El contenido de La espiral Bipolar se engloba en un libro de alrededor de 140.000 palabras (o al menos eso creo de momento) Aquí haré la honesta y árdua tarea de transcribir los cápitulos en varias fases para una lectura mas fácil. Y sobre todo compartiré el arte porque el arte que trasmite es el arte para TODOS.
La curiosidad dió sentido a nuestros pasos y nuestros pasos nos llevaron a ella...a la curiosidad bajo el influjo de las mismas espirales.

{Os mando la energía... si queréis saltar os espero en la otra espiral}

domingo, 24 de junio de 2012

(Capítulo 6, 1ªparte) Viaje a Ítaca.

Viaje hacia Ítaca. Año 2045*







No pudo dormir en toda la noche.
Arremolinó sus recuerdos y sus recuerdos se arremolinaron con ella. Tembló al comprobar que tenía unos cuantos nuevos que parecían no pertenecerle; ajenos, enigmáticos, indómitos, con naturaleza propia.
No eran recuerdos oníricos ni fantasías creadas durante la vigilia, pero le era inevitable recordar el sueño del león y otro más que tuvo, ese en el cual caía en un pozo oscuro hasta llegar donde el mismísimo diablo no podría llegar nunca y donde encontraba un mapa desplegado que le llevaría a no sé que lugar.
Caía sudor de su cuello y de su frente. La noche era templada pero aquella casa era ardiente.
Con la camiseta empapada se puso las botas y se acercó a la ventana.
Todas las noches que había pasado en aquel universo habían sido tranquilas pero en ninguna de ellas había corrido un ápice de viento.
Aquí somos libres -pensó- pero aún no me completa nada.
Recordó las largas noches buscando nostálgicamente los labios de Kufu en la oscuridad. Recordó un crujido en su corazón y otro en su alma. Jugó con la idea de olvidarle y la memoria se enredó entre sus dedos incapaz de abandonar la futilidad de lo obvio mientras lo subjetivo alimentaba una reminiscencia del pasado.
Ya nunca le veré -pensó-. Ya nunca existirá esa llama.
Trató de fusilar sus pensamientos. Intentó cerrar la puerta de un pasado que le envolvía en la cama. Y pronto llegó una frase a sus labios.
-El que busca lo que pierde, no vive lo que tiene -murmuró en voz baja.
Miró a Blod, miró a Tania, miró al Keburi.
Observó como misteriosamente el perro del Oeste dormía, hasta el momento siempre le había sentido vigilante.
Había calma en la habitación y un murmullo en su corazón.
Recordó de nuevo la carta de Íed, “…lucha y no te doblegues…”.
Según decían, Babylon estaba infectando la Tierra expandiéndose cada día un poco más. Si esto fuera cierto su mundo estaría en peligro. Sus mismos padres estarían siendo lobotomizados, sutilmente y de forma rotunda, pues tendrían que comulgar con  una filosofía de vida rentable y productiva para los miserables poderosos poniendo en detrimento su propios derecho inalienables. Estarían alienados y carecerían de lo que de verdad caracterizó siempre al ser humano; su dignidad y su búsqueda incesante de la perfección tanto espiritual como intelectual. Y aún así seguirían a la manada y la manada se conformaría con una realidad que ya de hecho les estafaba vendiendo sus almas a cambio de un confort aparente.
Sentía rabia por ello al mismo tiempo que le manaba un gran necesidad de cuidar a dos seres que le habían sacado en más de una ocasión del pozo de la depresión.
La nostalgia apareció en sus ojos. Brotaron unas pocas lágrimas.
Entonces el desahuciado apareció y asomó la cabecita por la puerta.

-¿Tú esta bien? -dijo tan despacio como pudo.
-Quizá necesite un abrazo -dijo Levar, y cogió de la cama la sábana que había estado usando y se la enrolló al cuerpo. Entonces salió al pasillo y se sentó en el suelo de espaldas a la pared junto a Tso.

-¿Tú entiendes algo de este Universo? -dijo dejando que una lágrima cayera en la sábana que estaba retorcida en su barriga.
-Yo entiendo muchas espirales y bolas -dijo inocentemente-, yo entiendo muchos tiempos y mucho malo -siguió diciendo mientras Levar se quedaba boquiabierta-. Bueno come malo, pero malo come bueno y hace malo-bueno.
-Je, je, je -rió Levar tratando de comedirse.
-¡Eres un crack, Tso! -exclamó y le dio un abrazo mientras le decía-. Tú sinceridad me abruma, je, je, je.

De pronto salió Jacky de la habitación.
-¿Qué diástoles hacéis? -observó aún dormido.
-Aquí, Tso, que me está explicando como es el Universo -sonrió esta vez gesticulando cuanto pudo.
-Bueno, yo también tengo mi propia teoría -declaró pizpireto y se sentó junto a ellos.
-Yo creo que todo depende de las encrucijadas. Uno tiene lo que merece, o mejor dicho, vive lo que le toca según lo pasos que ha realizado.
-No creo eso -contestó algo seria Levar-. Algunas personas en la Tierra tienen vidas míseras que no merecen y otras tienen enfermedades que no buscan.
-Pequeña -susurró Jacky acercándose a la cara de la muchacha, mirándola fijamente a los ojos-. Aquí la ley no es estricta pero la gran mayoría tienen que aprender algo, lo cual les lleva a encrucijadas distintas. Algunos amanecen en la Tierra naciendo como niños, otros aprenden en otra espiral, éstos últimos han pasado de pantalla. Y otros se estancan en Babylon y viven vidas francamente vacías, aunque algunos llevan vidas plenas pero avanzando gracias a energías ajenas. El faraón ya nos ha mostrado que a veces no hay límites para la codicia.
-¿Pantalla? -exclamó enrojecida-. Pantalla es como lo llama un amigo… -manifestó recordando a su amigo Brand.
-Pero, entonces, ¿se puede volver de pantalla?
-Bueno, es difícil… Yo, pequeña Levar, no tengo todas las respuestas…
La mujer hambrienta de más respuestas se quedó pensativa.
Fuese como fuese recogió la sábana dando un giro con su pie desde el suelo para enrollársela sobre sus propias piernas. No quería saber nada más. Al menos, de momento.
Dio las gracias a Tso por la charla e hizo lo mismo con Jacky. Después se marchó antes de que la curiosidad le cegara.
Todos volvieron a sus respectivas camas menos Tso, que estaba esperando a que Levar pasara por delante de él.
-Yo espera Levar. Levar buena conmigo. Yo agradece -le dijo justo cuando salió del aseo.
-Tranquilo, Tso no me debe nada.

