descubierta por
alguno de ellos. Podía dirigir su energía, a veces era como un toro indomable
pero si tenía un motivo superior nada podía hacerle dudar. De hecho, antes de
que ninguno cayera en la cuenta, notó que se comportaban de una manera similar al
desahuciado. Las intenciones de Tso eran buenas para con Levar pero no iba a
tener ni por ensoñación la misma suerte con ningún azul. Ellos usaban la
energía negativo-dual para pasar las pantallas de los juegos que Isocrati les
proporcionaba. Las fuentes Alfarianas de esta energía provenían del esfuerzo
que los mutantes azules y los haggeds realizaban en ambas espirales. Los
primeros resarcían los deseos de Isocrati y los últimos abastecían al Faraón
para que éste pudiera llevar una vida de comodidades y lujos.
Kufu
corría sin cesar sorteando espadas y venablos a fin de llegar a la nave donde
se encontraba Isocrati y el consejo. Vio su vida peligrar en muchos instantes.
Sin embargo, tenía una facultad muy útil en esos momentos; lograba esquivar
obstáculos desapareciendo y volviendo a aparecer segundos después unos metros
mas allá.
Por
fin logró llegar a las sillas de las gradas. Comenzó a golpear el cristal de la
nave y dos hombres le cogieron por detrás y le agarraron fuertemente de los brazos.
Isocrati hizo un ademán para que lo acercaran hasta donde el se encontraba y
éstos abrieron la puerta del recinto.
-¿Qué
quiere este canalla?- dijo Isocrati dirigiéndose al resto de mutantes.
-Soy
el Ággelo, soy el Ággelo. – repitió efusivo.
-¡Parad,
parad!- gritó Isocrati.
-Dejad
que ese canalla maldito entre y diga lo
que tenga que decir. De lo contrario el mismísimo Faraón pactará su próxima
transmutación.- Sentenció el dirigente mas relajado.
Asar
luchaba mano a mano con la reina Levar hasta que recibió un espadazo en un
costado. Levar, que se encontraba a pocos metros de él, le cogió de los brazos
y le apartó de la lucha.
-Hay
que buscar al chamán. De todos modos tengo algo cicatrizante aquí, creo.
Le
mostró un botecito con una pomada que le había dado la reina Madre de los
leones y empezó a untarle el lateral con él.
-Reina…
tienes que seguir, ellos no pararan y vendrán a por nosotros también.
-Lo
sé, tranquilo- dijo mirando hacia atrás.
-Solo
quiero encontrar al chamán.- Oteó el horizonte en busca del chamán Lucas. Solo
veía sangre y destellos en colores oscuros.
-No
te muevas. O mejor… hazte el muerto.
Levar
se ausentó por unos minutos y finalmente llegó con el chamán.
-Aquí
lo tienes, chamán. Ha recibido un espadazo lateral.
-Por
favor no os mováis de aquí. Haced lo que podáis.- Le suplicó la reina.
-No
me moveré, guarda tú tus espaldas, reina Isthar.
-Delante
de ti Asar soy la reina Bipolar.- dijo orgullosa dándoles la espalda.
Quedaban
tan pocos mutantes y ∏ que ya era imposible no vencerlos.
Algunos
gatos y leones fallecieron en plena batalla.
El
león Pripe fue uno de ellos; falleció trágicamente mientras una serpiente
poderosa le estrangulaba.
Por
otro lado el chamán Ribe había fallecido también a causa de un golpe que había
recibido en la cabeza por las garras bastante agresivas de un mutante azul
transformado en cóndor.
Tal
y como había previsto Rasha, las cosas no iban a ser fáciles de sobrellevar.
Aunque
reinaba cierto caos aparente, la encrucijada tenía su propio e íntimo destino.
Tania,
Blod y Jacky luchaban con toda su alma y Levar trataba con todas sus fuerzas de
expulsar a varios mutantes que iban a la vez por ella.
Se
puso a levitar cuando con la intención de apartar a los dos al mismo tiempo.
Pero luego, al subir, se vio asaltada por uno de ellos que volvió a cogerla de la pierna. En ese instante el león
Rasha llegó y le propinó un buen bocado en la pierna, al mismo tiempo que
soltaba a Levar, y lo dejó paralizado en el sitio.
Cada
vez avanzaban más dirección a la nave donde Isocrati esperaba pacientemente a
la reina, manteniendo al rehén Ággelo
pendiente de un hilo.
