El contenido de La espiral Bipolar se engloba en un libro de alrededor de 140.000 palabras (o al menos eso creo de momento) Aquí haré la honesta y árdua tarea de transcribir los cápitulos en varias fases para una lectura mas fácil. Y sobre todo compartiré el arte porque el arte que trasmite es el arte para TODOS.
La curiosidad dió sentido a nuestros pasos y nuestros pasos nos llevaron a ella...a la curiosidad bajo el influjo de las mismas espirales.

{Os mando la energía... si queréis saltar os espero en la otra espiral}

lunes, 18 de junio de 2012

(Capitulo 3, Parte 1)


LOS HIJOS DE ACUARIO 2045*




Estaba soñando que un león corría por la sabana recia. Lo hacía acompañado de un gran grupo de hembras que corrían no menos rápido que él. A lo lejos se divisaba una gran mujer con un cetro en la mano derecha y una piel de león en la espalda que cubría parte de su hombro y se extendía hasta la cintura. La manada corría hacia la mujer templada y ella no movía un ápice de su talle.
Sin pestañear fijó su mirada en el león padre y por fin accionó su cuerpo levantando el cetro y señalizando con él a una gran escarificación en forma de espiral que le cubría  medio pecho derecho y terminaba insurrecta   debajo de la oreja.
 Éste ,seguido de la manada, siguió corriendo aún con más fuerza y justo cuando ambos se encontraban a metro y medio enfrentaron miradas procurando reverencia. Entonces, con un respeto que parecía pactado, se arrodillaron uno frente al otro agachando a su vez las cabezas.
El cetro resultó ser apartado a un lado.
Las leonas de la manada pararon su paso mirando todas al unísono y con orgullo a la gran mujer reina Omega.
No era necesario que nadie se hiciera daño.
Y a lo lejos un niño…



Abrió los ojos grandes y algo enrojecidos por el sueño. A los pocos segundos se percató de que un sudor pegajoso le caía por la frente, el cuello y las axilas.
Levantó la espalda y con ella la mirada.
Agitó un poco la cabeza y de forma autómata comenzó a dar paseos pasillo arriba habitación abajo.

-¿Dónde estás Levar? -murmuró para sí misma varias veces-. ¿Dónde andas?
Luego se hizo un té y al mismo tiempo que lo dejaba en el escritorio encendió el ordenador. Justo a continuación fue a mojarse la cara y aprovechó para limpiarse las axilas.
Mientras se miraba al espejo dijo en voz alta:
-Los  leones de Sión, no es una metáfora... -y subiendo más el tono de voz continuó-. Los leones de Sión y las Reinas Omegas, el sueño me lo ha mostrado.

Por fin se sentó y procuró hacer algo de provecho.  Mil ideas negativas pululaban por su mente. De nuevo la depresión. Ya no quería vivir. No merecía la pena vivir al servicio de los antojos de una mente imprevisible. Pensó en sus padres, pensó en Brand, pensó en el león, pensó en el niño, pensó de nuevo en las pastillas rosas y amarillas.
Bloqueo, desazón, depresión, muerte…
Volvió a pensar en la desaparición definitiva del dolor.
Tenía que idear como volver a quitarse la vida.
La gata Shiva pasó por delante de la pantalla. Vaticinaba “aires negros” en el ambiente.
Acabó recostándose en el regazo de Levar. La muchacha de ojos grandes se quedó sentada frente al ordenador esperando una señal.
Esperaba cualquier señal que le sugiriera no coger aquellas malditas pastillas.
Recordó todo lo que tenía que hacer para controlar la negatividad y las consecuencias que tenía dejarse arrastrar por ciertas emociones nocivas.
¿Dónde estaban ahora el conejo blanco o la pastilla roja?
No podía volver a hacer la misma hazaña de la semana pasada, no podía tragar…
¿Merecía la pena seguir?
Shiva se mantenía alerta. Brand esperaba una respuesta al otro lado de la pantalla.
La búsqueda del sentido del dolor cada día era francamente mas difícil.
Se acostó en la cama y abriendo brazos y piernas comenzó a dormirse.
Su cuerpo alternaba frío y calor y sus pensamientos bailaban.
Se estaba mareando y la causa de ese mareo provenía de una ensalada de pensamientos que por otra parte eran carentes de lógica para Levar en esos instantes.
Se comió varias pastillas negras y cerró los ojos. Comenzó a notar como caía. Entonces empezó a verla. Era una espiral… una espiral verde y amarilla. 
La pastilla hizo su efecto, Levar se comenzó a aletargarse notando la espiral en sus entrañas.
Luego cayó en un sueño hipnótico donde sentía como su cuerpo flotaba y al mismo tiempo era atraído enérgicamente hacia unos destellos de luz cegadores.
Los destellos cambiaban de color y en su trasformación el cuerpo de la muchacha se sometía a sacudidas poderosas de frío y calor. 
Tras aquella sacudida de sensaciones sintió de repente como su cuerpo se adormecía hasta pasar drásticamente a la aterradora percepción de lo inmóvil, al tánatos absoluto de la consciencia. 