Al llegar a la habitación Jacky le susurró al oído:
-No deberías ser tan bondadosa con seres como este. Casi te mata y podría volver a suceder en cualquier momento.
-Tranquilo, Jacky, si es verdad que soy fuerte se demostrará de un modo u otro.

Le hizo callar y medio minuto después todo se quedó en calma.
Así que Levar trató de lidiar con sus pensamientos y , después de adoptar la postura ideal para dormir, dejó que pasaran como una nube.




-Amanece que no es poco -voceó la muchacha al ver a Blod y a Jacky desayunando.
-Hay que darse prisa, Levar -anunció el perro del oeste-. En breve un Keburi vendrá a buscarnos.

Comieron poco, según el desgaste de energía. Levar picoteó unas frutas rosadas del tamaño de una ciruela que tenían un sabor similar al mango. Luego bebió un mejunje de cereales mezclado con fruta exprimida y leche de ágel, la cual tenía un sabor suave, similar a la leche de soja.

Pronto todos reaccionaron. Tenían que apremiarse pues el Keburi ya les estaba esperando en la puerta. Salieron de uno en uno; Blod, Tania, el resto de hijos de Acuario, Jacky, el desahuciado y Levar, en este orden. El resto de Keburis y algún hijo de Acuario que faltaban partirían directamente hacia la espiral de los leones ya que  su presencia urgía por las circunstancias.

El amanecer era impresionante. Los tonos anaranjados ganaban con justicia a los amarillos. En el poblado se apreciaba  claroscuros resaltando retazos de cosas inertes que habían permanecido escondidas en la oscuridad y que ahora se despojaban vergonzosamente ante la luz de un nuevo día que se empeñaba  en darles una importancia sutil. 
Anduvieron por todo el poblado.
La reina Etram, que había estado reclutando a más hijos de la Liberación, estaría esperándoles en las bolas flotantes. El Keburi que esperaba al grupo de Levar los guió hacia la reina.
Levar hizo cuenta de las bolas deslumbrada por los colores. Eran preciosas, de un azulado metálico veteado en varias tonalidades verdes. Estaban aplastadas en los polos imitando la forma de una calabaza.
Desde lejos parecían tener un tacto suave y liso en las vetas y algo más rugoso en los pelos azules. Sin embargo, a medida que uno se acercaba, el tacto suave resultaba cada vez más áspero.
En el polo sur de las bolas había un amplio agujero que ,al mostrarse traslúcido,  conducía a pensar que la bola no tenía fondo mientras se miraba desde el exterior.
Levar se percató de que había bolas de distintos tamaños y sobre todo de que ,debajo de ellas, no había nada que las perturbara, como si la mano del hombre hubiera respetado su ubicación o como si la bola hubiera respetado la mano del hombre o el entorno.

Llegaron a la bola deseada. La reina les esperaba como un árbol, libre de inseguridades.

-¡Hola chicos y chicas! -exclamó casi gritando.
-Antes de partir he de deciros que ha habido un cambio de planes. Es necesario que vayamos antes a la espiral de la reina Omega.
Todos se miraron unos a otros sin entender nada.

-Pero llegar a la espiral de la reina Omega es difícil, tanto entrar como salir -dijo un hijo de Acuario con algo de histerismo en su tono y vibración de voz. 
-Haremos lo que se pueda, pero hay que hacerlo -sentenció la reina de Etram con un cáliz de serenidad mientras miraba a los que ya sabían que era necesario ver a la reina Omega.

-¿Y Tso…? -le susurró Levar a Jacky.
-Creo que deberías dejarle en su lugar.
-No puedo, Jacky -asumió Levar-. Él me salvó y ahora se está convirtiendo en mi amigo. Aquí no tiene nada que hacer.

-Shh -chirrió Blod-. Silencio, por favor. Estamos en pleno inicio.

-Me lo llevaré -le dijo al oído al Keburi.
-Tú misma, te harás responsable de las consecuencias.


Todos callaron. Se oía el sonido del amanecer, el silencio de las piedras, el crujir de los árboles y un pequeño silbido de un pájaro cuasi diminuto que al parecer estaba despertando al resto de la naturaleza.

Los allí presentes eran desconocidos para el grupo primigenio. Se añadían seis hijos de la Liberación armados de rabia y orgullo. No eran, sin embargo, necesarias las presentaciones previas. Lo más probable sería que, como ya comentó la reina, al entrar en la bola cada uno tuviera un destino distinto. A fin de cuentas todos llegaran a la misma espiral.



-Niña… -dijo la reina suavemente-. Cuando entres en la espiral pasa la pantalla cuando ésta llegue a tu altura.  No temas. Te esperaran al otro lado.
-De acuerdo -respondió la muchacha-. Pasar la pantalla… -musitó.

Levar le comentó a Tso que cuando fueran a pasar por la bola se agarrara a ella fuertemente. Lo demás lo abandonaba al destino.
La reina , un día antes, había creado alianzas con algunos leones de Sión y lazos estrechos con la reina Omega. Todo estaba dispuesto y condicionado para aunar fuerzas.
A pesar de que todos estaban siendo prudentes y ponían en tela de juicio los planes realizados, la reina estaba espléndida de alegría.
Una plancha voladora esperaba la ración de visitas.
La reina comenzó con los hijos de la Liberación. Uno tras otro fueron avanzando subidos en las planchas hasta llegar a la boca de la bola flotante. Posteriormente, les sucedieron Tania, Blod y el resto de hijos de Acuario.
Cuando Levar fue a subir, el Keburi se lo impidió.
Le cogió de la mano, esta vez suavemente, y le pidió que no se moviera.
Posteriormente solicitó homilía con la reina sin dejar de controlar con la mirada los movimientos de la terrestre.