Aun
quedaban alrededor de treinta mutantes azules. Era tan evidente el resultado
que la mayoría de gatos se convirtieron de nuevo en hombres.
Algunos
estaban algo ensangrentados pero sus heridas eran superficiales. Rasha solo
tenía un arañazo algo profundo en un hombro.
Aún
así la lucha no había acabado.
En
las últimas asestadas todos sacaron sus espadas y fueron a muerte contra los
azules que quedaban. Ya no quedaba ningún azul con un arma, así que cayeron
gradualmente hasta que no quedó ni un
solo alientos de energía.
Aquella
bacanal había sido una autentica masacre.
Los
azules parecían poderosos pero cuando morían sus auras carecían de pasión. Para el incauto de Isocrati, aunque quedaran
dos, aún quedaba esperanza. Después de todo todavía quedaban unos pocos mutantes
azules sentados en las gradas guardando la nave…
Ahora
debían enfrentarse a Isocrati. Era el
único que podía darles lo que necesitaban; la bola capaz de trasladarles a la
espiral del Faraón.
Todos
bajaron la guardia y se acercaron a la nave. Una enfilada de mutantes azules
les miraban con ojos avizores sin
ninguna intención de moverse del sitio.
-¿Qué
queréis malditos gatos? ¡Aquí no lo encontraréis, ja, ja, ja! –rió a carcajadas
uno de los mutantes azules.
Levar
miró hacia atrás. Una nube gris salía de
los cuerpos de los mutantes fallecidos y se convertía en una gran nube espesa y
negra. El ambiente espectral daba escalofríos. Ella misma recordó que en lo más
profundo de su corazón había deseado la muerte en un tiempo pasado, no hace
demasiado. Si, tal vez no albergaba el más mínimo pudor sobre lo tétrico, pero no
implicaba que fuera partidaria de quitarle la vida innecesariamente a
nadie.
Es
un mal por un bien común- le había dicho Rasha en numerosas ocasiones.
La
enfilada de mutantes azules guardaba la nave como soldados inamovibles formando
una línea recta a espaldas del propio consejo.
-¡No
nos moveremos hasta que no bajéis!- gritó Rasha intemperante- ¡De lo contrario
estaremos aquí aguardando vuestra muerte!
-¡Somos
demasiados! ¡Isocrati verá su fin!- gritó Ja mirando al resto de insurgentes.
Supuestamente el líder de los rojos debía inyectar de ánimos a los gatos pero
ahora estaba gravemente herido.
-¡Subid
a la chica y devolveremos al rehén!- Exclamó Isocrati con una sonrisa vertical.
Su voz sonaba por todo el estadio. Estaba hablando desde un micrófono de la
nave.
Los
luchadores no eran conscientes de ello pero Isocrati había estado jugando con
ventaja.
Todos
se miraron sintiéndose algo idiotas.
La
realidad era que dentro del caos que se había producido no era una idea tan descabellada salvar la
situación fingiendo cierta rendición.
Pero
los grupos de los farms ya estaban tomando posiciones.
A
un lado de Rasha se encontraba Asar y Najren. El líder de los rojos casi no
podía moverse, pero hizo acto de presencia mientras se agarraba la venda que el
chamán le había colocado en un costado y con la otra mano se apoyaba en Najre.
Al
otro lado estaban Blod, Tania y Levar, y detrás de todos ellos estaba el chamán
Lucas, Ari y Tso, el cual había estado ayudando al chamán durante todo el
enfrentamiento.
Pripe
ya no se encontraba entre ellos…
-¿A
quien buscáis?- dijo Ja gritando pero sin la apetencia de hacerlo.
-No
os hagáis los tontos. Sabéis perfectamente a quien tenéis entre vosotros. Sacad
a la chica y soltaremos al rehén. –intentó negociar un mutante del
consejo.
La
situación, aunque parecía poner ante Rasha un dilema, estaba poniendo en una
tesitura extraña sobre todo a Levar.
No
podían entregar a la reina pero tampoco podían dejar a uno de ellos en mano de
la retorcida mente de Isocrati.
De
repente dos mutantes abrieron las puertas de la cabina y sacaron al rehén. Era
Ággelo. La situación se complicaba aún más.