-Es difícil guiarla, sus pensamientos son muy fuertes -aseguró una mujer joven.
Levar aún no había abierto los ojos.
-No es una mutante. ¿Qué habilidades tendrá? -recapacitó en voz alta la otra mujer.

Levar comenzaba a abrir los párpados. Vio ante sí a dos mujeres altas y jóvenes, con melenas largas ambas distinguidas por unas brechas de cuero cabelludo rapadas a los lados de las patillas. Sus ropas eran marciales y en cierto modo provocadoras y sus intenciones extrañas. Tenían dos franjas paralelas tatuadas en negro una en cada lado de la cara. Ambas, de forma simétrica, cubrían media nariz, todo el ojo hasta la ceja y la mitad de la mejilla terminando por la oreja.


-¡Deberíamos quitarle toda la ropa! ¡Apesta a mutante o a P!
La más alta intentó controlar su rabia. Si no era una de ellos probablemente sería una amenaza ya que las alianzas en tiempos difíciles solo eran eficaces si eran estrechas.

-Yo creo que si me dejas lavarme sería todo más fácil. Luego ya me podré disfrazar…
Ironizó Levar.

Ambas criaturas aunque algo agresivas dieron un paso atrás.
-Puede hablar nuestro idioma -dijo la segunda dirigiéndose a la otra muchacha.
-Es pura rabia -sentenció la mas alta de las dos.
-¿Quiénes sois? -dijo levar alzando la voz y la mirada.
-Somos mutantes del linaje de los leones de Sión y Lilith. Si eres un P estás en terreno pantanoso -aseveró casi afilando sus ojos en cuchillos-. Nosotras raramente hacemos alianzas. Algunos leones nos ayudan pero por regla general nos apañamos solas.  Nuestros hombres ayudan solo en grandes luchas, el resto del tiempo ayudan en labores de cosecha y colaboran con los chamanes en las ceremonias.

Levar estaba de algún modo fascinada por lo que acababa de escuchar. Sus ojos trataban de recabar información  sobre la casa y el ambiente donde había despertado pero la fuerza de aquellas dos muchachas tenía más poder que cualquier otro detalle.
Pese a todo la pregunta más importante era como había llegado allí.

Ambas mujeres hablaban susurrando y repetían claramente la palabra espiral. En principio Levar no podía accionar palabra alguna pero tarde o temprano tendría que reaccionar y pisar sobre terreno seguro. Por fin fue consciente de que estaba en una cama tapada con una colcha ligera de colores estridentes. Sin embargo aún le embargaban dudas sobre si estaba teniendo otra de sus manías o simplemente estaba soñando.