-Dime, Jacky -dijo ésta iniciando la conversación.
-Creo que ella debería ir conmigo.
-Ya va con el desahuciado. Creo que no sería buena idea.
-No sabrá donde ir cuando llegue  -dijo impacientándose.
-Si que sabrá. Es una chica muy inteligente. Además, el desahuciado la equilibra, por eso quiero que esté a su lado.
-!Reina! - dijo con seguridad en la voz- !Es una humana demasiado rebelde!. Temo por su vida. Podría ser confundida por un π, o simplemente caer en el perípato.
-Quizá tengas razón. Si la confundieran sería una catástrofe. No podemos permitirnos fallos- recapacitó en voz alta tocándose el mentón suavemente.
Levar sintió la llamada de la reina con su mano y se acercó a la homilía algo desconcertada.

-¿Qué confianza te sugiere éste Keburi? -preguntó a la terrestre apoyándose en un hombro de Jacky.
-Mucha, reina de Etram.
-¿Te sentirías cómoda viajando junto a él?
-Si, claro. Él es como un ángel.

La reina se quedó pasmada. No esperaba tal respuesta pero, al confirmar lo que ya intuía, tomo la decisión correcta y permitió que viajaran juntos. De cualquier modo, la confianza que le estaba trasmitiendo Jacky era resultado de la pureza que la misma terrestre le estaba trasmitiendo al propio Keburi. 


Los tres, Tso, Jacky y Levar, subieron con la reina en dos planchas voladoras.
La bola comenzó a acercarse. Parecía abrirse como un higo maduro gigante, aunque combinaba la dualidad de parecer estática y dinámica a la vez. 
La cercanía comenzaba a cambiar la perspectiva de las cosas.
Los tres flotaron por un instante en la boca de la bola. Entraron y comenzaron a flotar en el aire unos segundos. Pronto apareció la pantalla y el Keburi alzó los brazos. Levar le imitó y Tso se mantuvo agarrado fuertemente a la cintura de la muchacha.
-!Pasa la pantalla conmigo, Levar! -gritó acalorado Jacky mientras unos vientos empezaban a arremolinar a los tres individuos.
-Lo intentaré -entonces se agarró de los pies de Jacky y ambos pasaron la pantalla junto con Tso, que estaba sujeto a la chica y paralizado de miedo.


La espiral giraba como una caracola. Cuando hacía un movimiento de giro, millones de colores bailaban delante de ellos sin llegar a fundirse en blanco.
Delante de Levar aparecieron unos chispeantes rallos ,en tonos azules, lilas y amarillos, que emanaban múltiples sonidos visuales.
Ella seguía fuertemente agarrada a Jacky, con Tso de mochila a sus espaldas y con la adrenalina rebosante de excitación.
Siguieron bajando una gran espiral que bajaba en forma de caracola estirada y de repente, sin aviso alguno giraba hacia arriba o hacia un lateral. Parecía tener la estructura del ADN, con la diferencia de que la espiral era amarilla y se enroscaba sobre sí misma en distintas direcciones. 
El desahuciado gritaba sin cesar atemorizado. Jacky, que parecía conocer el camino, se dejaba llevar sin mas. Y Levar sonreía de éxtasis. En el fondo sabía que cualquier cosa que pudiera pasarle eran pluses, y su corazón ya no estaba para restar.

Se movían sin cesar en círculos que caían y subían en espiral.
Brillante y cegador…
Brillante y cegador…








A la hora y media aproximadamente habían llegado al final de su viaje a través del  tiempo. Cayeron sobre verde…
Levar notó como la hierba rozaba todo el cuerpo desnudo. Había amanecido sin ropa, así que se palpó el cuello para ver si conservaba el botecito que la chamán Astin le había regalado. Afortunadamente le puso un cordón para no perderlo y… !En efecto! !Allí estaba! Levantó su espalda y visionó el panorama.
Era una auténtica selva tropical.
Miró a su alrededor y vio a su lado a Tso y a Jacky, que aun andaban algo traspuestos.

-Mierda, ¿y ahora, qué vamos a hacer? -exclamó Levar al aire sin esperar respuesta.
-Bañarnos en el río -dijo Tso.
-Je, je, je -rió la muchacha-. Éste tiene respuestas para todo, je, je, je.
-No sería mal asunto, un buen baño remataría el viaje -añadió Jacky sonriendo- Además no deberías cargarte de energía. No sabemos las consecuencias…

-¿Y el camino? ¿Cómo lo encontraremos así desnudos?- se preguntó la muchacha mirando por doquier aún sentada sobre la hierba.
-Creo que antes nos encontrarán a nosotros, Levar  -aclaró el Keburi.
-Busquemos mientras tanto una extensión de agua -dijo ella.
-Buena idea.

Se levantaron los tres al unísono y comenzaron a caminar.
Aquello efectivamente era una auténtica selva, con lo cual era necesario apartar el follaje para poder andar. Apartaron unas hojas similares a las de un platanero. Hojas gigantes, arbustos, palmeras, así como moho y musgo, conformaban una vegetación con distintos niveles de altura, no menos importantes  unos de otros.  La naturaleza viva reinaba por doquier.

-¡Mira, Jacky! -exclamó Levar al cabo de un rato-. Veo un lago y una cascada a lo lejos.
-Salvados -contestó éste-. Vamos hacia allá.

Cuando llegaron se tiraron con ansiedad al agua, menos Tso que odiaba mojarse.

Ambos, mientras nadaban, parecían bailar con el agua.
Una cascada de unos treinta y cinco metros bullía agua con fuerza hacia el exterior. Luego reposaba en un lago que medía unos cien metros por cientocincuenta. El agua era cristalina, de un azul celeste mezclado con vetas metálicas.
Se acercaron a la cascada para acabar bañándose en su desembocadura.

-Está algo fría -comentó Levar.
-Esta ideal -contestó Jacky.
-Buuuuu… -Hizo una pausa y se quedó paralizada- He notado que algo me rozaba las piernas.
-Je, je, je. -Tranquila- rió abiertamente el Keburi- Será una serpiente, mientras no se sientan amenazadas no hacen nada. A los chamanes les encantan.
-¿Se las comen?- Interpeló Levar.
-No, no- volvió a reír Jacky- les encanta su piel pero aquí no solemos comer demasiados animales. Solo algunos son consagrados para ello. En el caso del pral, son seres que se comen las cosechas y hurgan por las casas. Desequilibran energías y además abundan. Así que fueron destinados para alimento.