Kufu
forcejeaba con los mutantes y Rasha intentaba entender porque Kufu no había
utilizado sus poderes para desaparecer, y aún en el caso de haberlo hecho, se
preguntaba cómo había llegado a la nave.
El
león miró al chamán. Algo no cuadraba pero no podían hacer un balance de las
vidas que más importaban. Hacerlo chocaría diametralmente con los principios
del líder de los luchadores.
Tratar
con la vida de la reina no estaba ni remotamente en sus planes, pero Ággelo
también merecía vivir.
Se
acercó Levar a Blod y le susurró al oído.
-Tengo
que salir. No puedo liberar mi vida a costa de la de otro. No soy más que nadie
ni él tiene menos valor que yo, Blod.
-¡La
reina Bipolar ya no está entre nosotros!- gritó Rasha haciendo que su voz
recorriera todo el estadio.
-¡Alguien
nos ha contado a ciencia cierta que está aquí, entre vosotros, y haremos cuenta
de ello!- vociferó triunfante otro de los mutantes del consejo.
-¿Quién
ha podido ser, chamán?- Le susurró Blod.
-Cualquiera,
hijo, cualquiera. -Contestó resignado.
-Nosotros
los gatos queremos viva a la reina y lucharemos por ella y por la liberación
hasta sus últimas consecuencias. Llegaremos a Isocrati, así que prepare los
pocos pelos que le quedan- vociferó un rojo que se encontraba entre las
primeras filas, cerca del león Negro.
El
ambiente se enrareció y los mutantes rojos se vieron impulsados a iniciar un
nuevo enfrentamiento frontal. Los leones no eran menos, estaban empezando a
acumular mucha furia…
-Rasha,
es hora de afrontar la realidad- le dijo Levar al león agarrándole tiernamente
del brazo.
-Reina…-
dejó caer en el aire sus palabras, justo cuando Levar echó un paso hacia
delante.
-Lo
hago por nosotros, por todos, Rasha.
Él
la miró invadido por el temor de ver peligrar su vida y sobre todo por el pánico
a perderla.
-Eres
la puerta, mi reina… -murmuró contraído.
-Por
eso, he de abrirla…
Entonces
dirigió su voz a la nave y exclamó:
-¡Yo
soy la reina Bipolar!
Todas
las miradas recorrieron su cuerpo atónitas.
-Arrestadme
a mí si hace falta, es lo que buscabais de todos modos…
Entonces
comenzó a andar hacia delante hasta llegar a cinco metros de la nave.
Una
vez allí miró hacia arriba; el recinto estaba a diez metros del suelo.
Isocrati
asombrado por lo que había logrado se levantó del asiento y observó
detenidamente a la reina. Llevaba el pelo rapado a los lados de las orejas y un
traje de cuero de reina luchadora. El resto de su pelo, recogido en una coleta,
era ondulado y rebelde pues no guardaba ninguna simetría. Tenía unos ojos grandes y expresivos, tan
vivos y atractivos como las mismas mareas y, aunque no era muy alta, hacía orgullo de un
carisma espectacular. Siempre había captado la atención de los rojos, pero
ninguno excepto Asar, imaginaba el compromiso de su situación.
El
mutante comenzó a reírse y, segundos después salió de su propio estupor y
comenzó a gritar:
-¡Pero
si tu eres una maldita hija de Acuario! Je, je, je. –rió estrepitosamente.
-¿Las reinas te regalaron esos atractivos ropajes, niña?- Dijo mostrando cierta
grosería.
-Soy
la humana y tú tampoco eres como imaginaba. Tienes pinta de cucaracha podrida.
No vales nada- terminó diciendo Levar mientras escupía al suelo. Tania sonrió,
ese gesto lo había adoptado de ella.
-Mmm…
eso sí, valiente si que eres. – dedujo mientras se tocaba el mentón.
Ella
seguía allí en la arena del estadio frente a la nave de Isocrati desafiando a
cuantos mutantes azules quedaban.
-Lo
corroboraremos con Ággelo.
-Estos
Ággelos son muy traicioneros, ¿sabes?- siguió diciendo mientras su voz sonaba
por los altavoces del estadio,
Soltaron
a Ággelo de un brazo y le preguntaron si aquella mujer era la reina Bipolar.
-Sí,
esa misma es, la misma que me traicionó a mí- dijo no sin algo de rabia.