La mujer más alta volvió a dirigirse a ella.
-Yo soy  Tania y esta es Sar -dijo haciendo un ademán con el brazo señalando a su compañera-. ¿Podemos saber tu nombre?
-Levar -dijo mirando con los sentimientos a aquellas mujeres con cada una de las letras de su  nombre
-.Y no se ni por qué estoy aquí, no sé ni donde estoy, ciertamente.
-Tranquila -dijo Tania-, lo sabrás en breve, supongo, o no… quién lo sabe. Te encontraron junto a las plantaciones de aloe. Esta espiral es algo complicada. Tratamos de buscar la paz pero siempre estamos enemistados con alguien.
-¿Que energía te mueve a ti, Levar? -concluyó la misma mujer que estaba hablándole al cabo de unos segundos.
-¿A mí? ¿Energía? -entonces se levantó y comenzó a andar como un pato mareado. Oteó de nuevo la casa que le rodeaba y volvió a fijarse en las mujeres. Apenas llevaban metal en sus indumentarias. Sin embargo, los colores de sus ropas coincidían; negros, leopardos y tigres. Éstos se antojaban acompañados de abalorios de cuero significativos incrustados en manos y tobillos en forma de espiral. 
De pronto Sar detectó que aquella muchacha extraña les observaba con detenimiento. Entonces se encaró hacia ella dirigiéndole unas palabras que enmascaraban una latente agresividad.
-¿Qué pretendes? ¿Hacer un estudio de quiénes somos en base a lo que aparentamos? - hizo una pausa y dio su propio discurso.
-Somos los hijos de Acuario. No hemos encajado en ciertos mundos porque siempre hemos querido exterminar toda esa mierda que contamina y destruye a personas entre universos. Algunos nos consideran estrellas porque iluminamos esta cara del universo alfa y luchamos, aunque nuestra lucha es áspera y estéril en ocasiones. Hemos luchado incluso por y para otras espirales, ¿verdad Tania? -preguntó mirándole a los ojos a su compañera con aspereza-.
-Tania tiene razón cuando dice que evitamos mezclarnos pero en el fondo mantenemos buenas alianzas con algunos leones de Sión. Ellos siempre están ahí donde la energía se desequilibra -miró al suelo unos segundos y mas tarde levantando la mirada confesó-. No sabemos qué te trajo aquí pero solo hay una forma de que vuelvas a donde te pertenece.
Levar boquiabierta trato de articular palabra pero hasta que la brisa del atardecer no le rozó sus mejillas no pudo reaccionar.

-No sé a donde pertenezco. Solo sé que me he perdido a mi misma pero tampoco tengo ninguna intención de querer encontrarme.
-Entonces la guerra será aún más dura si cabe  -dijo Sar y señaló la puerta.

Minutos después las dos hijas de Acuario y Levar salieron de la habitación y se dirigieron a la puerta de entrada.
El gentío estaba exaltado pero dentro del caos reinaba un statu quo digno de mención.
Por unos instantes Levar tuvo el deseo de quedarse en aquel lugar. El asfalto cuasi negro estaba formado por un intrincado de callejuelas que daban a parar a un círculo. Esta forma esférica de barro y retazos de árboles tenía un origen elevado en el centro. Del su corazón emergían unos asientos de piedra que rodeaban todo el círculo hasta las casas de la aldea. Por doquier corrían perros de toda raza, incluso perros gigantes. Y aunque reinaban tanto hombres como mujeres, éstos vestían con taparrabos, tatuados de pies y manos y con la franja negra que todos compartían en las mejillas.
De repente un perro gigante pasó de una callejuela a otra acompañado de una mujer ,
y ésta acompañada de un joven que vestía absolutamente de negro, el cual no gozaba ni de tatuajes ni de ropajes de tigre.

Sar se percató de que Levar miraba interesada a la pareja. Si quería explicaciones habría que dárselas.

-Un Keburi, mensajero del tiempo, transmutador de energías. Nos ayuda en las curaciones y sobre todo hace de puente entre espirales.
-¿También baila? -preguntó inocentemente la mujer de ojos inquietos.
-¿Bailar? Je, je, je -miró a su compañera Tania y siguió riendo-. Explícaselo tú.
-Utilizan su energía para transmutar todo lo que desean. Algunos son más fuertes que otros pero sobre todo tienen la capacidad de saltar a otras espirales. ¿En tu espiral se transforman bailando? Aquí son excelentes traductores de leones de Sión en las negociaciones.
-En mi mundo bailaron una noche cerca de mi. Bueno… al menos supongo que eran  ellos… No se porque pero intuyo que hay muchos en mi planeta. !Como no me di cuenta antes!
-Fueron avisados por algún Keburi, ellos no pueden saltar a la tierra. -susurró Tania.
-Les acechaban unas sombras -añadió la muchacha.
-Debemos alertar a esta chica de los P -dijo Tania dirigiéndose a Sar-. Si no fueron ellos, quizá algunos mutantes. De momentos no tenemos los suficientes datos para saber quienes fueron.-

Siguieron andando lentamente.

-¿De dónde provienes niña? -dijo Sar dejando caer la pregunta.
-De un mundo aburrido… ciertamente. Un mundo donde la gente no se disfraza de ropa sino de ira, agresividad y envidia, aunque a decir verdad todos se disfrazan…
-Bueno todo eso es trasmutable -dijo Tania-. Además aquí no los llamamos mundos, los llamamos espirales.
-La cuestión es que vienes del planeta tierra -dijo Sar confirmando deducciones.
-¿Entonces ahora donde estoy? -preguntó boquiabierta Levar.
-Estás en la espiral de Acuario, una espiral del Universo Alfa.