Mientras tanto, Tso se perdía por la selva en busca de algún fruto que aplacara su sed y su hambre.

-Estas aguas son buenas para la circulación -dilucidó Levar.
-Si, y para limpiarnos de fuerzas negativas -añadió el Keburi.
-Sabes, nunca pensé que habría más habitantes en nuestro Universo -dijo-. Bueno, en realidad lo pensé, pero no como vosotros -corrigió.
-Tu Universo es distinto al mío, Levar. Para llegar desde el tuyo aquí tienes que morir… Recuerda… para nosotros esto es Alfa y aquello es Omega- explicó con los ojos bien abiertos.
-¿Morir…?
-Pero en el fondo todos provenimos del mismo sitio…
-¿De cuál?
-Del amor. El One Love; el único amor. El amor es la fuente de la vida. Lo que sucede es que el amor en ocasiones se manipula o se mezcla con otras pantallas negativas y acaba torciéndose.


De repente, oyeron como Tso estaba gritando sin parar. Trataron de salir del agua pero Levar dudó en salir desnuda. Por fin salió por fuerza mayor y comenzó a gritar convencida:
-!Vamos, tenemos que encontrarle!
Siguieron los gritos  del desahuciado como un cazador sigue las huellas de su presa. Poco a poco la voz se fue acercando.
Llegaron hasta Tso. Unos individuos le habían atado las manos con cuerdas y ahora probaban suerte con los pies ya que el pobre mísero no paraba de moverse violentamente pensando que podría tener alguna escapatoria.



-¡Dejadle! Es nuestro amigo, va con nosotros -entonces, al notarse desnuda y observada, se metió tras una de esas hojas gigantes y rezó para que esas horribles hormigas gigantes que andaban por doquier no se le invadieran al cuerpo.

-!Pero si da pena! !Seguro que no tiene ni nombre! -dijo uno de los que agarraban del brazo al desahuciado.
-Pues, para ser inofensivo… estáis usando mucha energía en él -manifestó el Keburi, seguro de sí mismo y mostrando todo su desnudo al completo.
-¡Saquen las telas, pronto! -exclamó el que parecía ser el líder grupo.
Éste último era el único que mantenía su pelo tapado al completo. El resto llevaban largas rastas, menos uno que lucía unas rastas bien cortas hasta las orejas. Sin embargo tenía una barba poblada que se le juntaba con las patillas. Sin contar estas diferencias, todos tenían la tez morena, unos mas que otros.
De los cinco que habían, tres seguían montados a caballo. Uno de ellos era el líder que sujetaba sus riendas y las de dos caballos mas. La pareja que quedaba sobresuelo estaba apretando con fuerzas las cuerdas que ataban a Tso.
Sus ropajes lucían colores amarillos y verdes y portaban, como si de su dignidad se tratara, abalorios de cuero en manos y cuello. En el cuello, además del cuero, llevaban colgando con orgullo un medallón de un león enfurecido de cuerpo entero, portando una bandera de color amarillo, rojo, verde y negro. Sus zapatos eran grandes botas de cuero tintadas de un tono verde oscuro sujetadas por largos cordones que rodeaban cada una de las botas al menos tres veces. Y ,a la derecha, guardadan, en una vaina colgada a la cintura, una espada de una sola pieza, fundida con latón y otros elementos del desierto de los hijos de Acuario. Su forma era curva y con doble filo, y en su empuñadura tenía un gravado sencillo en un idioma indescifrable para la terrestre.


Dos de los hombres bajaron de sus caballos y sacaron de una cesta de mimbre varias telas. Dieron una a cada individuo, incluso preparaban una para el desahuciado mientras le desataban.

-Hombre malo -dijo Tso-. Mujer buena -añadió mirando a Levar.

El hombre del vendaje en el pelo miró frente a frente a Levar mientras ésta se hacia un atillo con la tela.
-Eres Levar, supongo -le dijo éste.
-Sí, hasta ahora sí -contestó irónicamente la mujer.
-Estábamos buscándote, la reina Tersa quiere hablar contigo. -dijo con aspereza.
-¿Quiénes sois? -dijo algo desconcertada.
-Son leones de Sión, Levar, leones de Sión -repitió el Keburi.
-Si respondéis por ésta cosa -dijo el líder mirando con repugnancia a Tso - cogedla y llevadla con vosotros. Tenemos que llegar cuanto antes a la base de la reina Tersa. Estará esperándonos.

El líder siguió serio con una voz sombría, sin apenas gesticular un músculo de su cara.
El desahuciado y el Keburi se quedaron cada uno con uno de los hombres que montaban a caballo. Levar se quedó mirando fijamente desde el suelo al líder y éste le devolvía la mirada como si aún quisiera custodiarla. Entonces le dijo:
-Tranquila, cógete de mi mano.
Ella alargó su mano y él la cogió de la muñeca subiéndola al caballo a espaldas de él.
-Mi nombre es Rasha, así que ya están echas las presentaciones -dijo escuetamente el hombre misterioso.
Cuando parecía que la conversación había finalizado, Levar dejó caer:
-¿Y los otros? ¿Los habéis encontrado?
-Todo el mundo ha llegado ya. Pronto se aunaran alianzas.

Levar suspiró. Eso significaba que todos habían pasado limpiamente la espiral, y con ellos, Tania y Blod.

Dejó que su pelo cabalgara en compañía del aire y respiró profundo. No reconocería jamás que necesitaba protección pero una mano amiga no le venía mal. Y lo intentó… por unos instantes se sintió protegida…

En la selva la biodiversidad aún era patente. De pronto comenzó a llover con fuerza. Minutos después llegaron a un camino que dejaba atrás el verde. Estaba débilmente utilizado por el hombre, pero tenía marcado el perfil de un camino principal.
A los diez minutos la base enseñó su cara. Era un campamento que invitaba a la serenidad incluso visionado desde lejos. Estaba rodeado por una multitud de pequeñas bolas flotantes concentradas unas al lado de las otras. Después de ellas, había una muralla de mármol blanco que rodeaba todo el recinto acorazado. Aunque parecía tener la forma de un castillo medieval, en la cúspide, tenía unos pequeños torreones separados entre sí por cinco metro de distancia que tenían forma de pirámides y estaban dotados de una pequeñas ventanucas coquetas y cerradas que hacían la vez de defensoras y garantes de la base.