Todos
los presentes quedaron boquiabiertos mientras Rasha urdía en rabia y en furia.
-¡Tu
fuiste, traidor! ¡Tu fuiste el que traicionó y engañó a todo el mundo- gritó
Blod.
-El
Faraón aguarda para mí algo mejor. Volveré a la Tierra en el momento que desee.
Una pantalla de lujo.- arguyó orgulloso al mismo tiempo que el rencor hacia
todos le cegaba de ambición.
Mientras
la terrestre desafiaba a todos con su mirada, el consejo habló expuertas.
-Soltemos
o no a Ággelo, ya no nos sirve de nada. El Faraón haría cuenta de sus acciones
pero no merece ni si quiera eso.-propuso uno de los miembros del consejo.
-Es
cierto, ya tenemos a la chica. -Dijo otra de las mujeres del consejo- Es lo que
importaba.
-Debemos
esperar- planteó Isocrati- La chica aún no esta en nuestras manos.- Expuso amén
de que fueran prudentes.
Antes
de que el consejo reaccionara la reina habló:
-Si
salen todos los mutantes azules de las gradas, llegaré al consejo.- gritó
Levar.
-¡!
Bien, sacad a todos lo mutantes y dejad aquí a la guardia !! –exclamó
refiriéndose a los mutantes que protegían la nave en el exterior. –Nos llevaremos
a la reina Bipolar al gran hotel Tali en ruinas.
Los
mutantes siguieron las órdenes de Isocrati. Bajaron dirigiéndose a los pódiums evitando tocar a la reina Bipolar.
Ella
dio varios pasos hasta llegar a la nave y cuando subió las escaleras se topó de
frente con un mutante que llevaba agarrado a Ággelo de un brazo.
-Ya
me extrañaba que volvieras a mí- le dijo a Kufu bastante furiosa.
-
La encrucijada te lo recompensará- sentenció
ella y no volvió a hablarle.
El
Ággelos parecía hacer caso omiso de cualquier cosa que le fueran a decir. Miró
con dejadez a la terrestre y de repente uso su facultad de desaparecer. Levar
recordó el consejo que le habían dado y estiró una pierna en un acto reflejo
agachándose al mismo tiempo. El Ággelo volvió a aparecer cerca de Levar con la
intención de empujarla hacia la nave de Isocrati. Pero al no verla miró hacia
atrás asombrado y notó como una pierna le tiró de repente al suelo.
Kufu
temió la furia de Levar y se quedó paralizado hasta que ella le empujó
tirándole al estadio, donde estaban todos los luchadores junto a Rasha.
Él,
al caer sobre la arena, se rompió una pierna in situ y los gatos se acercaron
en ese mismo instante y comenzaron a desgarrarle con sus uñas. En pocos
segundos había perecido.
Levar,
que siempre le había querido, sufría la propia traición que Ággelo le había
impuesto perpetuada a doble conciencia.
Al
ver a Kufu destrozado y sin aliento sintió una punzada en su corazón. Realmente
le había amado y, a pesar de ello le había traicionado, pero su traición no había
costado la vida de nadie. La de Ággelo constituía una traición hacia ella y el
resto de espirales que habían confiado en él.
En
el fondo, ingenua de ella, esperaba una sola respuesta de fidelidad, un solo
atisbo de amor verdadero. Pero ignoraba que aquellas muestras de afecto no
estaban entregándose por Kufu sino por un Ággelo impostor.
Al
plantearse ese pensamiento miró hacia atrás ojeando a Rasha, Asar y Blod.
Luego
giró la cabeza y miró a los ojos a Isocrati llena de ira contenida.
-¿Dónde
esta la pantalla?
-La
pantalla niña te llevará directa al Faraón. Tú eres mi regalito para él. A
cambio tendremos carta blanca para entrar en todas las espirales siempre que
queramos. ¿No te parece estupendo?
Si quieres seguir LA ESPIRAL BIPOLAR
por el facebook pincha aquí Istharenlanoxe
-¿Crees que sería interesante que algún día
llegaramos a la raíz de las cosas?
-Hombre, si los interrogantes fueran semillas
nosotros seríamos la raíz de las cosas.
Istharenlanoxe
Sin duda ha sido un gran capítulo. Vas perfeccionando la narración de la lucha, la creación de intriga dentro de la trama y a la vez el ritmo narrativo es bueno. Enhorabuena!!
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