Levar cerró los ojos. Era emocionante todo aquel mundo, aquella espiral… todas esas personas luchando por un ideal, luchando por su propia identidad, defendiendo a la camada y confiando en seres extraordinarios así como rechazando lo negativo como si de comida indigesta se tratara. Aquella fuerza y agresividad latente le cautivaron. Necesitaba la pastilla azul y roja a la vez. Necesitaba una indigestión de realidad.
Aunque aparentemente todo estaba calmado, abrió los ojos y sintió una punzada en el corazón.  No podría permanecer demasiado tiempo allí. No encajaría.
Escuchó en el poblado que se realizaría una reunión.  Aunque aquel pueblo parecía algo rústico realmente tenía la sensación de verlo sustentarse en un círculo amplio de personas sutilmente civilizadas.
Ya nada era lo que parecía en aquel hospital con tintes militares. Ni tampoco su sociedad supuestamente civilizada era ni por ensoñación similar a los hijos de Acuario. Se sintió pequeña por unos instantes y recordó a sus padres, a Brand y a sus amigos de la Universidad, a su hermana y al resto de la gente que le había acompañado durante su existencia.
Lo que ahora tenía estaba fuera de contexto pero aún ansiaba conocer el paradero de la reina Omega y los leones de Sión.
Recordó los abrazos con su madre. Fue entonces cuando despertó de aquel personal letargo y justo en ese instante una voz masculina le susurró al oído acercándose sinuosamente a su oreja.

-Soy Jacky. Se que estás algo desconcertada pero pronto tendremos la posibilidad de visitar a Mol. Es un chamán que te va a encantar -le explicó con intención de relajarla-Él solo usa hierbas pero yo puedo ayudarte a controlarlas.
Levar pensó inmediatamente a qué tipo de hierbas se refería y ,si estuviese en lo cierto, ¿por qué hacia falta utilizar hierbas en un mundo donde la realidad parecía no necesitar el sabor rudimentario de las plantas?
Aún seguía planteándose si lo que estaba sucediendo era un sueño. Entonces  Jacky le agarró de una de las muñecas fuertemente y la levantó del regazo de espuma donde se había quedado traspuesta.
-¿Y Tania y Sar? -quiso saber.
-Están preparándose para la reunión. Los hijos de Acuario son singulares. Reniegan de los rituales pero siempre están inventando alguno nuevo -le miró de reojo y sonrió.

Jacky era un muchacho delgado. Tenía la piel blanca y el cabello condenadamente negro. Sus orejas eran grandes pero las facciones de su cara eran estilizadas y finas menos su boca que era algo más grande que el resto de su semblante. Vestía de negro como el resto de Keburis y su sonrisa pícara acompañaba el resto de su personalidad.

-¡¡Vamos, despierta de una vez niña!! Quizá te espera un buen viaje hasta el chamán y mientras tanto deberías observar con mas atención lo que te rodea. Quién sabe… quizá este sea un mundo para ti -dijo guiñándole un ojo con un tono de voz que invitaba a seguir. 

Levar se levantó de golpe y se sorprendió de lo hermoso que era aquel Keburi. Sus sonrisas cómplices presagiaban un buen vínculo venidero entre ellos.
Se quitó las legañas y deseó lavarse la cara.

-Ven aquí, podrás asearte -le dijo adivinando gratamente lo que deseaba.
Entró en una estancia un poco desordenada pero apenas poblada. Algunos armatostes, todos ellos de madera, estaban depositados en una mesa baja. Incluso todos los muebles eran de madera. Había un espejo del que colgaban unos cuantos pañuelos de colores terrosos y amarillos. Cuando entró al aseo se dio cuenta de que el lavabo tenía una forma mucho más grande y ovalada de lo habitual para Levar. Se sentó en una especie de ladrillo que hacia la vez de asiento. Agitó su cabeza deseando despejarse. Entonces acercó su cara al espejo y recordó sus ojos de un verde plateado y sus cejas arqueadas.
Buscó con la mirada algún ungüento cremoso y después de lavarse la cara se untó finalmente con un potingue desconocido que había encontrado junto al ungüento y que parecía oler a jazmín. Después no supo que hacer. Se impacientó y salió en busca de Jacky.
Ahora había llegado el momento de afrontar la realidad y cualquier elucubración no serviría si no se corroboraba.
Cuando salió observó como Jacky esperaba su presencia. 
Le miró atentamente y luego se acercó a menos de medio metro de ella.