Cuando llegaron a las bolas flotantes, un señor alto, con la cara arrugada y vestido de blanco se acercó a los caballos y, cogiéndolos de las riendas, se llevó dos de ellos.
El resto de caballos tuvieron la misma suerte con otros hombres también vestidos de blancos, pero no tan mayores como el primero.
El último custodió al caballo del supuesto líder.
Se dispusieron a entrar al campamento, así que se acercaron a las bolas y una escalera eléctrica bajó desde la muralla blanca hasta las bolas.
Levar ascendió con Rasha sin el menor esfuerzo y una vez arriba llegaron a una puerta metálica de un tamaño descomunal, que se abrió de lado a lado.
Era todo surrealista pero era inútil  absurdo indagar con preguntas continuamente.
Cuando entraron, Levar se sintió agradecida de ver tanto verde como en la selva. Por un instante entró en un remanso de paz, aun estando todavía empapada de agua por la lluvia.
A los pocos minutos le invadió un poco de ansiedad.
¿Blod estaría aquí? ¿Y Tania? ¿Cuál fue la suerte del resto de hijos de Acuario? ¿Y de los hijos de la Liberación?
Levar pronto se daría cuenta de que el grupo primigenio no estaba solo y de que todos estarían inmersos en la misma encrucijada.
Fuese como fuese, estaban unidos por una misma esperanza.

Entraron en un patio cuadrado con estanques a los lados repletos de nenúfares y juncos que reposaban en una tenue manta aterciopelada de agua celeste.
Quizá para la terrestre era demasiado idílico para ser verdad, pero en el fondo su corazón necesitaba estar en un lugar así.
Por fin, Jacky y Tso llegaron con el resto de leones de Sión y Rasha.
Llegaron a un portón de madera y trataron de llamar a la puerta. Dos de sus bisagras  tenían la forma de un león. Era evidente que constituían el único modo de llamar. Las otras dos, que solo eran ornamento de la puerta, estaban mucho mas elevadas y tenían la forma de dos mujeres bellísimas ataviadas con túnicas blancas.

-¡Mira! -exclamó Jacky-. Esa podrías ser tú, Levar -riose con ella.
-Je, je, je, no creas, yo no me dejaría ese peinado -rió ella también con él.

El señor misterioso llamó por fin a la puerta. Dos mujeres abrieron una a cada lado. Eran jóvenes y vestían ropas vaporosas. Tenían el pelo recogido con orquillas y el tacto de su piel era tan suave y blanco como el mismísimo mármol. En su cuello resplandecían dos serpientes entrecruzadas.

-Por favor, pasad -dijo una de ellas con la fragilidad de un cristal-. Necesitaréis cambiaros de ropa cuanto antes.
-Gracias -contestaron Levar y Jacky al unísono, mirándose posteriormente.

Los leones de Sión seguían allí. Era improbable que sucediese nada, pero tenían que cerciorarse de que los invitados llegaran a la reina Tersa.

-Pasad, pasad -dijo la otra doncella-. Entrad en esas habitaciones. Tenéis allí lo necesario para lavaros y vestiros.

-Que no sea ropa blanca… -rezó Levar para sus adentros.
En la habitación de Levar había varias ropas donde elegir. Tso, que la había acompañado a la habitación, miraba algo confundido a su alrededor.
Había varias ropas posadas sobre la cama. La mayoría eran vestidos tan vaporosos y delicados como los que llevaban las doncellas que los recibieron. No había nada con pantalón, pero si había un conjunto que estaba fascinando a Levar. Empezó a tocarlo. Se trataba de una ropa de guerrera, como la que llevó la reina Etram en la primera homilía realizada en la plaza circular de los hijos de Acuario. Eran un chaleco, unas botas y una falda, todos ellos de cuero. La falda estaba plegada y le llegaba poco más arriba de las rodillas. Era de su talla, parecía que lo habían hecho exclusivamente para ella. 
Al desahuciado le puso una camiseta blanca de lino y unos pantalones que cortó a su medida con unas tijeras que encontró en el baño.
Las tijeras, afinadas y transparentes, curioso elemento…

Después de vestirse salieron de la habitación y se encontraron de frente con las mujeres de la recepción.
-Venid, alguien quiere hablar con vosotros -dijo suavemente la muchacha.
-Os acompañaremos -dijo el hombre líder acercándose a terrestre y el desahuciado.
-Bien, si tiene que ser así… -respondió resignada Levar.

Anduvieron pasillo abajo y amanecieron en un pequeño jardín interior. Estaba colmado de hojas de esqueleto y unos cuantos potos ambos inmensos y con colores dispares. El primero tenía un color anaranjado con vetas rojizas y el segundo era completamente azul desde las raíces hasta las hojas.  Atravesaron todo el jardín y abrieron una puerta a la derecha.
-¡Dioooos, Blooood! -gritó Levar entusiasmada.
-Taniaaaa -volvió a gritar.
Se abrazó a ambos y sonrío con plena felicidad.
-Por un momento creí que os perdería -confesó la muchacha.
-Bueno, todos sabemos que esta espiral es… tan… ¿blanca…? que parece que no te pueda pasar nada negativo -balbuceó Tania.
-Y, sin embargo, al mismo tiempo temes romper el hechizo -añadió Blod.
-¿Y esta espiral cuál es? -preguntó inocentemente Levar.
-Es la espiral de las reinas. Aquí se pactan las alianzas -comentó Tania.
Levar buscó una silla y se acomodó junto a Tso en ella.
-Las reinas se van eligiendo en otras espirales por sustitución. Ya quedan pocas reinas Madre. Por eso, por jerarquía siguen su linaje con hijos de Chamanes o leones. Quizá sea lo más acertado -terminó diciendo Tania.
-Y… ¿quién es la reina Tersa? -preguntó la muchacha terrestre.
-Hija directa de la reina Madre Omega -continuó Blod.
-El resto son linajes entre reinas y leones -añadió Jacky.
-Reina especial, reina especial -repitió el desahuciado.
Levar acarició el pelo tieso de Tso. Al parecer, en aquel jardín, estaban las doce personas que habían viajado de espiral a espiral.

Las princesas ,blancas como una nube, se acercaron a todo el grupo que venían de la espiral de los hijos de Acuario.
Junto a ellas, una señora grande y con algo de sobrepeso comenzó a hablar con una voz estridente.

-Niños y demás visitantes -comenzó entre risas-. La reina Tersa ha preparado un banquete. Estáis todos invitados.

Varios hijos de Acuario aplaudieron emocionados de hambre.
Se dirigieron al banquete. Se encontraron en una nave acristalada, acompañada de bóvedas de cristal fino pintado en surcos azules y verdes que se rebelaban por todas las cúpulas. Desafiaban la gravedad y les acompañaban unos capiteles indefinidos y estilizados inspirados en animales.
Dentro de la nave había varias mesas redondas de madera, todas ellas con una tabla giratoria en el centro.
Fueron cogiendo posiciones.
Tania, Blod, Jacky, Tso y Levar, junto con un  hijo de la Liberación, se situaron en una de ellas.
El banquete estaba servido. Se trataba fuentes con verduras, frutas, así como pan y bebidas de distintas índoles. Comenzaron a comer con apremio.
Los leones de Sión esperaban de pie en la puerta de la nave. Levar observó que uno de ellos llevaba una pequeña pantalla de ordenador en sus manos. Se fijó en el resto y todos llevaban una espada en forma de media luna en una de las empuñaduras del cinturón.
Decidió centrarse en comer pero no podía dejar de mirar todos los detalles que acontecían frente a ella. Notó como el oxígeno rebosaba en comparación con el exterior, de tal modo que podía respirar mejor. De nuevo llegó a sus manos la leche de ágel, era deliciosa…


A lo lejos, una mujer que estaba sentada en una de las mesas del fondo subida a una plataforma se empezó a acercar a la niña de ojos plateados. Levar siguió comiendo, aunque entendió que la mujer iba definitivamente hacia ellos.
Era esbelta y algo altiva, aunque con el trato acababa siendo cariñosa. Su pelo estaba cortado desde arriba hasta la boca en degradé   y peinado a conciencia ocultando el cabello por la parte mas larga detrás de la oreja derecha.
El color de su piel era blanco como la leche y sus facciones, aunque un poco agrietadas, eran dulces y trasmitían cierta serenidad.
Sus ojos eran negros y las proporciones de su cuerpo eran largas. Vestía un atuendo cortado de mangas largo hasta los pies, de un color beige matizado por un violenta claro. Levar se fijó en su collar. Éste tenía seis bolas ,tres a cada lado. Eran de color negro y en estaban presididas en el centro por una espiral blanca. 
Levar recordó a su querida madre, que siempre lucía grandes collares y adoraba curiosamente el símbolo de la espiral.
La echaba de menos pero sabía que, de un modo u otro, la volvería a ver. La preocupación volvió a aparecer en su corazón. La muchacha de ojos grises era tan sensible que ,en ocasiones, le resultaba difícil vivir mientras algo del exterior le hiciera perder el equilibrio.
Ciertamente si lo meditaba esto solo le ocurría cuando enfermaba pero en aquel Universo no conocía los posibles peligros que podrían acechar su estabilidad.
Recordó el botecito de Astin. Lo palpó con algunos de los dedos. Lo había perdido todo en el viaje, menos aquel regalo…






-Hola, niños -dijo la reina Tersa acercándose a ellos-. Soy la reina Tersa, ¿puedo sentarme con vosotros?
-Por supuesto -contestó Jacky, que sabía que se sentaría de todos modos, pero que requería de cierta diplomacia.
-Claro que sí -repitieron el resto.
-Sabéis que un nuevo conflicto está a punto de empezar en cualquier momento. 
-Sí, reina Tersa, a eso venimos precisamente -dijo algo irónica Tania.
-Probaremos las habilidades de todos. Los leones de Sión no admiten bajas absurdas - comentó la reina algo preocupada.
-El desahuciado no pinta nada -dijo un hijo de la Liberación.
-Todos tenemos cierta utilidad, hijo.
El hijo de la Liberación odiaba que le llamaran hijo, pero contuvo la calma y respetó a la señora.
-¿Qué llevas ahí, preciosa? -le preguntó a Levar mirándole intensamente a los ojos.
-Un botecito. Es un regalo de la chamán Astin.
-Gran mujer donde las haya, y muy sabia, por cierto. ¿Eres Levar, verdad?
-Si, esa soy yo -dijo sin ponerle apenas un ápice de emoción a sus palabras.
Y, justo cuando pensó que no sabía que diástoles hacia allí, la reina Tersa le dijo:
-No sabes que haces aquí… ¿verdad?
-La verdad que no -contestó algo sorprendida.
-Lo importante es tu propia existencia. Lo demás puede esperar -aseveró con carisma.
-Todo se tambalea sobre mis pies, quiera o no quiera, pero estoy acostumbrada a renacer como el Ave Fénix. -dijo algo desilusionada. De hecho, ya no le importaba lo que pudiera pasar.
-¿Estás segura de que el desahuciado es bueno para ti? -quiso asegurarse la reina.
- Sí, claro. Y si lo dices por mi humor, sencillamente trato de cierta estabilidad, pero la verdad es… que
este ser - dijo tocándole la cabeza a Tso cariñosamente- Me ayuda bastante en esta tarea.
-Bueno, creo que ya es hora de que veas a ciertas personas - opinó la reina cambiando de tema.

Cuando dijo esto, Levar se quedó pasmada. Quizá por el tono de voz, quizá por la energía que trasmitía. Quizá porque esa energía era un remanso de paz…
Entonces pensó que lo que había deseado siempre era ser feliz pero esa felicidad sería imposible alcanzarla solo pensando en su propio bien.