-Puff, eres preciosa -le dijo al mismo tiempo que tocaba su pelo encaracolado-. ¿Realmente quieres irte de aquí, pequeña Levar?
Seguidamente le cogió de la mano con la misma fuerza que antes y la guió hacia la casa de Tania.
Siguió asiendo sus dedos aportándole seguridad pero a mitad de camino Levar se sintió incómoda y le apartó de si misma.

-Gracias pero prefiero andar sola- dijo algo enfurecida.
-No me las des, mi misión es que estés bien y llegues sana y salva a Mol.
-Tranquilo, si nadie me saca un hacha o me reta a la ruleta rusa estaré bien -dijo con sarcasmo.
-Creo, Levar, que no estas entendiendo nada. Has caído en esta espiral y aún no sabemos por qué. Quizá pertenezcas a los hijos de Acuario. Los linajes no siempre son lineales ni tampoco genéticos. Pero lo que está claro es que necesitas ayuda para entender.

-¿Entender qué? -dijo furiosa-. Por qué estáis en conflicto con otros grupos, por qué sois agresivos con los desconocidos, por qué soy la única que es distinta aquí y sin embargo aunque fingís mirarme con total normalidad noto miradas de desaprobación…

Cuando ya habían recorrido muchas calles, mientras Levar hablaba Jacky le replicó:
-Tú solo tienes que ser tú misma y observar, hazme caso…

Llegaron al anfiteatro. La panorámica lejana simulaba a un gran hormiguero de personas moviéndose sin parar.
Algunos vestían más ropajes que otros. Pero casi todos ellos lucían telas de colores terrosos, arenosos y amarillos. Algún que otro grupo se recreaba en ropas negras un tanto ajustadas. Levar entendió que eran Keburis por lo que había observado hasta el momento. Otro gran grupo eran los perros gigantes, musculosos, peludos, dóciles y capaces de hablar.
Uno de ellos gruñó a su paso y Levar paró de caminar.
Jacky sonrió parándose con ella y mirándola con ternura musitó:
-Tranquila, en algún momento fueron personas. Ahora son guardianes. Tampoco es una mala encrucijada.
-Encrucijada… -murmuró para sí misma.

Llegaron a media altura del círculo que imperaba majestuoso en el anfiteatro. La gente se arremolinaba en los espectaculares asientos de piedra.
Todos hablaban con todos.

-Tendrías que haberlo visto -gritó un hijo de Acuario-. Tembló al verme saltar. Nunca vi a un P tan cobarde.
-Dijiste que le acompañaba otro, ¿no? -gritó su compañero.
-Era un maldito mutante. ¡Esos mutantes azules me dan asco!
-Siempre están igual, Pan -replicó el otro-. No son nadie cuando están solos pero en compañía creen tener alguna habilidad.

Levar notó en un soplo como Jacky le agarró fuertemente la mano de nuevo al mismo tiempo que aseveró:
-Eres demasiado preciosa para oír tonterías. ¡Vamos, la reunión esta apunto de empezar!

Levar notó varias veces como algunas miradas se depositaban en ella pero decidió que de ningún modo le intimidarían.
Se sentaron y aguardaron el gentío. Nadie subía el tono de voz. Se oía un murmullo arrollador y desconcertante que zumbaba como una abeja en la cabeza de Levar.
A los cinco minuto una mujer de gran altura se situó en el centro del anfiteatro y alzando sus manos hizo callar prácticamente a todos los allí presentes.


Si quieres seguirme por el facebook, hacer comentarios o añadirte para que te lleguen
las entradas pincha aquí Mi página en el facebook.

Isthar Enlanoxe.

3 comentarios:

  1. grande Isthar!! precioso capítulo. Qué mundo tan singular el de los Hijos de Acuario, y qué jaleo le prepara Jacky de un lado para otro, no para el tío!! :D incertidumbre es la palabra para este capítulo. Buenísimo!!

    ResponderEliminar
  2. La incertidumbre...curiosa palabra.
    Hoy mismo adelantaré capítulo si tengo el tiempo suficiente.
    Un placer que lo leas!!

    ResponderEliminar
  3. Un placer para los que te leemos poder seguir la historia por aquí. Deseando el nuevo capítulo!! ;) Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar

Deja tu comentario. Exprésate...