-¿Que es lo que deseas ahora, preciosa? -articuló la reina.
-Deseo que un león me lleve a galopar con su caballo un buen rato. ¿Puedo desear eso? - preguntó con cierto pudor.
-Claro. Así será, además -concretó-. Haré llamar a esa persona cuanto antes.
-¿Aquí hay niños? -preguntó curiosa la muchacha.
-Muchos; y muchas mujeres embarazadas. Las mujeres de otras espirales vienen aquí.
Es fácil parir y criar niños en un sitio como este.
-¿Y qué pasa cuando crecen?
-La mayoría se alían con los leones y unos pocos con los chamanes. Otros se quedan aquí al cargo de los cultivos. Bueno,  y unos pocos se van a otras espirales…
-Perdón por tanta pregunta, es que mi curiosidad me supera -aclaró Levar.
-Tranquila, es lo mejor que puedes hacer. Yo en tu lugar haría lo mismo.
-Me alegro -dijo la chica.
-Entiendo que nada de esto sea fácil para ti -declaró la reina.
-La gracia es que no entiendo aún si estoy viva o muerta.
-¿Es necesario? Quiero decir si es importante ver el pasado para entender el presente… - observó en tono de pregunta.
-Realmente creo que sí -se justificó la muchacha-. De hecho, si no supiera nada acerca de vosotros nada tendría sentido. Sería simplemente abstracto.
-Algunos aceptan la realidad de las cosas como se presenta. Yo prefiero ser curiosa, ir más allá. Al menos, cuando no estoy en crisis -suspiró para sus adentros y dejó de hablar.
-La curiosidad incesante de la conciencia del ser… Solo tu podrás averiguar que hay allí arriba… al final de la escalera de caracola…


De repente, dos princesas se cruzaron elevadas en el aire ante la reina Tersa. Traían consigo un mensaje.
Bajaron el vuelo y se posaron como mariposas al lado de la mesa donde estaba el grupo de Levar. Una de ellas se acercó a la oreja de la reina, y sin apenas mover los labios, retransmitió un mensaje.
-En breve recibiremos nuevas visitas -dijo la reina Tersa al resto con una gran sonrisa.

-Ahora elige la decisión más sabia, Levar. Irte con el caballo o venir a ver el resto del campamento.
Levar miró hacia la mesa. Todos estaban ocupados inmersos en su propio festín. Tso comía sin parar, a pesar de que no estaba acostumbrado a comer comida. Tania y el hijo de la Liberación reían sin parar acerca de la comida de la espiral de las Reinas. Blod andaba con los leones de Sión haciendo preguntas sobre las nuevas alianzas.
-Al final todo es política -murmuró Levar para sus adentros.

La reina Tersa, que se había ausentado un minuto, volvió con compañía.
-Te presento en condiciones al caballero mas adecuado para tu petición.
La reina hizo un ademán y llamó al supuesto líder de los leones de Sión.
-Rasha, te presento formalmente a la chica terrestre. Se llama Levar.
Este agachó la cabeza y el cuerpo, y puso sus brazos paralelos al cuerpo en señal de respeto.
-Si te pido que des una vuelta a esta preciosa mujer con uno de tus caballos, ¿sería posible? -dijo con un tono de suavidad.
-Claro, estaría encantado -dijo Rasha con una voz señorial y profunda.
-¿Me acompañas, Levar? -añadió el león.
-Claro -contestó ella agachando también la cabeza en señal de respeto.




La tarde estaba a punto de alcanzarles, pero aún había luz suficiente para pasear a caballo.
Deshicieron todo el camino anterior hasta llegar a las escaleras mecánicas. Llegaron al río de bolas flotantes y una vez allí Rasha dio un silbido.
Un hombre ,vestido de blanco, alto y esbelto, les avisó de que pronto llegaría el caballo.
Esperaron unos pocos minutos, pero Levar no podía acallar su curiosidad.
-Perdona… Quería preguntarte si también existen leonas de Sión.
-Claro, aunque muy pocas son guerreras. El código interno de los leones es complicado -dijo simplemente.
-Entonces,  hay mujeres en tu espiral pero no luchan. -repasó Levar mientras pensaba firmemente que iba tener problemas con ese aire patriarcal masculino de los leones.
-Sí, las hay y muy bellas, y merecedoras de lo mejor -afirmó algo más distendido y miró desde una perspectiva amplia todo el panorama esperando que el caballo llegara por fin.
-Lo que no entiendo es de donde sacáis la tecnología, y sobre todo, que soportes utilizáis para que sea posible un acceso en red -dijo descomponiendo a su interlocutor.
-La traen los mutantes azules. En ocasiones puedes hacer alguna alianza con ellos. Normalmente nos traen aparatos en busca de nuestra protección.
-¿Y por qué confiáis en ellos?
-Porque son mezclas entre leones y mutantes -declaró algo mas tranquilo, aunque deseando que la conversación acabara.
-Eso lo explica todo -dijo Levar mirando hacia otro lado y en un tono irónico.
-Creo que deberías tener más cuidado con tu confianza -manifestó Rasha duramente.
-Realmente no confío en nadie en particular pero siempre trato de dar el beneficio de la duda -dijo casi sin respirar.
-¿Tú crees que es lo mejor? -añadió el león suavizando el tono.
-Es como sé hacer las cosas, supongo que como me nacen.
-Pues es hora de que aprendas otras. Andar cerca de un π es peligroso. Además, te he visto como tratas al desahuciado. No lo merece -le advirtió.

El caballo llegó y con él el hombre esbelto.
Le pasó las riendas a Rasha y este las cogió fuertemente.
Subió al caballo y miró a Levar.
-!Vamos, sube! -le indicó ofreciéndole el brazo tal y como hizo la primera vez.
-Claro -sonrió Levar.
Él la agarró fuertemente subiéndola a sus espaldas. Al principio solo iban al trote, pero pronto Rasha aceleró el paso.
Pasaron por el camino transitado que antes habían cruzado cuando salieron de la selva. Ahora iban en dirección hacia ella.
Por fin, entraron en la jungla verde. Cogieron un camino esta vez desconocido para Levar. Pararon justo después de una peña de finos y altos árboles que colaboraban con la selva y la separaban de una gran hondonada. La cuenca tenía una longitud considerable; pasando por la cima de la peña hasta llegar a la parte baja de la ladera había aproximadamente un kilometro y medio de distancia. La superficie del valle ,amplia, limpia, y sin apenas vegetación, parecía  mandarle al viajero el mensaje secreto de que trotara alegremente hasta llegar al lago y su reflujo, convenciéndole finalmente de que debía mojar sus manos en sus aguas.
Rasha aceleró el paso quitándose el turbante de la cabeza. Su pelo no era muy largo, a penas le llegaba a los hombros. Lo tenía enmarañado y ciertamente se le habían formado algunas rastas no muy definidas.
Las melenas de ambos comenzaron a bailar por tan solo unos minutos.
Rasha aminoró el paso y, parando por completo el caballo, hizo bajar a Levar.
El lago estaba a cinco pasos de un pequeño remanso de agua situado junto a ellos. El león bajó al suelo y, cogiendo las riendas, guió al animal hasta el agua de la charca.
-¿Para qué sirve tu pantalla? -preguntó Levar. Mientras, agachada, rozaba sus dedos en el agua.
-Para múltiples funciones.
-¿También para comunicarte?
-Si, también -aclaró.
-¿Puedo conectarme a Internet? -dijo riéndose.
-¿Que es Internet?
-Una red de comunicaciones…- aclaró la muchacha.
-Bueno, se puede acceder a mucha información, si es lo que me preguntas. Nosotros nos comunicamos a través de imagen bidireccional.
-¿Será videoconferencia…? -se preguntó en voz alta-. ¿Se puede ver información de mi planeta?
-Aquí no suele consultarse información tan antigua.
-Y ahora, ¿qué haces? -siguió diciendo mientras aun tocaba el agua con sus dedos.
-¡¡Cuidado!! -gritó el león, y la echó hacia atrás.
Levar cayó en plancha sobre el suelo y Rasha sacó su espada.
Dos sombras rondaron ambas cabezas. Una adoptó la forma de una persona. Su ropa era ajustada e impecable. Vestía con un pantalón negro y una camisa abotonada de arriba a abajo de color gris, recogida dentro del pantalón.
Su pelo era largo y estaba repeinado hacia atrás y en su cara tenía unas cicatrices hechas por el fuego que casi habían hecho desaparecer sus cejas.
Rasha había reaccionado a tiempo con su espada y justo cuando empezó a luchar con aquel ser, la otra sombra empezó a forcejear con Levar. No podía quitárselo de encima y Rasha, que tenía solo dos manos, se sintió impotente al no poder ayudarla.
El ser impecable luchaba con pies y manos, tratando de traspasar a Rasha una sombra negra que conseguía frenar con su espada. Y el león a su vez despedía una energía verdosa por las manos que batallaba con la del ser.
Movió su espada cortando tres veces con el filo y una con el contra filo, y después con sus mismas manos aplacó al ser dejándolo apenas sin fuerza. Mas tarde lo remató cortándole la cabeza de una sola maniobra lateral de derecha a izquierda.
Tan pronto como se giró vio que Levar estaba siendo ahogada por la sombra negra que poco a poco se estaba metiendo por su boca.
La sombra, segundos después, entró del todo en el interior de la terrestre.
Entonces Rasha se acercó a ella y la cogió de los hombros zarandeándola.
-¡Levar, vamos, tú puedes!
Ésta forcejeó consigo misma moviendo su cuerpo hacia los lados y haciendo círculos hacia delante con la cabeza.
-¡¡Levar!! -gritó el león de Sión desconcertado.
Ante la inutilidad de usar su arma hizo uso de su calor.
Abrazó fuertemente a Levar y le chilló al oído.
-¡Vuelve Levar, te necesitamos!
En ese momento él contuvo el aliento y Levar cayó de bruces contra el estanque mientras se debatía a vida o muerte.
Tosió desaforadamente hasta que comenzó a expulsar la sombra que le había poseído. Mientras iba tirando el espectro negro, éste y el agua de su cuerpo iban siendo absorbidas por la pequeña balsa. Rasha cogió la mano de Levar y la sombra salió con más fuerza si cabía.
Por fin salió fuera del cuerpo de la chica y el león, desconfiando de las fuerzas de aquella cosa, inspeccionó a Levar con intensidad. Cuando vio que se había extinguido por completo acercó a la muchacha hacia una parte seca y la recostó de rodillas.
-Tienes los labios moraditos, Levar -le dijo con ternura-. Tranquila, lo has hecho muy bien.
-Gracias Rasha -le dijo con una voz suave y débil mirando desorientada hacia el suelo.
Aún seguía carraspeando a intervalos pero pronto cesó y comenzó a respirar con normalidad.
-Tranquilo -dijo la muchacha mirando al león a los ojos-, soy especialista en toser. Pronto se me pasará.

Cuando todo se calmó, Rasha sintió la necesidad imperiosa de largarse pronto de allí. Se aseguró de que Levar se había recuperado y le pidió con amabilidad que subiera al caballo haciéndole el conocido gesto con el brazo.
Ésta subió en cuanto se lo pidió, sin apenas pensar, así como una autómata sigue al vaso de agua para no morir de sed…
Pasaron medio camino callados y a un trote relajado hasta dejar la selva atrás.

-¿Qué son esas sombras? -preguntó sin poder aguantar ni un minuto más en silencio.
-Son π. Con mucha suerte mutantes, pero lo dudo. Creo que esos eran π.
Levar deseaba saber más. No estaba familiarizada con la cara oscura de este universo y le intrigaba profundamente conocer sus límites. ¿Qué podía haber mas negativo que el prejuicio y la xenofobia de los humanos? ¿Qué podía ser peor que la hipocresía y la frialdad de un corazón con conciencia?
En principio esperó con ansiedad más información, pero pronto se quedó ensimismada con el trote del caballo que mecía su cuerpo constantemente.
Justo entonces, Rasha sacó palabras de su mutismo mas profundo.
-Es complicado que lo entiendas con una simple explicación -hizo una pausa-. Estas sombras son amigas de Babylon y, por lo tanto, nuestras enemigas. No se trata solo de maldad -terminó diciendo-. Es una guerra que empezó hace mucho tiempo en la Tierra originada por el afán imperialista de algunos.
-La dominación del mundo -insinuó Levar.
-¡Cierto! -exclamó con cierto grado de sorpresa el león.
-Así como en la tierra se crearon las primeras guerras, así se crearon las diferencias entre espirales.
-Por eso comenzó la guerra… por las diferencias.
Hubo un silencio y ambos comenzaron a reír, sin lugar a dudas, por la obviedad de la contestación.
 Minutos después Levar susurró:
-Pues no entiendo porque hay que arreglar las cosas a la fuerza…
Rasha evitó el debate. Estaba centrado en procurar llegar cuanto antes al campamento. Tenía que proteger a aquella mujer extraña.




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Isthar Enlanoxe.


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